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23 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Don Jorge Adalberto Montañez, otro tabacalero que fue campeón del mundo 

Llegó a cultivar 800 hectáreas de tabaco cuando en Salta el rendimiento promediaba los 1.200 kg/ha.
Domingo, 28 de abril de 2019 00:37

Don Jorge Adalberto Montañez, el mayor productor de tabaco del mundo entre 1969 y 1979, nació en el pueblo de Chicoana, el 23 de abril de 1927. Era hijo de doña Paulina Montañez, una criolla cuyos ancestros tendríamos que rastrearlos en el Valle Calchaquí, más precisamente en Cachi Adentro. El hecho es que doña Paulina tuvo tres hijos, Walter, Jorge y Carmen Rosa y, por aquellas cosas de la vida, Jorge, el segundo de los hermanos, creció en el hogar adoptivo del matrimonio de doña Teresa Robles y de don Ramón Rosa César Arias. Fue en ese hogar donde Jorge Adalberto Montañez forjó su porvenir bajo la sombra robusta y generosa de don Ramón César Arias, un arquetipo del campesino salteño de antes. 

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Don Jorge Adalberto Montañez, el mayor productor de tabaco del mundo entre 1969 y 1979, nació en el pueblo de Chicoana, el 23 de abril de 1927. Era hijo de doña Paulina Montañez, una criolla cuyos ancestros tendríamos que rastrearlos en el Valle Calchaquí, más precisamente en Cachi Adentro. El hecho es que doña Paulina tuvo tres hijos, Walter, Jorge y Carmen Rosa y, por aquellas cosas de la vida, Jorge, el segundo de los hermanos, creció en el hogar adoptivo del matrimonio de doña Teresa Robles y de don Ramón Rosa César Arias. Fue en ese hogar donde Jorge Adalberto Montañez forjó su porvenir bajo la sombra robusta y generosa de don Ramón César Arias, un arquetipo del campesino salteño de antes. 

Escuela El Tipal

Montañez hizo sus estudios primarios en la escuela de El Tipal (Chicoana) y a los 14 años, comenzó a trabajar el campo de sus padres adoptivos. Por eso y desde niño, entendió que el trabajo dignifica y que el pan se gana con el sudor de la frente. Y como creció en el hogar de un agricultor, pues don César Arias era dueño de la finca Campo Alegre, de niño se familiarizó con el trabajo rural, con la naturaleza, con las inclemencias del tiempo y con el sacrificio de los labriegos. 

Y así fue que en 1947, a los veinte años, decidió probar fortuna en la actividad tabacalera. Con mucho entusiasmo cultivó sus primeras diez hectáreas de Criollo Salteño, y sin descuidar su “tabaquito”, siguió haciendo maíz, verdura y criando cerdos. 

Pero la vida y la cruda realidad se le vino encima cuando el 9 de noviembre de 1950, falleció su padre adoptivo. Entonces debió hacerse cargo de Campo Alegre, propiedad que atravesaba una difícil situación económica. Pero a poco supo sortear el escollo con trabajo y también con el apoyo de la compañía Nobleza de Tabaco y de su gerente, don John Whittington. 

Casamiento y gremialismo

Siendo un joven veinteañero, se casó a principios de los 50 con doña Nieves Jacinta Raposo, también de Chicoana. Con ella tuvo cuatro hijos: César Apolo, Mirta del Valle, Gladis Susana y Héctor Camilo. Y así, mientras sus niños iban creciendo, Montañez se consolidaba como productor tabacalero. Y junto a esa actividad, surgió su inquietud por acompañar a las nacientes instituciones gremiales de los productores. Así fue que el 10 de junio 1963, participó de la primera Comisión Directiva de la Cámara del Tabaco de Salta, presidida por Guillermo de Winter. Allí estuvo junto a González Bonorino,

Félix Usandivara, Roberto Martínez Saravia, Carlos Choque, Cornejo Becker, Fernández Acevedo, Carmelo Valdés, Antonino Díaz, Lucio, Arturo y Carlos D’Andrea, Felix Saavedra, Adolfo Barrantes, José Illesca, Luis Villa, Eduardo Arias, José Cedolini y Esteban Rebuffi.

