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La pasantía de privilegio de Scaloni

Jueves, 20 de junio de 2019 00:54

Pocos seleccionados del mundo que se precien de potencias futbolísticas, o al menos con una ambición manifiesta de proyectarse, superarse y crecer, toman la determinación de darle, sin previo análisis o examen de idoneidad, la Selección argentina a un joven entrenador a modo de pasantía para que aprenda, se equivoque y se foguee sobre la marcha en una competencia de peso como la Copa América. Lo hizo con Scaloni, que se equivocó en sus cuatro enmiendas, volvió a leer mal un partido y demostró que no le da el “piné” para un buzo tan pesado.

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Pocos seleccionados del mundo que se precien de potencias futbolísticas, o al menos con una ambición manifiesta de proyectarse, superarse y crecer, toman la determinación de darle, sin previo análisis o examen de idoneidad, la Selección argentina a un joven entrenador a modo de pasantía para que aprenda, se equivoque y se foguee sobre la marcha en una competencia de peso como la Copa América. Lo hizo con Scaloni, que se equivocó en sus cuatro enmiendas, volvió a leer mal un partido y demostró que no le da el “piné” para un buzo tan pesado.

Lo cierto es que tras mala experiencia con Sampaoli en la que nos “quemamos con leche” eligiendo a un entrenador que reconoció que no le gusta planificar ni trabajar, Claudio Tapia y compañía optaron por darle la Selección a un aprendiz porque era la opción que les quedaba más cómoda, porque era “barato” y fundamentalmente funcional a un grupo de jugadores que no parecen percatarse del recambio generacional que desde hace tiempo se impone, lista que integran futbolistas de elite y enormes fojas individuales que cumplieron un ciclo con la celeste y blanca, pero que siguen cortando el queso puertas para adentro en Ezeiza: caso Agüero, Di María y Otamendi. 
 

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