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Por qué el tiempo parece pasar más deprisa a medida que envejecemos

Un investigador logra explicar por qué los días de nuestra infancia parecen durar más que los de nuestra madurez.
Domingo, 24 de marzo de 2019 10:54

A todos nos ocurre. A medida que nos vamos haciendo mayores el tiempo parece acelerarse y los días, las semanas, los meses e incluso los años, se suceden en nuestras vidas a velocidad de vértigo, sin que casi nos demos cuenta. ¿Otra vez verano? ¡Pero si parece que fue ayer cuando estábamos de vacaciones y ya ha pasado un año!
Ahora, Adrian Bejan, investigador de la Universidad de Duke, ha hallado una explicación de por qué esos días interminables de nuestra infancia parecían durar mucho más tiempo que los de nuestra madurez. Y la razón no es otra que la Física. Los resultados de esta investigación se acaban de publicar en la revista European Review.
"Las personas - afirma Bejan- a menudo se sorprenden de lo mucho que recuerdan de los días que parecían durar eternamente en su juventud. Y no es que sus experiencias fueran mucho más profundas o más significativas entonces que ahora, sino que se estaban procesando mucho más deprisa".
Según Bejan, en efecto, el fenómeno se debe a los cambios físicos que se producen en el cuerpo humano durante el proceso de envejecimiento. De este modo, a medida que las enmarañadas redes de nervios y neuronas maduran, van creciendo en tamaño y complejidad. Y eso conduce a que las señales que recibimos del exterior tengan que recorrer caminos más largos hasta llegar al cerebro. Después, y a medida que esos caminos empiezan a envejecer, se degradan, ofreciendo más resistencia aún al flujo de las señales eléctricas que los recorren sin cesar.

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A todos nos ocurre. A medida que nos vamos haciendo mayores el tiempo parece acelerarse y los días, las semanas, los meses e incluso los años, se suceden en nuestras vidas a velocidad de vértigo, sin que casi nos demos cuenta. ¿Otra vez verano? ¡Pero si parece que fue ayer cuando estábamos de vacaciones y ya ha pasado un año!
Ahora, Adrian Bejan, investigador de la Universidad de Duke, ha hallado una explicación de por qué esos días interminables de nuestra infancia parecían durar mucho más tiempo que los de nuestra madurez. Y la razón no es otra que la Física. Los resultados de esta investigación se acaban de publicar en la revista European Review.
"Las personas - afirma Bejan- a menudo se sorprenden de lo mucho que recuerdan de los días que parecían durar eternamente en su juventud. Y no es que sus experiencias fueran mucho más profundas o más significativas entonces que ahora, sino que se estaban procesando mucho más deprisa".
Según Bejan, en efecto, el fenómeno se debe a los cambios físicos que se producen en el cuerpo humano durante el proceso de envejecimiento. De este modo, a medida que las enmarañadas redes de nervios y neuronas maduran, van creciendo en tamaño y complejidad. Y eso conduce a que las señales que recibimos del exterior tengan que recorrer caminos más largos hasta llegar al cerebro. Después, y a medida que esos caminos empiezan a envejecer, se degradan, ofreciendo más resistencia aún al flujo de las señales eléctricas que los recorren sin cesar.

Menos imágenes nuevas

En otras palabras, la velocidad a la que se adquieren y procesan nuevas imágenes mentales disminuye con la edad. Según Bejan, no hay más que fijarse en la frecuencia a la que se mueven los ojos de un bebé en comparación a los de un adulto. Y es que los bebés procesan las imágenes mucho más rápido que una persona mayor, y sus ojos se mueven más a menudo, adquiriendo e integrando continuamente nueva información.
El resultado final es que, dado que los adultos ven menos cantidad de imágenes nuevas en la misma cantidad de tiempo, les parece que el tiempo está pasando más rápido.
"La mente humana siente que el tiempo cambia cuando las imágenes percibidas cambian -asegura Bejan-. El presente es diferente del pasado porque la visión mental ha cambiado. Y los días parecen durar más durante la juventud porque las mentes jóvenes reciben más imágenes durante un día que la misma mente en la madurez".

Fuente: ABC

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