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Bicentenario de la quinta invasión realista a la Intendencia de Salta, en marzo de 1819

La posibilidad de una nueva invasión a Salta surgió cuando el Ejercito del Norte fue enviado al litoral.
Domingo, 10 de febrero de 2019 00:19

La quinta invasión a Salta comenzó a gestarse a fines de 1818. Fue cuando el Gobierno de Buenos Aires resolvió echar mano al Ejército Auxiliar del Alto Perú para involucrarlo en la guerra civil desatada en las provincias del litoral. Y así fue que ordenó al general Belgrano que envíe a esa zona una parte de sus fuerzas acantonadas en Tucumán. Don Manuel, en lugar de seguir el ejemplo de San Martín y negarse a participar de las guerras intestinas, acató la orden y, a fines de 1818, envió 400 hombres al mando del coronel Juan Bautista Bustos. La misión de este contingente era ocupar militarmente Córdoba y permanecer allí observando la situación de Santa Fe, provincia que estaba en total estado anarquía. Pero pronto Bustos necesitó más refuerzos y de nuevo el Gobierno de Buenos Aires dispuso que ese auxilio saliera del Ejército del Norte. Esta vez, fue un escuadrón de 300 hombres al mando de José María Paz. Y así fue que en Tucumán solo quedaron 2.500 hombres bajo el mando del General Belgrano. Según Mitre, estos hombres estaban “desprovistos hasta de los recursos necesarios para alimentarse, inhabilitados para la ofensiva e impotentes para la defensiva...”. 

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La quinta invasión a Salta comenzó a gestarse a fines de 1818. Fue cuando el Gobierno de Buenos Aires resolvió echar mano al Ejército Auxiliar del Alto Perú para involucrarlo en la guerra civil desatada en las provincias del litoral. Y así fue que ordenó al general Belgrano que envíe a esa zona una parte de sus fuerzas acantonadas en Tucumán. Don Manuel, en lugar de seguir el ejemplo de San Martín y negarse a participar de las guerras intestinas, acató la orden y, a fines de 1818, envió 400 hombres al mando del coronel Juan Bautista Bustos. La misión de este contingente era ocupar militarmente Córdoba y permanecer allí observando la situación de Santa Fe, provincia que estaba en total estado anarquía. Pero pronto Bustos necesitó más refuerzos y de nuevo el Gobierno de Buenos Aires dispuso que ese auxilio saliera del Ejército del Norte. Esta vez, fue un escuadrón de 300 hombres al mando de José María Paz. Y así fue que en Tucumán solo quedaron 2.500 hombres bajo el mando del General Belgrano. Según Mitre, estos hombres estaban “desprovistos hasta de los recursos necesarios para alimentarse, inhabilitados para la ofensiva e impotentes para la defensiva...”. 

Finalmente, el 1º de febrero de 1819, Belgrano recibió la orden de Buenos Aires de abandonar Tucumán con otros dos mil hombres del Ejército del Norte, y dirigirse al litoral. Otra vez Belgrano acató la orden pero antes de partir hizo difundir una información falsa con el fin engañar a los realistas que sabía, estaban al acecho en Tupiza. El rumor era para hacer creer a los realistas que el Ejército del Norte, salía en campaña desde Tucumán hacia el Alto Perú. 

Salta en soledad

Luego de la partida de Belgrano, en Tucumán quedaron al mando del coronel Domingo Arévalo, solo 500 hombres de los casi 3.300 que habían sobrevivido al desastre de Sipe Sipe (29/11/1815). En consecuencia, la Intendencia de Salta quedaba sola, debiendo de ahora en más, bastarse a si mismo para tratar de resistir las posible invasiones realistas provenientes del Alto Perú, embates que no tardaron. Obviamente, la noticia sobre el retiro de Tucumán, tanto del Ejército como de Belgrano, causó un rudo golpe al ánimo de los salteños. Y aunque no era mucho lo que últimamente habían aportado a la guerra que aquí Güemes sostenía estoicamente, siempre la proximidad de las fuerzas de Belgrano habían servido de inestimable apoyo anímico y moral.

Realistas al acecho

Y tal como Belgrano y Güemes habían calculado, no tardó el jefe realista José de la Serna, estacionado en Tupiza, en enterarse de los enfrentamientos internos que acontecían en las provincias sureñas (litoral). Es que los realistas contaban en Salta y Jujuy, con una enaceitada y amplia red de espionaje. De esa actividad, participaban algunas familias realistas y también ciertos terratenientes y comerciantes que estaban en contra de los “aportes de guerra” que les exigía el gobierno de Martín Güemes. 

 

La ocupación de Jujuy

El 12 de marzo de 1819, De la Serna, acantonado con su ejército en Tupiza (unos 100 km al norte de Yavi), ordenó iniciar la marcha e invadir las provincias sureñas (Salta y Tucumán). 

El día 14 los realistas llegaron a la posta de Cangrejos, ya en territorio salteño, sitio donde establecieron su cuartel general, unos 50 kilómetros al sur de Yavi. Por su parte la vanguardia realista, al mando de José de Canterac y jefe del Estado Mayor, siguió hacia Humahuaca para esperar allí refuerzos de caballería. Cuando lo tuvo, avanzó a Jujuy. Lo hizo a duras penas por la tenaz resistencia que le ofrecieron las partidas gauchas de Bartolomé de la Corte, Manuel Eduardo Arias y Manuel Alvarez Peredo. 

Pero pese al intenso acoso gaucho, los realistas continuaron su marcha hasta que por fin, el 26 de marzo de 1819, alcanzaron la ciudad de San Salvador que de inmediato fue ocupada. Recién entonces supieron que la anunciada campaña hacia el norte del Ejército del Alto Perú, había sido una falso rumor echado por el general Belgrano. 

 

El ejército realista se retira al Alto Perú

La ocupación de la ciudad de San Salvador de Jujuy duró solo tres horas. 

General José de la Serna

La ocupación de San Salvador de Jujuy (por entonces territorio salteño) duró solo tres horas. En ese breve tiempo, y con la nueva información con que contaba, los realistas evaluaron si continuar la marcha hacia el sur y comprometer sus fuerzas más allá de Jujuy o retroceder hacia el Alto Perú.

Además del intenso acoso gaucho, también consideraron las consecuencias que tendría para el Alto Perú, la derrota sufrida en Maipú (05/04/1818). Y así fue que, luego de un breve análisis de la situación, los invasores resolvieron volver sobre sus pasos hasta Tupiza, por supuesto, sufriendo un intenso asedio gaucho. De esta forma, el 26 de marzo de 1819, concluyó la quinta invasión realista a la Intendencia de Salta. Corta incursión donde hay que destacar una noble gestión de Belgrano. Cuando ya partía hacia el sur, solicitó a Buenos Aires que autorizara el envío de refuerzos a Güemes, desde Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca. Pero Buenos Aires rechazó el pedido y así fue que ninguna provincia acudió en ayuda de Salta, y mucho menos el gobierno central, más ocupado por entonces en las luchas intestinas, que en la guerra de la Independencia.

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