Y seis años después, el 25 de febrero de 1969, estuvo en Estación Alvarado, cuando sobre la RN 51, la Cámara del Tabaco de Salta, colocó la piedra fundamental de la “Planta de Acopio e Industrialización del Tabaco”, obra encarada durante la presidencia del Dr. Teodoro Cornejo Becker. 

Y finalmente, el 1 de julio de 1972, junto a los primeros 72 productores, participó de la inauguración de la segunda cooperativa tabacalera del NOA, la CO.PRO.TAB.

Una década colmada de éxitos y cambios

La firma logró cultivar 700 hectáreas y cosechar más de un millón de kilos.

Luego de constituida la firma que permitió la recuperación de Campo Alegre, sobrevino para los Montañez una etapa de producción y expansión que duró una década (1969 -1979). En ese período, la actividad productiva fue tan favorable que les permitió adquirir campos en Guachipas y La Viña, arrendar tierras en Chicoana y Cerrillos, e invertir en maquinarias y tecnología de punta. Así fue que la firma llegó a cultivar más de 700 hectáreas de tabaco Criollo y Virginia, con una producción que superó el millón de kilos, cuando el rendimiento provincial era de 1.300 kg/ha. Esa cifra, hizo que la firma de Chicoana, César A & Jorge A, logre ser la mayor productora mundial de tabaco entre los años 1969/1979. 

Y ese crecimiento fue posible gracias al tezón, la lucha y el trabajo de quienes integraban la firma, pero también, como dice César, “gracias al apoyo financiero y técnico de la Compañía Nobleza y su gerente Leonardo Modugno”. 

Y esa expansión, también permitió la introducción de novedosas innovaciones: las máquinas de encañar, de plantar y de azadonear. Todo se concretó también por contar con recursos humanos altamente capacitados. Fue la primera finca tabacalera que contó con transporte colectivo para su personal. Pero la bonanza terminó en 1980, cuando de nuevo economía y clima (granizo) causaron el quiebre de la firma y la separación de las actividades productivas de sus integrantes. Para Jorge y César fue empezar de nuevo. Y lo hicieron, cada uno por su lado. 

Disgustos económicos y amigos solidarios

Gracias a los amigos D’Andrea pudo salvar su finca de Campo Alegre.

Jorge Montañez entre los almácigos de tabaco.

Como a Jorge Montañez nunca lo convenció el monocultivo, en 1964 intentó diversificar su producción. Quería instalar un tambo modelo y construir un establecimiento de alta tecnología para la cría de cerdos, algo que hacía desde joven. Para concretar los proyectos recurrió al Banco de la Nación, entidad que aprobó los emprendimientos y otorgó el crédito solicitado. Pero la inestabilidad económica del país se ocupó de llevar a Montañez a la bancarrota. Y así fue que el banco se quedó con la finca y sus bienes que luego salieron a remate. 

Para Montañez, la suerte estaba echada y cuando estaba a punto de ser un agricultor retirado, apareció la solidaridad, esa que suelen cosechar los hombres nobles. 
Flameaba la bandera roja y el martillo -ese que muchas veces se lleva ilusiones y sacrificios- estaba por golpear, cuando dos manos en alto rescataron la finca. Eran dos amigos: Carlos y Humberto D’Andrea, que diligentes, retornaron a Chicoana y en manos propias entregaron la propiedad a don Jorge para que con trabajo, recupere el bien. Y así fue. Montañez, como un hombre bien nacido, nunca olvidó aquel gesto solidario que le permitió constatar que la amistad existe. Y así fue que por estas circunstancias, don Jorge quedó inhibido de poder operar legalmente, hecho que lo llevó a emancipar a su hijo mayor. De inmediato, César Apolo comienza a trabajar en nombre de la firma que ambos constituyeron, y que en definitiva fue la que recuperó la finca de Campo Alegre.

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