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En un partidazo, River goleó 4 a 1 a Atlético Tucumán, pero no le alcanzó para avanzar

En un partidazo en el Monumental, los dirigidos por Marcelo Gallardo hicieron todo el esfuerzo, pero los tucumanos se metieron en semifinales por el gol conseguido de visitantes más el triunfo logrado de locales el fin de semana. 
Martes, 14 de mayo de 2019 20:14

River Plate desarrolló este martes una gran actuación ante Atlético Tucumán con el triunfo por 4 a 1 en la revancha de los cuartos de final de la Copa de la Superliga, pero no le alcanzó para revertir la serie que finalizó 4-4 en el global, porque los visitantes capitalizaron su único gol en esa condición para convertirse en semifinalistas.
Con este resultado, Atlético Tucumán enfrentará en semifinales al sorprendente Tigre de Néstor Gorosito, que esta misma noche eliminó a Racing, el último campeón de la Superliga, en Avellaneda, el próximo sábado a las 18.45 en Victoria.

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River Plate desarrolló este martes una gran actuación ante Atlético Tucumán con el triunfo por 4 a 1 en la revancha de los cuartos de final de la Copa de la Superliga, pero no le alcanzó para revertir la serie que finalizó 4-4 en el global, porque los visitantes capitalizaron su único gol en esa condición para convertirse en semifinalistas.
Con este resultado, Atlético Tucumán enfrentará en semifinales al sorprendente Tigre de Néstor Gorosito, que esta misma noche eliminó a Racing, el último campeón de la Superliga, en Avellaneda, el próximo sábado a las 18.45 en Victoria.

El dominio de River fue total en un partido emocionante. Obligado por el 3-0 en contra de Tucumán, pero también tocado en su orgullo por una producción pobre en cancha del "decano", el último campeón de América arrinconó a su rival con un ataque permanente.
El regreso de Milton Casco a la titularidad le otorgó mayor profundidad y las tareas correctas de Enzo Pérez y Exequiel Palacios fueron el equilibrio para un equipo lanzado en proyección permanente.
Los desbordes de Matías Suárez, Casco y Nicolás De La Cruz fueron un problema mayúsculo para Atlético Tucumán, que apostó a la resistencia y una contra salvadora. 
Las llegadas de River se multiplicaron tanto en jugadas colectivas como de pelota parada y remates de media distancia. La impericia en la definición demoró el grito de gol, que llegó con la conexión "premium" entre Camilo Mayada, Suárez y Lucas Pratto, que derivó en el taco de Ignacio Fernández para la apertura del marcador.
El público, entusiasmado desde el inicio, apoyó aún más al equipo, con recuerdos permanentes a Boca, a cuatro años del Superclásico del "gas pimienta" que se jugó el 14 de mayo de 2015.
La única llegada de los tucumanos (37m) se produjo con una escapada mano a mano de Rodrigo Aliendro que Franco Armani desbarató con una buena tapada.
El posterior gol de Pratto le puso más justicia al marcador (un remate de Palacios pegó en el palo previamente y el árbitro Ariel Penel no sancionó penal en una mano de Mathías Abero) y a su insistencia en el área luego de una falla de los centrales de Atlético.
El ritmo que River impuso fue frenético. Atlético aguantó todo lo que pudo a la espera de una situación clara que llegó a los cinco minutos del segundo tiempo, cuando River bajó un cambio y Javier Toledo aprovechó tras un anticipo en un córner.
El descuento fue un balde de agua fría para River, porque estiró la ventaja que debía llegar a un 5-1 para pasar en la serie, pero no se dio por vencido y logró el tercero con Suárez tras otro remate en el palo de Pratto y la asistencia de De La Cruz.
El cansancio hizo mella en River, pero el segundo en su cuenta personal de Pratto, de cabeza tras un tiro de esquina, lo puso a un gol de la hazaña que merodeó Núñez cuando faltaban cinco minutos más otros tantos de descuento, pero no se quedó. 
La gente de River cantó: "¡Dale campeón, dale campeón!", como reconocimiento al esfuerzo hasta el último segundo y despidió al equipo con aplausos, de pie, como celebrando las grandes noches victoriosas.
River, bajo la conducción de Marcelo Gallardo se acostumbró a revertir resultados hasta recibirse de especialista en los "mata-mata", pero esta vez se quedó con las manos vacías, aunque como generalmente le sucede, también con la frente en alto.

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