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Vendía las naranjas de a una, pero con “yapa”

“No basta tener buen ingenio; lo principal es aplicarlo bien”
Domingo, 07 de abril de 2019 00:03

Los narcos son delincuentes que constantemente aguzan el ingenio para poder distribuir y comercializar la droga y de esa manera burlar a las fuerzas de seguridad. Ellos juegan una partida de ajedrez en la que siempre llevan la delantera con algunas piezas de ventaja. Como los maestros del juego ciencia saben que en forma permanente deben inventar “nuevas jugadas”, porque de lo contrario corren el riesgo de perder la partida con un fulminante “jaque mate“. 

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Los narcos son delincuentes que constantemente aguzan el ingenio para poder distribuir y comercializar la droga y de esa manera burlar a las fuerzas de seguridad. Ellos juegan una partida de ajedrez en la que siempre llevan la delantera con algunas piezas de ventaja. Como los maestros del juego ciencia saben que en forma permanente deben inventar “nuevas jugadas”, porque de lo contrario corren el riesgo de perder la partida con un fulminante “jaque mate“. 

Dos muchachos que desde hacía bastante tiempo se habían instalado con su carro frutero en la esquina de las calles Caseros y 20 de Febrero, en pleno centro de la ciudad de Salta, creyeron haber encontrado una fórmula infalible para sumarse a este vil negocio sin que nadie los pudiera descubrir. Sus estruendosas “voceadas” se escuchaban en las peatonales. “Compre, compre señora, la más deliciosa naranja”. Vendían también peras, manzanas y uvas, pero ellos ponían el acento en las “deliciosas naranjas”. Era todo un mensaje y parecía que esto era cierto, porque mucha gente se acercaba a comprarles. En las horas pico no se daban abasto, mientras los carreros de las otras cuadras los miraban con una sensación de envidia

Todo marchaba viento en popa hasta que alguien, no se sabe quién, alertó a los agentes de Drogas Peligrosas que los simpáticos vendedores andaban en cosas “non sanctas”. Así fue como los sabuesos comenzaron a vigilar de manera sigilosa a los “exitosos” fruteros que al mediodía regresaban chochos a sus hogares con satisfacción de haber vendido todo el producto. 

Uno de ellos, que luego se estableció era el dueño del negocio, pasaba antes por la esquina de España y Balcarce, donde explotaba otro carro frutero, manejado por un familiar, y que según los comentario era tan floreciente como el primero. De allí el hombre se dirigía a una playa de estacionamiento de donde retiraba su vehículo y se trasladaba a su domicilio, en el barrio San Benito, donde tenía una coqueta casa de dos plantas.

Esto agigantó las sospechas de los pesquisas, quienes decidieron reforzar el rol de vigías en la esquina de Caseros y 20 Febrero. Así fue como pudieron determinar que los fruteros tenían una cartera de “clientes vip”. 

Se trataba de personas que llegaban y se retiraban con una sola naranja en una bolsa de nylon. Cuando el dueño del carro advertía la presencia del cliente sacaba la bolsita con la fruta de un cajón y luego de contar el dinero se la entregaba. Y para disimular continuaba con su clásico voceo: “Compre, compre señora, la más deliciosa naranja...”.

Tras una semana de pesquisa los agentes antinarcóticos pudieron confirmar que la venta de frutas era solo una pantalla. Ocurrió cuando pararon a uno de los clientes y al revisar la bolsita descubrieron que junto a la fruta había un paquetito con droga. Para tener mayor certeza interceptaron a otros compradores vip y en todos los casos detectaron los clásicos “ravioles” de cocaína y los “porros” de marihuana. Además pudieron corroborar que en la “sucursal” de España y Balcarce también vendían los envoltorios con droga.

Con estas pruebas, más que evidentes, la Unidad Fiscal de Narcocriminalidad allanó los dos puestos de venta de fruta y en ambos hallaron cocaína y marihuana, dinero en efectivo y varios celulares que recibían como parte de pago. El jaque para los fruteros fue fulminante, ya que ambos fueron a parar a la cárcel imputados por el delito de “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización”.

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