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Un acuerdo necesario que debió hacerse antes

Domingo, 05 de mayo de 2019 01:11

La propuesta del presidente Mauricio Macri para consensuar con la oposición un acuerdo de diez puntos que conformarían pautas de políticas de Estado puede ser evaluada de varias maneras, pero expresa una necesidad básica, aunque muy difícil de lograr, para el país.

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La propuesta del presidente Mauricio Macri para consensuar con la oposición un acuerdo de diez puntos que conformarían pautas de políticas de Estado puede ser evaluada de varias maneras, pero expresa una necesidad básica, aunque muy difícil de lograr, para el país.

La llamada "grieta" es mucho más que un enfrentamiento ideológico con un alto componente emocional, sino que manifiesta una visión antagónica sobre el modelo de desarrollo, las relaciones internacionales y las prioridades de la sociedad.

En la democracia, la alternancia es esencial, pero sólo es factible cuando los diversos actores políticos se mueven sobre un escenario institucional que nadie cuestiona.

Pero el electorado, según las encuestas, no tiene hoy una mayoría dominante; quienes expresan una posición definida se dividen en tres partes, en las que aparecen Macri, Cristina y el Peronismo Federal. Y hay un 40% de indecisos.

En ese contexto, la propuesta de diez puntos contiene cuestiones de sentido común, busca ofrecer confianza a los inversores, los mercados y los acreedores y está dirigida a la oposición en general, aunque se da por descontado que el kirchnerismo no la aceptaría. También, es lógico que aparezca como un manotazo de ahogado. En el Peronismo Federal ya accedieron al diálogo el senador Miguel Pichetto y el gobernador Juan Manuel Urtubey, y ponen reservas Roberto Lavagna y Sergio Massa. La meta de lograr y mantener el equilibrio fiscal es sustancial. El extraordinario flujo de dólares proveniente de la soja permitió a Lavagna erigirse en el ministro del "doble superávit", comercial y fiscal, tras la salida de la Convertibilidad, pero esa situación cambió drásticamente a partir del primer gobierno de Cristina de Kirchner. La recesión y el déficit no se resolvieron en los últimos ocho años.

La independencia del Banco Central, el pago puntual a los acreedores y la integración al mundo son tres cuestiones de cuya definición depende de qué lado de la grieta se ubica cada uno. El cumplimiento de contratos y acuerdos, la transparencia de la información estadística la reforma laboral y la reforma previsional son, en si mismos, cuestiones de Estado. Estos aspectos deberían ser indiscutibles, porque son esenciales a la Constitución y a las exigencias que el sentido común impone a una nación. Pero no es como debería. El argumento de la excepcionalidad y la emergencia los pone en crisis. De igual modo, tampoco se logra materializar el ítem referido a "un sistema federal, basado en reglas claras, que permitan el desarrollo de las provincias ….".

En este punto, el actual gobierno ha fracasado y la ilusión del Plan Belgrano lo pone en evidencia.

El objetivo del gobierno no es el de celebrar un Pacto de la Moncloa, sino el de transmitir confianza a los acreedores ofreciendo plenas garantías de seguridad jurídica.

Hoy, con una inflación agobiante, un dólar inmanejable y encuestas desfavorables, el acuerdo propuesto por el gobierno podría parecer un salvavidas de última instancia. Los resultados electorales en siete provincias, donde Cambiemos no superó el tercer lugar, son un indicio del olvido del interior del país y un anticipo de lo que puede suceder en las presidenciales.

Más allá de la profundidad de los problemas macroeconómicos de nuestro país, el gobierno de Mauricio Macri paga ahora el precio de no haber logrado entablar un diálogo constante y fructífero con el espectro de la oposición al que hoy convoca.

Incluso, en el seno mismo de la coalición Cambiemos, sus socios radicales podrían generar una crisis si la convención partidaria decide dentro de pocas semanas romper la alianza.

La impericia política del Poder Ejecutivo y la soberbia de algunos de sus funcionarios esterilizaron los esfuerzos de sus legisladores Emilio Monzó y Federico Pinedo, quienes acreditan algunos éxitos iniciales en un Congreso donde Cambiemos es minoritario. Quizá sea tarde, pero lograr este acuerdo es imprescindible. Si se dejan de lado las apetencias mezquinas y se piensa en la crisis actual y en el futuro de la Nación, podría ser la base para una verdadera refundación de la política.

 

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