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Se salvó de milagro de ser arrastrado por una correntada

El video de como el torrente se llevaba la camioneta de un vecino se viralizó después de la tormenta del lunes. La historia.
Jueves, 14 de febrero de 2019 03:08

Fermín Tolaba salvó su vida de milagro. Todavía tiene temor por el agua que arrastró su Rastrojero en plena calle 9 de Julio de Rosario de Lerma, en donde el torrente no le permitía salir del vehículo. Perdió todo lo que llevaba en la vieja camioneta. Vecinos alcanzaron a socorrerlo en medio del abrumador caudal de agua. Por varios minutos siguió arriba del vehículo intentando salvar sus pertenencias, aunque su vida pendía de un hilo.

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Fermín Tolaba salvó su vida de milagro. Todavía tiene temor por el agua que arrastró su Rastrojero en plena calle 9 de Julio de Rosario de Lerma, en donde el torrente no le permitía salir del vehículo. Perdió todo lo que llevaba en la vieja camioneta. Vecinos alcanzaron a socorrerlo en medio del abrumador caudal de agua. Por varios minutos siguió arriba del vehículo intentando salvar sus pertenencias, aunque su vida pendía de un hilo.

Tolaba, canillita y parrillero ambulante, venía de terminar su dura faena diaria. Perdió sillas, mesas, la parrilla, cubiertos manteles, ropa y hasta los 14 mil pesos que tenía ahorrados para pagar deudas, y con el resto, "si sobraba alguito" como dice Fermín, tenía prevista la compra de nuevos elementos para su emprendimiento callejero de parrillada al paso.

"El agua se llevó todo, cuando ya no tenía fuerzas para intentar sacar mis cosas, unos vecinos me tendieron una mano y pude salir del agua. Me salve de milagro de ser arrastrado", relata su penuria Tolaba.

El agua da vida pero también la quita cuando no es controlada. El hombre, de 66 años de edad, apechugó la noche del lunes como pudo. Apenas terminó de trabajar en su parrilla ambulante instalada en una vereda frente al complejo municipal, el canillita salió con su Rastrojero rumbo a su casa. "Sospechaba que se venía una tormenta", fue la premonición de Fermín Tolaba.

 

 

 

"Al rato que salía hacia mi casa se me ocurrió la mala idea de cruzar la 9 de Julio, la calle que parte a la ciudad en dos. Venia agua, pero no tanta. De repente se me quedó la chata en medio del agua. En unos minutos aumentó el caudal, la camioneta se empezó a mover. La correntada era tan fuerte que decidí salvar algunas cosas. Abrí la puerta y me empezó a arrastrar el agua. No podía salir. Fue en ese momento que un grupo de vecinos, haciendo cadena humana con sus brazos, me sacaron. Fue muy feo. No se lo deseo a nadie. Yo solo no hubiera salido", relató.

La camioneta fue arrastrada por las aguas varias cuadras. Pero fiel a su diseño jamás fue volcada por el embravecido torrente. Cerca de la plaza principal de Rosario de Lerma el vehículo quedó varado. Con el motor lleno de agua y barro, con las llantas estropeadas y su interior destrozado.

El video de la escena de Tolaba, su camioneta y su salvataje se viralizó en las redes.

Demostró que las lluvias cada vez dejan más mal parados a los vecinos, y que los siniestros pueden ocurrir en cualquier momento a causa de estos anegamientos.

La tormenta deja tantos perjuicios en la población como la historia de Fermín Tolaba. Por la misma cuadra, metros más abajo, un Fiat uno fue llevado por las aguas hasta ir a parar a un canal de desage en la zona de la ruta 36, camino a La Florida. Hasta el momento y según los relevamientos de la Municipalidad de Rosario de Lerma hay 150 familias damnificadas.

  Fermín Tolaba, canillita y parrillero.

Las tareas de remoción del barro y el ripio dejado como sedimento por las aguas es una tarea infernal para el personal municipal.

Todavía hay barrios enteros que están prácticmente intransitables. La comuna está estudiando la posibilidad de decretar la emergencia hídrica de la ciudad, por el dantesco panorama que afloro al bajar las aguas.

Un problema sin solución

Un geólogo explicó que las crecidas del río Toro arrastran una cantidad tan enorme de sedimentos que terminan elevando el lecho en todo el recorrido, hasta desembocar en el río Arenales, contra los cerros de las sierras subandinas, que son el límite este del Valle de Lerma.

 

 

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