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El peronismo, en la era de la inteligencia artificial

Martes, 18 de junio de 2019 00:00

En estos días, cuando parece consolidarse la polarización entre el macrismo y el poskirchnerismo, la conformación de las principales fórmulas demuestra que la marca "peronismo" continúa vigente.

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En estos días, cuando parece consolidarse la polarización entre el macrismo y el poskirchnerismo, la conformación de las principales fórmulas demuestra que la marca "peronismo" continúa vigente.

El término "marca" no es un mero recurso literario: en el mundo político argentino, la palabra "peronismo" mantiene una presencia política notable, aunque con las mismas ambivalencias que casi todas las caracterizaciones políticas heredadas del siglo XX. Las ideologías han implosionado, la política del tercer milenio requiere nuevos enfoques y en la Argentina, el "River-Boca" de "UCR-PJ" se vació de contenido. Es una marca, pero poco cuidada. En este contexto, muchos analistas sostienen que en las tres fórmulas mejor posicionadas hay cinco peronistas. Mauricio Macri incorporó a Miguel Pichetto, un dirigente con trayectoria pública junto a Carlos Menem, Eduardo Duhalde y el matrimonio Kirchner. Cristina Fernández acompañó a Menem, llegó al primer plano gracias a Duhalde y terminó embanderada con el movimiento bolivariano. Ahora anunció como candidato presidencial a Alberto Fernández que, si bien fue jefe de Gabinete de los Kirchner y funcionario en el área de política de seguros de Menem, es un político nacido en el riñón de Domingo Cavallo. La fórmula emergente de lo que fue Alternativa Federal presenta a Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey, e intentará capitalizar el imaginario peronista sobreviviente y la expectativa de un 35% del electorado defraudado con el presente y el pasado inmediato.

Pero lo que no termina de dilucidarse es qué significa "peronismo". Hoy es un término equívoco, que evoca un apellido y no una consigna. Expresa fidelidad a un liderazgo, pero ese líder fue el emergente de un país de posguerra, en el que había trabajo y faltaba legislación laboral y social, y cuando la incorporación ciudadana a la política era un gran conflicto. Era un país donde la palabra "trabajador" era motivo de orgullo. Ese liderazgo planteó una enorme y violenta dicotomía que duró casi tres décadas. Luego vino el abrazo de Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín, la hibridación de Cámpora y el asesinato de Rucci, tres episodios que precedieron a la muerte del último gran caudillo.

Después, ¿qué es el peronismo? Ampliando la mirada, es evidente que a la política argentina le falta encontrar una definición de lo que entiende por "democracia"; es imprescindible superar esta realidad, donde la información y el debate se limitan a un entramado de memes, agravios e ironías, que dicen mucho y no dicen nada. Las redes sociales son un medio de comunicación y, seguramente, de enorme influencia.

Los candidatos tratan de posicionarse en ellas y algunos expertos, como Jaime Durán Barba, les atribuyen enorme valor informativo y las ven como un espacio donde difundir consignas y conocer el ánimo de la opinión pública. Pero la política requiere mucho más: diferenciar lo estructural de lo circunstancial, pensar cómo funciona el mundo y tratar de pensar el futuro con criterios firmes. Pichetto y Alberto Fernández han adquirido súbita notoriedad, entronizados por las figuras más poderosas de nuestra política. Aunque probablemente haya entre ellos coincidencias básicas, se erigen en voceros de cosmovisiones antagónicas.

Ambos, también, en cada una de sus experiencias, han demostrado ejecutividad y eficiencia. Miguel Pichetto tiene una cualidad que al Gobierno nacional le falta: hablar claro, decir las como son y en términos comprensibles para todos.

Además, tiene muy buena relación con los gobernadores. Fernández es una de las figuras más moderadas que mostró el kirchnerismo a lo largo de sus doce años. Nadie puede imaginarlo como un bolivariano en estado puro.

 

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