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El paisaje de Costa Quebrada

Lunes, 08 de abril de 2019 00:00

Existen lugares en el mundo dueños de una geología espectacular. Por definición, un lugar de interés geológico es un geositio y estos se convierten muchas veces en sitios de interés turístico, especialmente cuando se encuentran a lo largo de rutas que permiten su acceso y en donde se requieren medidas de preservación.

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Existen lugares en el mundo dueños de una geología espectacular. Por definición, un lugar de interés geológico es un geositio y estos se convierten muchas veces en sitios de interés turístico, especialmente cuando se encuentran a lo largo de rutas que permiten su acceso y en donde se requieren medidas de preservación.

Hay miles de sitios geológicos que dependen de las rocas y de los ambientes en que se presentan. Su belleza paisajística los convierte en verdaderos atractivos turísticos. La geología pierde allí su carácter de ciencia para especialistas y se transforma en lectura visual para cualquier ciudadano interesado. Una buena cartelería explicativa, circuitos seguros, señalética y guías profesionales convierten a esos lugares especiales en atractivos paisajísticos y culturales.

Además, cada sitio es por lo general único e irrepetible ya que dependen de una larga y aleatoria historia de eventos en el espacio-tiempo.

La magia cantábrica

En este artículo nos vamos a detener en un lugar del norte de España que se ha dado en llamar "Costa Quebrada". Hoy reviste como Parque Geológico Costa Quebrada en el inventario de parques geológicos del Instituto Geológico y Minero de España. Forma parte de la costa cantábrica de Santander y se extiende por 20 kilómetros. Su espectacularidad radica en la concurrencia de factores geológicos, tectónicos, morfológicos, geográficos y climáticos que confluyen para crear un escenario natural de gran belleza. Allí se atesora una larga historia geológica contenida en las formaciones rocosas. El resultado son estratos de rocas sedimentarias, fosilíferas, mayormente calizas, arcillas y margas, que yacen muy inclinadas hasta casi verticales, las que han estado sometidas a la erosión marina a lo largo de los últimos millones de años.

Todo esto ha dado lugar a una gran cantidad de formas de acantilados, playas y médanos de arenas doradas, plataformas de abrasión marina, entre otros rasgos morfológicos de la dinámica litoral.

El mar Cantábrico azota con sus olas las formaciones geológicas a las que va destruyendo sin prisa pero sin pausa. Las mareas, con sus entrantes y salientes diarias, también ejecutan su trabajo geológico de movilizar el material evacuado de las formaciones originales.

El Cantábrico es un mar sosegado en el verano pero con fuertes y peligrosos temporales en el invierno que levantan olas gigantes que golpean la costa. El resultado es precisamente el de una costa quebrada que se asemeja a las ruinas dentadas de las viejas murallas de un castillo prehistórico.

Se cuenta que el nombre Costa Quebrada le fue dado por el bilbaíno Jesús Mojas en la década de 1960. Durante varios años Mojas, un poeta apasionado de la naturaleza, se dedicó a crear nombres nuevos, topónimos, para los principales rasgos de la costa. Hacia fines de la década de 1970, Mojas conoce en la playa de Somocuevas al prestigioso geólogo español Antonio Cendrero Uceda quien con la paciencia de un divulgador científico nato le explica el origen y la historia de las rocas que afloran en ese tramo de la costa cantábrica.

Mojas lo expone con sus propias palabras: "Antonio Cendrero y yo, nacidos en Madrid y Bilbao, respectivamente, sentimos en su momento la llamada de esta tierra, y compartíamos el uso y disfrute de esa franja litoral al Oeste de la ciudad de Santander. Y paso a paso, brazada a brazada, Antonio, tan sabio en geología como ameno en su divulgación, fue inculcándome el conocimiento y la singularidad de un litoral al que di en llamar Costa Quebrada, códice ya escrito en las grietas de sus tremendos farallones".

La paleohistoria

Cendrero definió a Costa Quebrada como "Un paisaje excepcional que ilustra vívidamente la historia de nuestro planeta". Antonio Cendrero es nieto del famoso naturalista Orestes Cendrero Curiel, nacido en Cuba en 1886 y fallecido en Buenos Aires en 1946. Sus textos de enseñanza se publicaron en España y numerosos países de América Latina.

