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Las hijas de los Hijos siguen su propia lucha

Son los chicos que militan dentro de una familia víctima del terrorismo de Estado.
Domingo, 24 de marzo de 2019 00:38

Julieta y Guadalupe son hijas de Mariana Leonard. El apellido ya tiene relevancia en la lucha por los derechos humanos en Salta.

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Julieta y Guadalupe son hijas de Mariana Leonard. El apellido ya tiene relevancia en la lucha por los derechos humanos en Salta.

La primera tiene 23 años, es profesora de Educación Física y ahora ingresó a Nutrición en la UNSa. Guada tiene 17 y está en la Licenciatura en Física; es evidente el indicio del profe Daniel Córdoba en ella.

Son salteñas, familiares de detenidos desaparecidos, juegan al hockey en Popeye, son jóvenes “normales” que van a las marchas, a las sentencias y a los actos acompañando a su madre, su abuela, sus primos, sus tíos y a los otros nietos que ya son sus hermanos de la militancia.

“Yo tengo el recuerdo de ir muy chiquita a las convocatorias de las agrupaciones. Me acuerdo del Negro Gusta, de Raúl, Leo Juárez, que son amigos de mi mamá y que me cuidaban, me hacían jugar y me llevaban en los hombros. Luego ya pudimos elegir y siempre optamos por acompañar a nuestros familiares que son víctimas del terrorismo de Estado. Ahora elegimos la militancia más allá de pertenecer a la familia que pertenecemos. Ahora acompañamos en la lucha de nuestros padres y de nuestros abuelos. Los Hijos (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) son nuestros padres y por lo tanto también luchamos por la memoria”, dijo Julieta mientras cocinaba al mediodía. “Si bien es como que nos queda lejos en el tiempo, nosotras podemos contar la historia en primera persona. Conocemos los hechos, los sucesos, los secuestros, las desapariciones, los muertos y los que quedaron con vida. También conocemos los rostros y los nombres de los culpables porque los que faltan también nos faltan a nosotras. Nos faltan tías, tío y tíos abuelos también. Nosotras sufrimos los relatos de la detención de nuestra abuela Nora, lo sentimos en carne propia”, dijo Guada.

“Nosotras no nos perdemos estos actos, forman parte de nuestras vidas. Si bien acompañamos, por ahora no participamos en los discursos. Suponemos que más adelante tomaremos la palabra; porque nadie nos la niega”, dijo Julieta en un seguidilla de intervenciones en donde las hermanas se turnan para explicar. Ellas lo hacen bien. Tienen los recuerdos de estar en el paraje Palomitas y recordar anécdotas con los demás niños que desde que nacen son ya “compañeros”.

“En el parque (Portal de la Memoria) fueron varias veces los turistas y preguntaban y nosotros les explicábamos todo. Largábamos todo lo que podíamos”, dijo Guada riendo.

Hoy, los pañuelos blancos dieron el espacio de la calle para los otros colores. Verdes, naranjas, negros y mantos multicolores le dieron una diversidad que es valorada.

“Yo voy con nuestro perro Simón que va disfrazado de pañuelos verdes. Somos comunistas y feministas. Defendemos el aborto legal, además de luchar por la memoria de nuestros familiares desaparecidos por el terrorismo de Estado”, dijo Guada.

Las chicas aseguran que ya “falta poco” para que se arme definitivamente en Salta la agrupación de los nietos que congregue a los hijos de Hijos.

“Somos la pesadilla de los genocidas, la memoria que nunca muere, que los irán a buscar a donde sea y que seguirá la lucha por el ‘Nunca más’”, concluyó Julieta.

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