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Series de televisión y omisiones históricas: Chernobyl se cura en La Habana, el episodio que no contó HBO

Una historia de solidaridad y humanismo que Cuba llevó adelante entre 1990 y 2016, en plena crisis económica de la isla. Ayuda que hoy sale a la luz a propósito de la popular serie de HBO que rememora el desastre nuclear de 1986.
Martes, 11 de junio de 2019 20:45

Chernobyl, la serie televisiva de HBO es un verdadero éxito y todos hablan de ella. No obstante, la producción norteamericana no hace referencia en ningún momento a la ayuda ofrecida por Cuba a miles de niños soviéticos afectados por la radiación.

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Chernobyl, la serie televisiva de HBO es un verdadero éxito y todos hablan de ella. No obstante, la producción norteamericana no hace referencia en ningún momento a la ayuda ofrecida por Cuba a miles de niños soviéticos afectados por la radiación.

El 26 de abril de 1986, estalló el cuarto reactor de la planta nuclear de Chernobyl, en Ucrania, que por entonces era parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La catástrofe contaminó un área de cerca de 140.000 kilómetros cuadrados, donde vivían alrededor de 7 millones de ciudadanos soviéticos, provocando una oleada de enfermedades relacionadas con la radiación en el territorio, que incluía partes de tres repúblicas de la URSS: Ucrania, Rusia y Bielorrusia.

La historia

Las playas de Tarará son todo lo que se puede esperar del Caribe cubano. Mar cálido azul turquesa, palmeras idílicas sobre arena fina y ocre, brisa suave. Un puñado de casitas bajas con jardín se ordenan sobre una cuadrícula perfecta a escasos 30 kilómetros al este de La Habana. En el centro, un tosco edificio con la pintura rojiza ajada por el salitre esconde uno de los episodios menos conocidos del desastre de Chernobyl.

Erigida en la década de los 50’, la urbanización de Tarará sirvió de barriada de veraneo para la élite burguesa y militar del país durante la dictadura de Fulgencio Batista y luego pasó a ser un gigantesco campamento deportivo infantil de la Organización de Pioneros José Martí. Pero, a partir del 29 de marzo de 1990, este balneario paradisíaco pasaría a albergar el mayor programa sanitario para los niños afectados por el accidente de la planta nuclear de Chernobyl cuatro años antes.

Entre 1990 y 2011, el hospital pediátrico de Tarará atendió a más de 25.000 infantes víctimas de la radiación en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, la mayoría afectados por cáncer, deformaciones, atrofia muscular, problemas dermatológicos y estomacales. Y muchos con altos niveles de estrés postraumático por haber experimentado el horror nuclear.

Además de las instalaciones clínicas para los afectados —que llegaron a concentrar dos hospitales y una veintena de ramas médicas en el cuadro profesional—, la pequeña ciudad disponía de un teatro, varias escuelas y áreas recreativas que se extendían por casi dos kilómetros de playas cristalinas.

Desde el inicio del programa, Cuba propuso prestar los servicios médicos gratuitamente, solo pidiendo a la URSS que pagara el transporte de los niños. No cambió esa política ni en los años más duros después del colapso del bloque soviético, cuando la isla vivía una enorme crisis económica durante el llamado “período especial en tiempos de paz”.

 

"Fidel me dijo ‘no quiero que estés yendo a la prensa, ni que la prensa esté yendo al consulado. Este es un deber elemental que estamos haciendo con el pueblo soviético, con un pueblo hermano. No lo estamos haciendo para publicidad", relata el excónsul cubano Sergio López en el documental "Chernobyl en nosotros".

Fidel Castro recibió a los niños de Chernoby en julio de 1990. 

Al recibir al primer grupo de niños, Fidel Castro anunció que su país iba a recibir a 10.000 pacientes de la Unión Soviética. Liliya Piltyay, de la Unión Comunista de la Juventud de Ucrania, que escoltaba a los niños, sostuvo: “No lo pude creer. Le pregunté al traductor si se había equivocado. Pero no era un error. Los cubanos hicieron eso, y más”.

 

Casi 30 años después de que el propio Fidel Castro recibiera al pie de la escalerilla del avión al primer contingente de 139 niños, un reciente acuerdo firmado entre el Ministerio de Salud de Cuba y el Gobierno ucraniano abre la puerta a una posible reedición del programa coincidiendo con la atención suscitada por la serie de HBO sobre Chernobyl.

