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La alianza entre Trump y Bolsonaro

Martes, 19 de marzo de 2019 00:00

Por primera vez en la historia, un general brasileño pasó a desempeñarse como subcomandante en el Comando Sur del Ejército estadounidense. La designación del general Alcides Valeriano de Faria Junior, quien asumió la responsabilidad de la "interoperabilidad" entre el Comando Sur (con sede en el estado de Florida) y las demás Fuerzas Armadas de la región, simboliza acabadamente el giro copernicano de la política exterior brasileña impuesto por el presidente Jair Bolsonaro, que implica un cambio cualitativo en la geopolítica sudamericana.

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Por primera vez en la historia, un general brasileño pasó a desempeñarse como subcomandante en el Comando Sur del Ejército estadounidense. La designación del general Alcides Valeriano de Faria Junior, quien asumió la responsabilidad de la "interoperabilidad" entre el Comando Sur (con sede en el estado de Florida) y las demás Fuerzas Armadas de la región, simboliza acabadamente el giro copernicano de la política exterior brasileña impuesto por el presidente Jair Bolsonaro, que implica un cambio cualitativo en la geopolítica sudamericana.

Faria Junior sustituyó en el cargo a un general del Ejército chileno, quien pidió su retiro con diez meses de anticipación puesto que su mandato expiraba recién en noviembre próximo. Este inesperado adelanto fue interpretado como una señal de cierta premura política en la implementación del relevo, relacionada con la continua aceleración de la crisis venezolana, cuyo ritmo y desenlace nadie está hoy en condiciones de vaticinar.

El nombramiento de Faría Junior se conoció en ocasión de la visita a Brasil del almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur, quien mantuvo prolongadas reuniones con los mandos militares para examinar el escenario regional y en particular la situación venezolana. En tren de coincidencias, la presencia del jefe militar estadounidense coincidió con el arribo a Brasilia del embajador venezolano designado por el presidente interino Nicolás Maduro.

En sus declaraciones a la prensa brasileña, Craig fue bastante explícito. Subrayó la importancia que tiene para Washington la cooperación militar con tres países sudamericanos: Brasil, Colombia y Chile. Señaló también la preocupación estadounidense sobre la penetración rusa y china en América Latina. Puntualizó que Venezuela, Cuba y Nicaragua son considerados como los tres regímenes hostiles de la región. La Argentina no fue mencionada en esas declaraciones.

El drástico viraje en la política exterior de Brasilia no es una simple manifestación de las inclinaciones ideológicas de Bolsonaro. Es el resultado de un replanteo estratégico impulsado desde hace tiempo por el Estado Mayor del Ejército brasileño e implementado por un gobierno constitucional que asumió como propio ese diagnóstico y actúa en consecuencia.

El renacer de una tradición

Cuando en 1902, el canciller José Paranhos, más conocido como el barón de Rio Branco, considerado el fundador de la diplomacia brasileña, asumió sus funciones, puso en marcha una política de alianza con Estados Unidos para prevenir lo que evaluaba como las tendencias imperialistas europeas sobre la Amazonia. Paranhos aspiraba a que, con el beneplácito de Washington, Brasil ejerciera un papel estabilizador y hegemónico en América del Sur, similar al que en el norte desempeñaba Estados Unidos.

Osvaldo Aranha, canciller de Getulio Vargas entre 1938 y 1944, acompañó esa visión, con la idea de que Brasil prestaría apoyo a Estados Unidos en las cuestiones mundiales, mientras que Estados Unidos respaldaría el desarrollo económico y los intereses brasileños en América del Sur. Esta concepción inspiró la participación de Brasil como aliado de Estados Unidos en la segunda guerra mundial, coordinando el apoyo latinoamericano, que implicó el envío a Italia de una "fuerza expedicionaria" que combatió junto a los ejércitos aliados. En contrapartida, Estados Unidos financió la construcción de la usina de acero de Volta Redonda, pilar de la industria pesada brasileña, y colaboró para mantener estable durante la guerra el precio internacional del café.

Bolsonaro y el Ejército brasileño pretenden recrear aquella tradición. En una conferencia pronunciada en enero de 2018 (diez meses antes de la elección de Bolsonaro), el entonces jefe del Ejército, general Dias Villas Boas, principal ideólogo de este replanteo, reivindicó ese nacionalismo pragmático y desarrollista de la era de Vargas: "Brasil desde la década del 30 a la década del 50 fue el país del mundo que más creció. Había una ideología de desarrollo, había un sentido de proyecto".

Al mismo tiempo, Villas Boas, actualmente asesor especial de Bolsonaro en el Palacio del Planalto, criticó todo lo que vino después, lo que incluye aunque no lo mencionó explícitamente al régimen militar que gobernó entre 1964 y 1985: "Cometimos el error de, durante la guerra fría, permitir que la línea de fractura pasara por dentro y dividiera nuestra sociedad. Fue allí donde perdimos el sentido de cohesión, perdimos esa ideología de desarrollo. Quedamos un país a la deriva".

Nacionalismo de fines

Esta nueva visión estratégica del Ejército brasileño, encarnada por el equipo militar que rodea a Bolsonaro, intenta conciliar un "nacionalismo de fines", centrado en el fortalecimiento de Brasil como una potencia regional con proyección global, pero desvinculado del "nacionalismo de medios", basado en el proteccionismo y la intervención estatal en la economía.

De allí que ensaye una convivencia con el programa del superministro, Pablo Guedes, ferviente partidario de las privatizaciones y la apertura internacional de la economía, mientras que en el plano internacional promueve una alianza militar con Estados Unidos.

En línea con ese pensamiento, Bolsonaro busca insertarse como el apéndice sudamericano de la "derecha alternativa" que emerge en Occidente, impulsada por el ascenso de Trump en Estados Unidos y el avance de corrientes afines en casi toda Europa, cuya principal expresión política en el viejo continente es Matteo Salvini, jefe de la Liga Nacional y "hombre fuerte" del actual gobierno italiano. Steve Bannon, el ex estratega electoral de Trump, erigido en promotor de la creación de una "internacional nacionalista", afirmó que Bolsonaro "es la clase de hombre que sólo aparecen cada dos generaciones y puede recuperar el país, claramente un populista y nacionalista".

Un aspecto fundamental de la designación de Faria Junior en el Comando Sur es que el general brasileño estará a cargo de la "interoperabilidad" entre las Fuerzas Armadas de la región en las actividades relacionadas con la "ayuda humanitaria". La oposición brasileña y un sector de la izquierda latinoamericana ya alertaron que este mecanismo sería el instrumento escogido por Washington para justificar una intervención militar en Venezuela.

Si bien esa alternativa ha sido hasta ahora descartada por la mayoría de los países latinoamericanos, el colapso energético, que profundiza la crisis humanitaria venezolana, unido al mantenimiento del apoyo a Maduro de la cúpula militar, puede llegar a modificar esa postura. En ese caso, el protagonismo del Brasil de Bolsonaro sería un paso decisivo para alcanzar aquel sueño del barón de Rio Branco de ser reconocido por Estados Unidos como potencia rectora en América del Sur. ­Teléfono para la diplomacia argentina!

 

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