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El exobispo Zanchetta tiene una nueva denuncia por abuso sexual y se sumarían otras cinco

Seminaristas de Orán se organizan por fuera de la Iglesia para accionar contra el exobispo. Los jóvenes desconfían de las autoridades eclesiásticas. Denuncian persecución.
Domingo, 17 de febrero de 2019 01:08

Una segunda denuncia se presentó el miércoles ante la Fiscalía de Orán donde se acusa al exobispo Gustavo Zanchetta de abuso sexual simple; estas no serían las únicas demandas contra el sacerdote. Seminaristas se organizan cautelosamente por fuera del ámbito eclesiástico para oficializar más acusaciones judiciales. 

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Una segunda denuncia se presentó el miércoles ante la Fiscalía de Orán donde se acusa al exobispo Gustavo Zanchetta de abuso sexual simple; estas no serían las únicas demandas contra el sacerdote. Seminaristas se organizan cautelosamente por fuera del ámbito eclesiástico para oficializar más acusaciones judiciales. 

Por la forma en que se “manejó la Iglesia” desconfían de sus superiores. El recelo y cuestionamiento alcanza al actual obispo de Orán, Luis Scozzina, e incluso a Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán, a quien el Vaticano designó para investigar a Zanchetta.

Desconfiados, temerosos y perseguidos. Así están los jóvenes que aún continúan cursando el seminario y también los que abandonaron el instituto religioso con el paso de Zanchetta por la diócesis del norte. Sin embargo, decidieron unirse y organizarse para presentar denuncias penales contra su exsuperior. Sus testimonios develan los abusos que habría cometido Zanchetta y los manejos de la Iglesia en el caso que apunta directamente al papa Francisco. 

“Hay más chicos que se sumarían para ser testigos de las causas. Hay un chico que puede denunciar, que está buscando testimonios de los que estaban en esa habitación. Solo hace falta que digan que sí lo vieron entrar a Zanchetta al cuarto. Hay algunos que están dispuestos a declarar y otros no”, contó el seminarista Pablo (nombre ficticio para resguardar su identidad). 

Sin rozar siquiera los 25 años, luego de la primera nota de El Tribuno en la que se destapó el caso, Pablo asumió un rol que nadie ocupaba: el de acompañamiento a sus compañeros seminaristas para llegar a la Justicia. “Inicié esto porque me sentí un poco solo. Sentí que si nadie estaba haciendo nada, alguien tenía que comenzar a hacer algo”, aseguró. Si bien el joven asegura que nadie le bajó la orden de callar, reconoció que al principio tuvo miedo: “Me dijeron: ¿vos sos consciente de que la Iglesia puede actuar como una corporación y luego perseguirte? Sé que puede pasar ...”, admitió sentado en la mesa de su humilde casa. 

Al seminarista no se le escapa ningún detalle, se acuerda el día en que salió la primera nota de Zanchetta, y anotó fechas de cada movimiento que hizo. Tampoco ignora el contexto de toda la situación de la que es parte. “Fueron tres negros del norte que se animaron a denunciar, y ahora también un grupo de seminaristas, que tampoco somos nada. Ninguno es de plata, vamos a ver cómo conseguiremos los medios para viajar cuando la Justicia nos llame”, afirmó.

El escepticismo de Pablo alcanza hasta al mismo medio que lo entrevista y no titubea al dejarlo en evidencia: “Espero que la información sea usada para saber la verdad y que no haya otros fines”, aclara marcando límites, y agrega que “no hay que actuar por venganza, sino por verdad y justicia”.

Luego de que se conociera la noticia de los abusos, el seminarista comenzó a contactarse con sus compañeros, les consultó si querían hacer la denuncia y paralelamente comenzó a asesorarse con una abogada “sin que sepa el obispo”. El 9 de enero coordinó una reunión con los ex y actuales seminaristas. “Les dije si querían hacer la denuncia o no, varios dijeron que sí y tuvimos una reunión con la abogada. Sé que en esa reunión había personas que fueron abusadas, pero no quisieron hablar”, relató. El joven está dispuesto a no apurar a sus compañeros atento a “sus tiempos, su intimidad y cierta vergüenza que pueden pasar”. De aquella reunión surgieron dos jóvenes que aseguraron que estaban dispuestos a denunciar a Zanchetta por abuso sexual. Uno de ellos oficializó la denuncia la semana pasada. El segundo es un exseminarista que oficializó su denuncia penal días pasados. 

Los abusos que se le endilgan al exobispo cercano al Papa se basan en masajes, abrazos, “besos en el cuello” y otros episodios que los seminaristas prefieren mantener en reserva. Lo que sí se advierte es que son cosas que “no encuadran con lo que debería ser un obispo”. Son alrededor de cinco los casos que podrían caber en “abuso sexual simple”, y “sobre acoso pueden ser más”, calculó el joven que señala haber sido testigo directo de una de las situaciones de abuso de Zanchetta dentro del instituto de formación religiosa.

“En el 2017 entró un chico al seminario y comenzó a decir que tengamos cuidado, que nos alejáramos de Zanchetta. Él está enfermo y esta relación de dependencia que generaba hacía que varios no se den cuenta de lo mal que les estaba haciendo”, recordó Pablo, quien en aquel momento no le dio importancia al comentario y recién hoy lo “entiende”.

Desconfianza

Luego de la primera reunión mantenida en secreto, el 21 de enero, “después que pasó mucho tiempo”, los jóvenes se reunieron con el obispo de Orán, Luis Scozzina, quien llevó un abogado para asesorarlos sobre “cómo ir a presentarse ante la Fiscalía” que actuaba de oficio. Durante ese encuentro obtuvieron el compromiso del obispo, aunque a su vez, el reemplazante de Zanchetta fue cuestionado. “Scozzina hablaba de suposiciones, y eso generó más desconfianza, pero cuando se fue el abogado, ahí le dijimos que no eran suposiciones y que íbamos a ir a la Justicia, que ya habíamos hablado con un abogado”, indicó el joven.

