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Las ignimbritas de la Puna

Lunes, 02 de diciembre de 2019 00:00

La Puna Argentina y el edificio volcánico de los Andes Centrales están cubiertos, en grandes superficies, por una roca que recibe el nombre de "ignimbrita".

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La Puna Argentina y el edificio volcánico de los Andes Centrales están cubiertos, en grandes superficies, por una roca que recibe el nombre de "ignimbrita".

Se presentan como mesadas que cubren cientos de kilómetros cuadrados y generan un paisaje característico. Por su etimología ignimbrita significa "lluvia de fuego" y hace referencia a su génesis de material volcánico formado por una oleada de vidrio incandescente.

Las ignimbritas son el resultado de erupciones ácidas de los volcanes producto de los llamados flujos piroclásticos. Se extienden por decenas de kilómetros desde el centro que les dio origen. En muchos casos su génesis está relacionada con el colapso de grandes edificios volcánicos que, en su desplome, dieron lugar a cráteres gigantes conocidos como "calderas".

Ejemplos emblemáticos de calderas son la del Cerro Galán en Catamarca y las calderas de La Pacana y Coranzulí en Jujuy. Galán y La Pacana tienen diámetros de 40 y 60 km respectivamente y sus ignimbritas se extienden hasta 100 km del centro de origen.

Los flujos de espuma de vidrio expelidos por los volcanes se enfriaron para dar los mantos de ignimbritas que tienen espesores variables de hasta varias decenas de metros. El frente de los mantos generalmente forma farallones verticales y muestran un aspecto de viejas fortalezas o de castillos derruidos.

Por su morfología dan lugar a paisajes muy singulares que son nombrados de acuerdo con analogías de la imaginación. Entre ellos "La Juguetería" del Tuzgle, el "Valle de la Luna" de Orosmayo, el "Desierto de Dalí" en Jama, el "Bosque de Piedra" en Perú, por mencionar algunos.

De acuerdo al grado de erosión y la sequedad del ambiente se forman figuras de hongos, hornos, pilares, troncos y otras geoformas que lucen como espectros fantasmagóricos en medio del desierto puneño. Tal como ocurre en el paisaje surrealista daliniano del Paso de Jama. Muchos frentes de ignimbritas son farallones verticales que caen a pique por la particular disyunción de los bloques. En otros casos se pueden encontrar frentes con figuras de columnas como en las ignimbritas del Galán que afloran al margen del camino en cercanías de Antofagasta de la Sierra.

En general presentan coloraciones rosadas, blanquecinas, amarillentas o amarronadas. La morfología, el color y el ambiente desértico que las muestra en todo su esplendor, da lugar a que muchos sitios, tales los antes mencionados, se conviertan en atractivos turísticos.

En la base de algunas ignimbritas se encuentran unas cenizas blancas puras similares al conocido sillar. El más famoso es el sillar de Arequipa en Perú con el que está construida gran parte de la ciudad, llamada precisamente "La Ciudad Blanca". Una hermosa capa de sillar blanco aparece en las ignimbritas del Paso de Huaytiquina y se las ha usado en la construcción del pueblito de Catua en Jujuy. En realidad muchos edificios de la Puna, especialmente en San Antonio de los Cobres y las estaciones del FF.CC. C-14 están construidos con ignimbritas.

Su valor como piedra de construcción fue reconocido desde antiguo, sea para amontonarlas como simples pircas de corrales, para cantearlas en bloques, o bien cortarlas con sierras.

Gotas de oro

Las ignimbritas son además una importante fuente de recursos minerales. En algunos lugares son portadoras de oro el cual se presenta en finas gotitas esféricas del tamaño de mostacillas.

Las aguas que bajan desde el Abra del Gallo hacia el río de San Antonio de los Cobres son portadoras de ese "orito" que se diferencia claramente del oro ganchudo que viene de otras rocas. Ello ya fue observado por Abraham Becerra en su viaje a la Puna en 1887.

Ese mismo tipo de oro volcánico se presenta en las ignimbritas del cerro Panizos en la Puna jujeña limítrofe con Bolivia. Además de oro, se encontraron corindones y granates como ocurre en el río Orosmayo, Liviara y otros cauces de la Puna noroccidental.

El corindón es una piedra preciosa que alcanza el valor de gema cuando presenta un fuerte color azul (zafiro) o rojo (rubí). Los granates rojos han sido confundidos con rubíes pero no tienen nada que ver con ellos. Se ha encontrado también mineralizaciones de uranio en las ignimbritas de Macusani (Perú), Coranzulí (Jujuy) y Galán (Catamarca).

