La gente dio su veredicto inapelable en las urnas y el mensaje fue devastador; un baldazo de agua fría en intendencias donde la figura del “jefe político” se mantenía sin sobresaltos.
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La gente dio su veredicto inapelable en las urnas y el mensaje fue devastador; un baldazo de agua fría en intendencias donde la figura del “jefe político” se mantenía sin sobresaltos.
Muchos históricos tuvieron que resignar las comunas en manos de candidatos ignotos, poco conocidos o sin una plataforma política de sustento.
La cachetada vino desde la gente y de la mano de un reclamo bien direccionado: la renovación.
Este cambio que se dio en las comunas sigue la lógica de lo que sucedió en la provincia y antes en el país, aunque no garantiza que la renovación política sea exitosa. ¿Será positiva desde el punto de vista de la gestión? ¿Se podrán solucionar los problemas históricos en los municipios? Sólo el tiempo lo dirá. Pero el mensaje ha quedado claro: es necesario renovar los escalafones de la dirigencia y plantear estrategias que escapen a las estructuras tradicionales de la política salteña. Eso resulta lo positivo en la lectura de los comicios de ayer.
Estas elecciones en la provincia marcaron un punto de inflexión en los mandatos “in eternum”. Abran cancha entonces porque la reforma política viene marchando.