El primer reproche que tuvieron los seminaristas contra su nuevo obispo fue a raíz de la nota brindada a este matutino, en la que señaló desconocer de qué se trataban las denuncias contra Zanchetta y deslizó que podría haber “alguna cuestión de celos” y de “querer ser más santo. Cuando Scozzina asumió, los seminaristas le dieron su testimonio por escrito”, recordó Pablo. El obispo fue corregido por algunos seminaristas contraponiendo sus dichos con “la realidad”. “Nos dijo que él no estaba obligado a decir nada a la prensa”, continuó su relato Pablo, quien lamentó la negación de su superior, porque al reconocerlas “hubiera aclarado un poco más todo. Por eso algunos desconfían de él”, advirtió. 

Luego de las denuncias que tres sacerdotes le hicieron llegar a la Nunciatura (órgano donde se denuncia a los obispos) contra Zanchetta por desmanejos económicos, abuso de poder y abusos sexuales a seminaristas, fue asignado asesor de la inmobiliaria del Vaticano en Roma. El cargo fue creado exclusivamente para él, y luego de ser denunciado con fotos y cartas de seminaristas, sus días transcurrieron en Santa Marta, la residencia del Papa. A esto se suma que luego de que explotara el caso, el Vaticano desmintió las fechas de las denuncias, asegurando que cuando fue designado no se conocían los abusos. Las idas y vueltas alimentaron la desconfianza que hoy reina en el clero de Orán.

“Incluso hay desconfianza sobre quién va a ser el investigador. No por él sino porque viene de parte de la Iglesia”, aseveró el seminarista haciendo referencia a Carlos Sánchez, el arzobispo de Tucumán.

Según autoridades eclesiásticas, Sánchez y Zanchetta son “muy amigos”, aunque esto fue desmentido por el arzobispo, quien aseguró conocerlo, pero negó un lazo amistad.

Otro aspecto que sumó al malestar contra el reemplazante de Zanchetta es que, según el seminarista, Scozzina afirmó que un especialista en derecho canónico le explicó que en este caso “no hay ningún delito dentro de lo eclesiástico”, contraponiéndose a lo que el juez del Tribunal Eclesiástico de la Diócesis de Salta, Loyola Pinto y de Sancristóval, le señaló a los jóvenes al ser consultado: “Loyola me dijo que sí hay falta dentro del derecho canónico”, advirtió Pablo.

Más allá de las actitudes del obispo que dejaron más incertidumbre que certezas entre los jóvenes, la reunión fue considerada positiva, porque obtuvieron “su palabra para presionarlo en caso de que no haga nada. Ahí nos dijo que no iban a haber presiones para denunciar”, señaló el seminarista. 

Los jóvenes no solo deben abrirse paso en el seno de la Iglesia, sino también fuera de ella. Es que aseguran que varias personas los acusan de ser “manipulados” para denunciar al exobispo. 

“La Iglesia reaccionó tarde”, admitió con pesar Pablo, quien destinó sus días libres de vacaciones en el seminario para convertirse en un sostén para sus compañeros. Y además lleva adelante la titánica tarea de que sus pares recuperen la confianza en la institución. “Todavía hay mucha desconfianza, yo trato de que confíen porque yo sigo creyendo que aún se puede hacer bien las cosas, más allá de que hicieron algunas cosas mal”, señaló.

Al estallar mediáticamente el caso Zanchetta, la Justicia actuó de oficio recolectando información. Ahora, la primera denuncia penal se realizó ante la fiscal penal de Violencia Familiar y de Género, María Soledad Filtrin.

El edificio del obispado de Orán. Javier Corbalán. 

“Decía que era muy amigo del Papa”

Así se presentaba el denunciado exobispo en su estadía en Orán.

“Él era un hijo espiritual para Francisco”, aseguró Juan José Manzano, uno de los tres vicarios que denunció a Zanchetta. Según Pablo (seminarista de identidad reservada), el exobispo presumía de su amistad. “Decía que era muy amigo del Papa. A veces estábamos reunidos en una mesa y decía: me está llamando Francisco”, contó y agregó que si bien no puede dar fe de que realmente existía tal amistad, la cercanía entre ambos es cierta porque “ambos trabajaron juntos en la Conferencia Episcopal”. 

Zanchetta dejó intempestivamente el Obispado de Orán en agosto del 2017. Este matutino develó que el religioso abandonó su diócesis luego de las denuncias por desmanejos económicos, abuso de poder y abuso sexual. Las denuncias las hicieron tres curas en el 2015 y 2017. Sin embargo, el Vaticano contradijo a los denunciantes y afirmó que las denuncias se conocieron a fines del año pasado, luego de su designación en Roma. 

“El Vaticano toma esa fecha porque es cuando el obispo Scozzina (reemplazante de Zanchetta) hace llegar las denuncias que recibió de los seminaristas cuando asumió”, aseguró Pablo. Aunque por otro lado advirtió que “el vocero del Vaticano, las dos veces que habló fue un poco confuso. No sé qué presentó el nuncio, pero luego de esto lo cambiaron... Si en Roma estaban en conocimiento de lo que pasaba con Zanchetta no deberían haberlo designado”, resaltó el seminarista que, más allá de la desconfianza, decide creer. “Yo elijo creer que al Papa no le llegó la información”, dice el joven, aunque reconoció que este caso “lo vincula al Papa porque fue su primer nombramiento”.

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