El fútbol salteño no olvidará jamás aquel 20 de abril de 1994, el día en el que Diego Maradona jugó por única vez con la Selección en Salta, hizo “jueguito” y hasta marcó un gol de penal.
Gimnasia y Tiro inauguraba su nuevo estadio con tribunas de cemento y para ello se organizó un partido amistoso ante Marruecos. Unas 35.000 personas colmaron el Gigante del Norte para ver al equipo de Alfio Basile, que también presentó a figuras como Gabriel Batistuta, Oscar Ruggeri, Diego Simeone y Abel Balbo.
Argentina ganó 3 a 1 ese partido con los goles de Balbo a los 13 minutos, Maradona de penal a los 55 y Hugo “Perico” Pérez a los 81. Mohamed Chaouch había descontado para los africanos en el minuto 63.
El seleccionado nacional se encontraba en un gran momento tras haberse consagrado campeón en las copas América de 1991 y 1993 y se preparaba para disputar el mundial de Estados Unidos 1994.
Aquella noche Diego hizo “jueguito” con una naranja que habían arrojado desde la tribuna, demostrando que su magia la aplciaba a cualquier objeto esférico, sin importar el tamaño ni el material.
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El fútbol salteño no olvidará jamás aquel 20 de abril de 1994, el día en el que Diego Maradona jugó por única vez con la Selección en Salta, hizo “jueguito” y hasta marcó un gol de penal.
Gimnasia y Tiro inauguraba su nuevo estadio con tribunas de cemento y para ello se organizó un partido amistoso ante Marruecos. Unas 35.000 personas colmaron el Gigante del Norte para ver al equipo de Alfio Basile, que también presentó a figuras como Gabriel Batistuta, Oscar Ruggeri, Diego Simeone y Abel Balbo.
Argentina ganó 3 a 1 ese partido con los goles de Balbo a los 13 minutos, Maradona de penal a los 55 y Hugo “Perico” Pérez a los 81. Mohamed Chaouch había descontado para los africanos en el minuto 63.
El seleccionado nacional se encontraba en un gran momento tras haberse consagrado campeón en las copas América de 1991 y 1993 y se preparaba para disputar el mundial de Estados Unidos 1994.
Aquella noche Diego hizo “jueguito” con una naranja que habían arrojado desde la tribuna, demostrando que su magia la aplciaba a cualquier objeto esférico, sin importar el tamaño ni el material.