La lucha por la transparencia aborda un problema institucional, político y ético
Es un problema muy profundo de la política, de las instituciones democráticas y de la sociedad. En la Argentina, todos valoramos la democracia. Se trata de un principio que se plantea en términos categóricos. Inalienables. Decimos que la democracia no tiene precio, pero ignoramos los costos de la democracia. Y esos costos consisten en sostener un sistema de partidos que requieren inversión en formación de cuadros y dirigentes, y en las campañas. La sociedad está al costado, pero no puede hacerse la distraída acerca de cómo se financia la preciada democracia.
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La lucha por la transparencia aborda un problema institucional, político y ético
Es un problema muy profundo de la política, de las instituciones democráticas y de la sociedad. En la Argentina, todos valoramos la democracia. Se trata de un principio que se plantea en términos categóricos. Inalienables. Decimos que la democracia no tiene precio, pero ignoramos los costos de la democracia. Y esos costos consisten en sostener un sistema de partidos que requieren inversión en formación de cuadros y dirigentes, y en las campañas. La sociedad está al costado, pero no puede hacerse la distraída acerca de cómo se financia la preciada democracia.
La RAP propone nuevas formas de financiamiento de los partidos
El tema que venimos trabajando es la transparencia de la política y de sus vínculos con el sector privado. Parece un poco abstracto, pero se refiere directamente al financiamiento de los partidos. La cuestión es nodal, para la ética pública y para la solidez de las instituciones. El impacto del caso Odebrecht, a nivel continental, y las revelaciones de “los cuadernos de Centeno”, en la Argentina, demuestran la seriedad de la cuestión que abordamos.
¿Cuál es el rumbo que siguen?
Combatir la corrupción exige tener una idea previa de cómo se produce, y por qué. No se puede abordar el tema si no planteamos una cuestión crucial, y es la de cómo deben hacer los partidos políticos para financiarse. El financiamiento irregular de la política genera incentivos perversos. Es malo y tiene consecuencias de fondo.
Los aportes de campaña, por caso
Los aportes de campaña, cuando se realizan en forma irregular, van construyendo vínculos que se retroalimentan sin transparencia. El aporte tiene la contrapartida de acuerdos y beneficios para el aportante, que compensan, con creces, lo entregado.
Pero es imposible prescindir de esos aportes
El desafío está en resolver cómo hacer que los partidos y los frentes puedan competir en forma equitativa. La gente debe saber cómo se financia la actividad de los partidos; y la campaña, por supuesto. Hoy, el 80% de la campaña se financia de manera oscura. Y al ser oscura, no queda en claro cuáles son los intereses que está impulsando cada aporte. Por eso, después del impacto enorme que en el mundo empresario y político causó la investigación sobre la administración de la obra pública y los “aportes” que se van revelando, existe una disposición fuerte para establecer un sistema transparente, con controles.
¿Un proyecto de ley?
Hoy hay una iniciativa muy avanzada, esperamos convertirla en Ley, que el Congreso la sancione en marzo y se aplique en el año electoral de 2019.
¿Cuál es el criterio?
Estamos hablando de cifras importantísimas. Hoy una campaña presidencial demanda cien millones de dólares. Y, como decíamos, el 80% se financia en negro. Es decir, es imposible saber cómo se consigue ese dinero. Pensar en un financiamiento absoluto por parte del estado es inviable. Tratamos de posibilitar que las empresas hagan aportes, de los cuales el ciudadano esté informado.