El abuelo Cendrero pasó mucho tiempo en Santander trabajando en cuestiones de biología marina y oceanografía lo que pudo despertar la pasión de su nieto por la geología de aquellos territorios. El paso a paso de la historia del paisaje de Costa Quebrada se remonta a unos 125 millones de años atrás.

Para entonces no existía la Península Ibérica como tal y sólo se tenían grandes islas y mares someros a una latitud tropical. De allí que la sedimentación marina era mayormente de materiales calcáreos que dieron lugar a calizas o margas, esta última una mezcla de arcillas y carbonato de calcio.

En las zonas continentales reinaban los dinosaurios y en los mares había amonites y se formaban arrecifes de moluscos rudistas y algunos corales. Las capas, finamente laminadas, se fueron acumulando en ese viejo mar, hasta alcanzar un espesor de 1.500 metros.

Dicha sedimentación cubre el tiempo que va desde el Cretácico hasta el Paleógeno, o sea que en su interior contiene el momento del evento cósmico que produjo la extinción de los dinosaurios y otros reptiles marinos y voladores 66 millones de años atrás.

Secretos de Altamira

El movimiento de los continentes y en especial el empuje de África sobre Europa, terminaría comprimiendo y elevando esas capas marinas para dar lugar a las actuales cadenas montañosas Cantábrica y Pirineos, así como también los Alpes y los Apeninos. Una de las capas de esas calizas es el lienzo que usó el hombre prehistórico para grabar sus pinturas en la cercana Cueva de Altamira. Se trata de una caliza ocre de 100 millones de años de antigedad, que recibe precisamente el nombre de Formación Altamira.

En septiembre de 2002, el suscripto fue invitado como profesor extranjero de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en el Palacio de La Magdalena en Santander (España). Dichos cursos destinados a geólogos españoles y dirigidos por el catedrático Francisco Anguita Virella, trataban sobre la “Interacción entre las energías interna y externa de la Tierra”. Los trabajos de campo se llevaron a cabo en la costa cantábrica dentro del ya mentado parque geológico.
Allí se pudo apreciar, in situ, la naturaleza de las formaciones geológicas, la disposición estructural de los estratos y el intenso trabajo de erosión realizado por el mar al golpear las olas contra los acantilados. 
Las capas de calizas más duras resisten dando salientes mientras que las capas blandas arcillosas son rápidamente erosionadas formando profundas entrantes. Se originan además numerosas geoformas caprichosas como arcos, hundimientos por colapso, islotes, ensenadas, playas, barras de arena, flechas, tómbolos y un sinnúmero de relieves de erosión o acumulación.
Ello marca la fisiografía quebrada, dentada y de aspecto ruinoso que da nombre al lugar. Entre los puntos que se destacan para visitar se encuentran:

1) la plataforma de abrasión de Covachos - Arnía - Pedruquíos, un magnífico ejemplo de costa en retroceso;

2) las “Dunas de Liencres”, consideradas el campo de dunas más extenso y mejor desarrollado del litoral cantábrico;

3) la playa de los Peligros-Soto de la Marina, calificada como una de las mejores exposiciones del límite Cretácico-Terciario en la región cantábrica.
Al igual que en tantos otros lugares geológicos allí se puede apreciar cómo la dinámica endógena, del interior del planeta, construye los relieves por el empuje de las placas tectónicas y la deformación de los estratos sedimentarios y a su vez cómo las fuerzas externas de la dinámica exógena tienden a destruir esos relieves hasta hacerlos desaparecer.
Esta dialéctica de la naturaleza se remonta a los momentos primordiales del planeta Tierra, una vez que se estabilizaron continentes y océanos y se pusieron en marcha los diferentes ciclos geológicos. 
En Costa Quebrada se asiste a la lucha del mar con la montaña, cuya interface, la costa, genera los paisajes singulares que no solamente embellecen la vista del turista, sino que además es un libro de la naturaleza con sus páginas abiertas de par en par que invita a leerlas sea a neófitos como a los profesionales.
 Son ecosistemas marinos fosilizados en el tiempo. Esos soberbios afloramientos costeros, golpeados metafóricamente por el martillo escandinavo de Thor, son pura geología en acción.
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