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Actividad paranormal: continúan las “apariciones” y “espantos” en el Club El Círculo 

Muchos optaron por acortar las interminables tertulias en las mesas de póker, loba de rebote y truco, para regresar temprano a sus casas.
Domingo, 24 de febrero de 2019 09:56

Existen edificios y lugares famosos en Salta porque en ellos -aseguran- suceden fenómenos paranormales. Trascendieron así la Casona de Castañares, el Kemiluma (Cerrillos), la calle Güemes (La Merced), la Salamanca del Pobre Diablo, en Metán (regenteada por el diablo Adrián), y el famoso Club El Círculo. En esta última institución social y deportiva del microcentro de la ciudad de Salta, se multiplican año a año los testimonios que afirman que por las noches pasan cosas raras.
Sillas que se deslizan por los salones penumbrosos, cartas que desaparecen, sombras que se proyectan repentinamente en las paredes, mesas que se mueven alocadamente, son algunos de los avatares a los que se enfrentan los socios del añejo club capitalino. Esta situación tiene a mal traer a los jugadores de loba de rebote, póker, truco y dominó, que suelen quedarse hasta altas horas de la madrugada en el primer piso del edificio ubicado en General Güemes, entre Mitre y Balcarce.
Algunos atribuyen estos espantos a las almitas de los antiguos socios de la institución centenaria, que se resisten a abandonar las mesas de juego y piden una “vueltita más”. Hasta hay quienes aventuran que estarían de regreso para cobrar viejas deudas, que los vivos aún no saldaron. 

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Existen edificios y lugares famosos en Salta porque en ellos -aseguran- suceden fenómenos paranormales. Trascendieron así la Casona de Castañares, el Kemiluma (Cerrillos), la calle Güemes (La Merced), la Salamanca del Pobre Diablo, en Metán (regenteada por el diablo Adrián), y el famoso Club El Círculo. En esta última institución social y deportiva del microcentro de la ciudad de Salta, se multiplican año a año los testimonios que afirman que por las noches pasan cosas raras.
Sillas que se deslizan por los salones penumbrosos, cartas que desaparecen, sombras que se proyectan repentinamente en las paredes, mesas que se mueven alocadamente, son algunos de los avatares a los que se enfrentan los socios del añejo club capitalino. Esta situación tiene a mal traer a los jugadores de loba de rebote, póker, truco y dominó, que suelen quedarse hasta altas horas de la madrugada en el primer piso del edificio ubicado en General Güemes, entre Mitre y Balcarce.
Algunos atribuyen estos espantos a las almitas de los antiguos socios de la institución centenaria, que se resisten a abandonar las mesas de juego y piden una “vueltita más”. Hasta hay quienes aventuran que estarían de regreso para cobrar viejas deudas, que los vivos aún no saldaron. 

Testimonios

No son pocos los testigos de estas manifestaciones de ultratumba. Rodolfo, uno de los habitué y directivos del lugar, contó a El Tribuno: “Tarde, por las noches, suelen escucharse silbidos que entonan melodías de antiguas canciones como La ley y la trampa (Roberto Ternán), Una carta (Daniel Toro), Me dejaron seco (au­tor desconocido), Esta no­che quiero un brandy (Dyango) o 5 minutos más (Andrés Calamaro), entre otras

“Lo más llamativo es que no hay nadie más que nosotros, los que solemos quedarnos sobre el paño en la ronda de loba. Muchos optaron por volver más temprano a sus casas, para no sufrir este tipo de espantos‘, explicó Rodolfo.

Las conjeturas de los más escépticos, como Carlitos, apuntan a que las supuestas apariciones son solo excusas de algunos socios para cumplir las órdenes de sus esposas que les marcan el horario de regreso a casa. “Es un club raro”, dijo el hombre. En otros casos, en cambio, les exigen que alarguen su estadía en el club “por razones obvias”, especuló. 

Hipótesis

Las hipótesis son muchas y muy variadas, pero lo cierto es, que son cada vez más los salteños que aseguran que en las salas de juego de El Círculo pasan cosas muy extrañas. Así lo afirman socios probos y con la cuota al día (otros no tanto, aclaró Rodolfo) como Pica, Pimba, Turqui­to, Mario Abraham, Muerto, Huevo, Nino, Pilín, el Peladito Gon­zález, Manuel, Luisito, Da­río, el Renegón Boquita, Jah Jah, Poli, Fredy, Pepe, Topo, Cuchi, Horacio, Sa­mi, Zapato, Palo i Bombo, Gallego, Manzana, Nica, Chacho, entre otros tantos. 
Desde hace tiempo que ronda la idea de hacer una vaquita para contratar un brujo o convocar a un cura párroco para que “limpie” el lugar y le de a esas almitas en pena descanso eterno, lejos de las mesas villar, truco y loba, en las que los hombres suelen pasar interminables horas de ocio. Sin embargo la iniciativa no ha prosperado, vaya a saber por qué intereses.

El último susto

Hace algunos años, uno de estos sucesos extraños pasó a mayores en El Círculo. Tanto que José, el encargado del bufet, dio aviso a la fuerza policial. Contó que luego de finalizada una jornada de intensas actividades recreativas y de revisar las instalaciones se disponía a cerrar las puertas del edificio, cuando por razones inexplicables aún, se prendieron las luces de los salones de juego, que se encontraban ya a oscuras y desérticos. “Me di un susto bárbaro. No se bien qué pensé, pero solo atiné en un primer momento a cerrar todo y dar aviso a la policía que acudió inmediatamente al lugar. Luego revisamos cada rincón y ni un alma encontramos. Fue demasiado extraño. Pasaron varios días hasta que pude pegar un ojo y la situación me mantuvo tenso un buen tiempo”, explicó el trabajador a los socios. 
 

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