Portadoras de litio

En Perú se constató que, además de uranio, las ignimbritas estaban enriquecidas en litio. En realidad gran parte del litio que llega a los salares de la Puna proviene del lavado de las ignimbritas por aguas frías o termales. Otra mineralización curiosa asociada a las ignimbritas es la casiterita, o sea el óxido de estaño. Se trata de un estaño formado por la precipitación en grietas de gases fumarólicos calientes. Estos adquieren formas curiosas de clavitos, tornillos, muñequitos, etc., que por erosión pasan a formar parte de los aluviones. Una variedad de ese estaño es la varlamoffita. Al lavar la arena de los cauces que cruzan las ignimbritas aparecen dichas mineralizaciones de estaño. Se las encontró principalmente en la Puna jujeña noroccidental en Pairique, Vilama, Cerro Negro, Poquis, entre otros puntos.

También resulta interesante la veta "Yareta" (Jujuy), con un mineral nuevo para la ciencia mundial que recibió el nombre de Angelellita, un arseniato de hierro dedicado al Dr. Ing. Victorio Angelelli. Una veta de baritina se encuentra en ignimbritas de Santa Rosa de los Pastos Grandes. Las ignimbritas están ampliamente distribuidas en el edificio volcano-orogénico de los Andes Centrales donde cubren una superficie de 500 mil kilómetros cuadrados. Esto las convierte en la mayor provincia ignimbrítica del planeta.

Geólogos en la Puna

Entre los científicos que se han dedicado al estudio de las ignimbritas de la Puna Argentina se tienen a José Viramonte, Ricardo Omarini, Beatriz Coira, Magdalena Kouharsky, Suzanne Kay, Ivan Petrinovic, Raúl Seggiaro, Joan Martí, Silvina Guzmán, Walter Báez, Marcelo Arnosio, Pablo Caffe y Guadalupe Maro, entre otros. En los últimos años avanzó considerablemente el conocimiento sobre los centros volcánicos, la génesis de los magmas, los mecanismos eruptivos, la dinámica de las oleadas piroclásticas y la isotopía de los elementos químicos, entre otros aspectos. La superficie blanquecina superior de los campos de ignimbritas es uno de los lugares en que se pueden prospectar meteoritos. Estos resaltan por sus colores oscuros y aspecto quemado. Un probable cráter meteorítico fue descubierto sobre una ignimbrita en el borde oriental del salar de Antofalla. Asociado a ignimbritas se han encontrado también depósitos de diatomitas (tierras filtrantes de diatomeas), tal el caso del margen occidental del salar del Rincón. Las ignimbritas son rocas blandas y esto las hace fácil presa de la erosión.

En algunos lugares de la Puna se puede ver cómo han sido erosionadas por el viento de acuerdo a la dirección predominante en sentido noroeste-sureste dejando profundas canaladuras paralelas. Las ignimbritas han servido como alero y refugio al hombre primitivo, a los pastores de la Puna, viajeros y exploradores. En muchas de ellas se conservan valiosos petroglifos y pictografías.

También son el refugio de la vizcacha de las rocas y del gato andino, entre otros representantes de la fauna puneña. Trampas fotográficas “cazaron” al esquivo felino como fuera mostrado en un documental de National Geographic.

En general por su origen volcánico las ignimbritas no contienen fósiles. Sin embargo en la Puna jujeña, cerca de las cabeceras del río San Juan de Oro, hay unas ignimbritas miocenas que conservan restos de plantas fósiles carbonizadas. La mina Loma Blanca (Jujuy) tiene una ignimbrita en la base y otra en el techo de su manto de bórax. En síntesis las ignimbritas representan un material de construcción, una roca portadora de numerosos minerales (zafiros, oro, granates, uranio, litio, estaño, baritina, etc.), atractivos paisajes turísticos, un refugio de fauna silvestre, un valioso reservorio de aleros portadores de objetos arqueológicos, entre otros muchos aspectos destacables. La ignimbrita es una espuma de “fuego volcánico fósil” que se enfrió como vidrio. Para los geólogos es un tesoro para comprender la naturaleza de los volcanes y sus erupciones, así como los agentes meteóricos que la destruyen en sucesivas geoformas. Para los guías de turismo constituyen uno de los paisajes más surrealistas y mágicos de los que se presentan en la Puna para el disfrute de visitantes nacionales o extranjero s.
 

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