La Agencia Cubana de Noticias anunció que un nuevo grupo de 50 niños ucranianos, muchos de ellos hijos de quienes a comienzos de los 90’ vivieron la misma experiencia en la nación caribeña, viajará en 2019 a La Habana para tratarse sus dolencias.

La playa "antirradiación"

Durante años, las playas de Tarará se poblaron de niñas rubicundas y chavales pálidos que los habaneros se acostumbraron a ver tomando el sol en la playa fuera de la temporada veraniega.

  • La mañana del 26 de abril de 1986, una serie de errores fatales afectaron al reactor número 4 de la central atómica Vladimir Ilyich Lenin, cuyo núcleo del reactor quedó expuesto arrojando gran cantidad de material radioactivo en medio de varias explosiones y un intenso incendio que duró diez días.
  • Pripyat, una ciudad de 50.000 habitantes construida para alojar a los trabajadores de la instalación y a sus familias, no fue evacuada hasta 36 horas después de la explosión. Cientos de miles de adultos y niños quedaron expuestos a la contaminación. Muchos de los menores desarrollaron luego cáncer de tiroides y leucemia, probablemente por inhalación o ingestión de yodo 131 o celsio 173.

Los pacientes solían ser “portadores de más de una enfermedad crónica”, acompañadas de severas alteraciones psicológicas, según un estudio realizado por los doctores cubanos Julio Medina, coordinador durante años del programa; y Omar García, investigador del Centro de Protección e Higiene de las Radiaciones. Por ello clasificaron a los afectados en cuatro grupos, desde los más graves, que podían permanecer durante meses en la isla, a los “relativamente sanos” del grupo IV, que permanecían entre 45 y 60 días.

"Puedo decir, sin exageración, que para nosotros Cuba ha sido la salvación", cuenta la joven madre Natasha Salimova mientras mece a su niño afectado por parálisis cerebral en un carrito, en una pieza de la agencia estadounidense Associated Press de 1999, en el que se puede ver la clínica cubana en funcionamiento.

Solidaridad en un "Período Especial"

Tres meses antes de la llegada de los primeros niños, Fidel Castro avisaba desde el Teatro Karl Marx en La Habana que venían malos tiempos. La caída del Muro de Berlín era el preludio de la inminente implosión del bloque soviético. Los problemas en Europa Oriental podrían ser “tan graves que nuestro país tuviera que enfrentar una situación de abastecimiento sumamente difícil”, dijo Castro ya en enero de 1990.

Era el prólogo del "Período Especial" en el que se sumergió la isla durante más de un lustro, marcado por la escasez y los apagones. Pese a la desaparición del campo socialista europeo, Cuba mantuvo en marcha el programa de los niños de Chernobyl.

"Aunque Cuba atravesó momentos económicamente difíciles, nuestro Estado siguió ofreciendo a los niños atención especializada, cumpliendo un compromiso de solidaridad", señalaba en 2017 el doctor Medina, en una entrevista para el canal Telesur, sobre el notable reto de continuar aceptando pacientes en esos años.

Según estimaciones, hacia 2009, Cuba gastó 350 millones de dólares, una suma enorme para la nación caribeña, solo en medicamentos.

La parte médica se acompañaba con el cálido trato humano por parte del personal del hospital y los cubanos de a pie. Así, el programa de rehabilitación psicológica incluía excursiones y actividades culturales, y los trabajadores solían hacer dulces a los niños y regalarles una torta para sus cumpleaños. “Este apoyo social vino del pueblo, de las personas. Eso no lo puede dirigir nadie. No lo puede dirigir ni el Gobierno ni la política. Esos son valores. Por supuesto esos valores nacen con la revolución y su política, con una forma de vivir. Pero expresaban esos valores de forma espontánea”, afirmó Medina.

 

Pese a que el programa oficialmente finalizó, se mantuvieron vuelos médicos para grupos de pacientes ucranianos y rusos en la isla. Desde 2016, la mayoría han sido tratados en la Clínica Internacional de Siboney, al oeste de la capital cubana. Este será probablemente el nuevo hogar de los niños de Chernobyl en La Habana.

No serán extraños para la población local. Desde mucho antes de que HBO redescubriera la historia de Chernobyl para una audiencia global, cualquier cubano ya sabía dónde ubicar la central nuclear en el mapa y explicar, en algunos casos de primera mano, las consecuencias de lo que allí ocurrió. Herencias del internacionalismo proletario.

Fuente: Cuba debate

 

 

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