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Mariano Necochea y el famoso hachazo que le salvó la vida en El Tejar

El granadero redactó por orden del general San Martín el parte del combate de San Lorenzo.
Domingo, 23 de junio de 2019 00:30

En plena Guerra de la Independencia, en enero de 1815, el flamante jefe del Ejército del Norte, general José Rondeau, había dispuesto iniciar desde Jujuy -y con la venia del gobierno de Buenos Aires- la tercera invasión al Alto Perú. Lo hizo pese a la sugerencia en contra de José de San Martín, quien, al alejarse de la jefatura de ese cuerpo en 1814, había dicho, palabras más palabras menos, que por el Alto Perú “la Patria no haría camino...”. Para añadir a renglón seguido que con los gauchos de Güemes, bastaba y sobraba para sofrenar cualquier aventura invasora de los realistas. 

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En plena Guerra de la Independencia, en enero de 1815, el flamante jefe del Ejército del Norte, general José Rondeau, había dispuesto iniciar desde Jujuy -y con la venia del gobierno de Buenos Aires- la tercera invasión al Alto Perú. Lo hizo pese a la sugerencia en contra de José de San Martín, quien, al alejarse de la jefatura de ese cuerpo en 1814, había dicho, palabras más palabras menos, que por el Alto Perú “la Patria no haría camino...”. Para añadir a renglón seguido que con los gauchos de Güemes, bastaba y sobraba para sofrenar cualquier aventura invasora de los realistas. 

El hecho es que Rondeau que ya estaba en Jujuy, abrió nomás la tercera campaña libertadora al Alto Perú con unos 4.000 hombres más mil jinetes de la división Salta de Güemes.

Por su parte, la vanguardia patriota ya se encontraba en Humahuaca bajo el mando de su nuevo jefe, el coronel Martín Rodríguez, reemplazante de Martín Güemes por disposición de Rondeau. 

Y así fue que estando en Humahuaca, al coronel Rodríguez se le ocurrió avanzar hacia el norte para realizar un reconocimiento del terreno. Para ello, encabezó un escuadrón de granaderos a caballo con el cual logró arribar al final de la jornada (18-02-1815), al paraje El Tejar, ubicado entre Humahuaca y Abra Pampa. Allí resolvió hacer un alto para pasar la noche y descansar la tropa. Lo hizo sin tomar las más mínimas medidas de precaución y seguridad. Y así fue que al alba chica del día siguiente (19-02-1815), mientras el escuadrón de granaderos aún dormía, cayeron sobre él las tropas realistas comandadas por Antonio Vigil, y que habían sido adelantadas por el coronel Pedro Antonio de Olañeta. 

Esa noche, protegidas por las sombras, las fuerzas realistas habían logrado avanzar sigilosamente por el abrupto terreno para caer por sorpresa sobre el campamento patriota que nada pudo hacer, pues hasta para los lamentos ya era tarde. Y así, al asomar el sol, todos los granaderos menos uno, estaban prisioneros, incluso su negligente jefe, el coronel Martín Rodríguez. El único que se salvó de aquella matutina redada era el granadero Mariano Necochea, de escasos 23 años de edad. 

Proeza salvadora

Según Mitre, Mariano Necochea salvó su vida luego de protagonizar un insólito hecho. Las cosas -según Mitre relata- habrían sucedido así: “Este bizarro oficial, encerrado en un corral de piedra con 25 granaderos, procuró resistir algún tiempo (el acorralamiento) pero, viendo la inutilidad de sus esfuerzos por escapar, montó a caballo en pelos y se lanzó sable en mano sobre el enemigo que lo cercaba y que rompió sobre él un fuego sostenido. Necochea duda y se detiene. Era que observaba el punto débil del cerco. Luego enseguida da espuela a su caballo, se lanza como un rayo sobre la caballería que se prepara a recibirle. En eso, un valeroso soldado español le sale al encuentro, avergonzado tal vez de que un solo hombre los cargase. Necochea lo atropella reciamente y descarga sobre él un golpe tremendo que lo derriba. A su frente se abre un claro, pasa por allí esgrimiendo el sable ensangrentado, y escapa golpeándose la boca, siendo perseguido por espacio de dos leguas”. 

Tiempo después, Necochea contando sencillamente esta hazaña decía: “En mi vida he dado un tajo igual: creo que le dividí la cabeza hasta el pescuezo...”.

El granadero

Mariano Necochea nació en Buenos Aires el 7 de septiembre de 1792. Aunque no participó en la Revolución de Mayo, en 1812, se sumó con el grado de alférez al Regimiento de Granaderos a Caballo, recién fundado por el coronel José de San Martín.

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