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Debió indemnizar a su hijo por no haberlo reconocido

Un hombre que creció en la pobreza mientras su padre llevaba una vida de lujos recibió 200 mil pesos en concepto de daño moral.
Sabado, 15 de junio de 2019 00:34

Un hombre de 40 años logró que su padre biológico lo indemnizara por no haberlo reconocido. Tras una vida marcada por una historia de necesidades, abuso y violencia, recibió 200 mil pesos en concepto de daño moral.

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Un hombre de 40 años logró que su padre biológico lo indemnizara por no haberlo reconocido. Tras una vida marcada por una historia de necesidades, abuso y violencia, recibió 200 mil pesos en concepto de daño moral.

Con patrocinio letrado de la defensora oficial civil número uno, Rosa Verónica Orellana, el caso llegó a un convenio entre las partes.

El reclamo original se planteó en 2017; luego de otros trámites judiciales iniciados en 2014 que permitieron establecer su real identidad.

La madre del demandante es una mujer muy pobre, que no alcanzó a terminar sus estudios primarios cuando debió salir a trabajar para aportar al sustento en su hogar.

Así fue como siendo casi una niña, a los 12 años de edad, llegó a desempeñarse como empleada doméstica en una casa del interior provincial. En esa vivienda, según denunció, fue obligada a mantener relaciones sexuales con el hijo de su patrón y quedó embarazada con 17 años.

Antes de que naciera el niño, se sintió obligada a escaparse a Tucumán. Cuando su hijo tenía un mes y ya de regreso en su localidad, la mujer se presentó en la casa en la que trabajaba para contarle al hombre del nacimiento de su hijo, reclamarle que asumiera su paternidad y que colaborara con la manutención.

Como respuesta, la mujer recibió una negativa rotunda. Luego, según su testimonio, un hombre que conocía a su madre terminó reconociendo como propio al niño.

Por esta razón, el primer trámite judicial que debió realizar el hombre que finalmente obtuvo la indemnización fue una impugnación de paternidad y reclamo de filiación paterna. A la resolución favorable la logró con los resultados que obtuvo luego de someterse a un estudio de ADN, que no dejó lugar a dudas sobre quién era su real progenitor.

Abuso y pobreza

Una vez aclarada esa situación y ya correctamente inscripto en el Registro del Estado Civil y de la Capacidad de las Personas; el hombre reclamó una indemnización por el daño moral.

Para probar el daño sostuvo que su padre biológico le dijo "cosas humillantes y burlonas" cuando él pretendió hacerlo entrar en razón.

Aseguró que creció "a la buena de Dios", pues quien lo había reconocido como hijo no era su padre en realidad y por esta razón jamás cumplió con su rol; mientras que su progenitor no solo se negó a brindarle su real identidad sino que, además, volvió a abusar de su madre 10 años después y a desconocer también la paternidad de su hermano, repitiendo la historia.

En un tramo de la demanda interpuesta por la defensora pública Orellana, puede leerse que "durante toda su vida, mi mandante se vio privado de llevar una vida digna con las mínimas necesidades y comodidades de una vida holgada, que hubieran sido cubiertas en caso de que su padre biológico hubiera asumido su paternidad desde el momento de su concepción, de no haber intentado que su madre interrumpiera el embarazo, de haber actuado con las diligencias necesarias, como consecuencia de su conducta abusiva con respecto a su madre".

Dice también la presentación que "fue así que creció sin la figura de un padre y sin cubrir sus necesidades emocionales y económicas mínimas. Durante su niñez subsistió gracias a una pensión por discapacidad que percibía su abuela, habitaban una pequeña vivienda de madera, tenían una cama de dos plazas donde dormían 5 hermanos, no tenían luz ni gas y el agua le era proporcionada por un vecino".

En el escrito, Orellana aclara que "por su parte, el demandado tuvo una vida holgada, llena de lujos, era y es propietario de varios negocios, de distintos rubros, como librería, pinturería, corralón y de varias propiedades. Además, uno de estos negocios está ubicado frente a la escuela, donde vendía útiles, y como ironía de la vida, mi mandante asistía a dicho establecimiento y solo tenía un pequeño y viejo lápiz negro".

Un daño psicológico imposible de superar

Su vida estuvo marcada por las carencias materiales y afectivas.

La defensora oficial civil número uno, Rosa Verónica Orellana, describió la vida de necesidades que pasó el demandante. “Usaba ropas que le regalaban, que en ocasiones tenías bordados nombres de las personas a las que habían pertenecido y por ello recibía burlas”, relató.

La funcionaria sostuvo: “Durante toda su vida, la falta de reconocimiento de su padre biológico puso a mi representado en una situación desventajosa desde el punto de vista individual y social, produciendo en él un daño psicológico irreparable, ya que siempre debió escuchar y soportar los comentarios del pueblo de lo injusto que era la vida, ya que por un lado su vida estuvo marcada por la miseria y carencia de todo tipo de necesidades y por el otro la posibilidad que tenía su padre de cubrirlas y no querer hacerlo”.

También se refirió al “desprecio manifestado por el demandado al no querer entablar ningún tipo de vínculo, exponiéndole en forma constante a situaciones incómodas”.

Luego de años de litigio, el trámite se resolvió con la homologación judicial de un convenio celebrado entre las partes a través del cual el reclamante obtuvo su indemnización y su progenitor logró el levantamiento de un embargo preventivo sobre varias propiedades que la defensora Orellana había solicitado a los fines de mantener inalterable la titularidad de los bienes del demandado.

De acuerdo a los testimonios, el demandado fue inscripto como hijo de un hombre que pretendía mantener un vínculo amoroso con una de sus abuelas y que prestó consentimiento para que la maniobra resultara exitosa.

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