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"Hay cierto odio-amor entre Argentina e Inglaterra"

El médico fue uno de los participantes de la aventura de un grupo de nadadores que, liderado por el campeón mundial argentino Claudio Plit, viajó recientemente a las Islas Malvinas.
Viernes, 14 de junio de 2019 00:00

Un grupo de nadadores -entre ellos dos veteranos de la guerra de 1982- liderado por el campeón mundial argentino Claudio Plit viajó recientemente por tercera vez consecutiva a las Islas Malvinas para surcar las gélidas aguas en derredor del archipiélago, en un capítulo más de su cruzada personal de malvinización.

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Un grupo de nadadores -entre ellos dos veteranos de la guerra de 1982- liderado por el campeón mundial argentino Claudio Plit viajó recientemente por tercera vez consecutiva a las Islas Malvinas para surcar las gélidas aguas en derredor del archipiélago, en un capítulo más de su cruzada personal de malvinización.

Uno de los participantes de la aventura fue el médico emergentólogo Gustavo Schneider, quien desplegó en las islas banderas argentinas y de la organización gremial de profesionales de la salud a la que pertenece, Appamia.

En una entrevista con Télam, Schneider dijo que "Inglaterra ambicionó mucho lo nuestro y de alguna manera, si se ambiciona algo del otro, es porque hay cierta admiración". Además, sostuvo que entre Argentina e Inglaterra "hay una relación odio-amor".

¿Cómo es esta visita que ustedes realizaron por tercera vez para nadar en aguas malvinenses?

Esta es la tercera vez que vamos a Malvinas un grupo de unos 30 nadadores encabezado por Claudio Plit, que organiza todos los años un viaje para poder vivir la experiencia en las islas como propias, ya que no hay ningún argentino que no piense que las Malvinas son argentinas. Así surgió esta aventura de ir a nadar a Puerto Argentino, Darwin y Surf Bay, con visitas a los lugares de los combates claves durante la guerra.

Algunos con traje y otros sin traje cruzamos el estrecho de San Carlos, mediante postas de 15 minutos cada uno de los nadadores; después estuvimos en Surf Bay, un lugar donde los isleños van a surfear, y allí nadamos de 500 metros para arriba cada uno, y luego se hizo el circuito de Puerto Argentino de al menos mil metros.

Fue gente de 20 hasta más de 60 años, y que cumplen diversas actividades, como ingeniería, abogacía y medicina. Hay que pedir permiso y cumplir determinadas condiciones, incluso de normas internacionales. Junto a los deportistas deben ir un velero y un gomón, pero sin características comerciales.

Ustedes sostienen que es una forma de "malvinizar".

Interpretamos como "malvinizar" el ingreso como argentinos, en este caso a través del deporte, más allá de cualquier cuestión política fragmentaria, lo cual además es un homenaje a los caídos en la guerra de 1982. Pero una cosa es homenajear a los caídos y otra es reivindicar; estas actitudes las llevamos internamente; el principal matiz es deportivo, aunque de hecho, sí, hay una reivindicación al poder pisar suelo argentino aunque esté bajo bandera inglesa. Además, es un viaje casi terapéutico de los veteranos, que buscan sanar heridas que quedaron en el tiempo, los duelos de todo tipo, la muerte de amigos, la pérdida de un combate.

 

¿Cuáles son las sensaciones vividas en este tipo de incursiones?

Vivimos muchas cosas; los isleños no son ingleses, están bajo bandera inglesa. Tuve que tratar con ingleses, que tienen una apertura diferente, y con los isleños, que son más cerrados. Hay posiciones diversas. Por ejemplo, vivimos en la casa de una mujer isleña que nos ofreció su finca, ya que todo es caro. Las islas viven del turismo, de muchos argentinos que van allí. Hay pocos ingleses, es una cosa lógica. Pero también es lógico que una persona que vive en una isla lo hace, como lo dice la palabra, en un estado de aislamiento. Además el clima es hostil.

¿Ustedes creen que el deporte hermana de tal manera que puede superar diferencias?

En el sentido deportivo es una gran estrategia que derriba fronteras, tanto entre países como ideológicas. Despertamos mucha curiosidad. Por ejemplo fuimos a Surf Bay y había camionetas de los pobladores que desde arriba miraban cuando estábamos nadando. No es fácil ingresar a un lugar donde hubo un conflicto como Malvinas, pero no significa eso un rechazo. Además, hemos ido a nadar a una pileta, nos recibieron excelentemente, y lo único que hacían era observar mucho nuestra conducta, si tenemos sentimientos provocadores. Lo que pasa es que hubo una gran historia antes de la guerra. Y hubo una gran mimetización con Argentina a pesar de que hubo una guerra.

¿Cómo puede explicar esta relación tan contradictoria entre ambos países, con conflictos históricos y guerra de por medio?

Donde hay cierto odio hay cierto amor, aunque suene contradictorio. De alguna manera hay un amor extraño entre Inglaterra y Argentina. Inglaterra ambicionó mucho lo nuestro y si vos ambicionás algo del otro es porque hay cierta admiración, pero no lo vas a admitir. Esto es un juego de estrategias. Incluso el amor mismo es un juego de estrategia. Hay relatos increíbles; hay, definitivamente, un odio-amor entre Inglaterra y Argentina. Están esos relatos de combatientes argentinos e ingleses que muestran una identificación y a veces hasta admiración de la conducta de los soldados argentinos. Los ingleses esperaban una rendición inmediata y no se produjo; el coraje va más allá de la bandera. Vos podés estar en la vereda de enfrente pero si sos hombre de coraje, vas a ser admirado por el otro. Tenemos que rescatar eso sabiamente para el futuro. La convivencia existió siempre. Y la muestra es que viajás por la Patagonia y hay un montón de ingleses y de estancieros ingleses.

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