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A los tumbos, como el país en cinco décadas

La trayectoria de De la Rúa, útil para la radiografía de los males argentinos.
Miércoles, 10 de julio de 2019 02:05

La biografía de Fernando de la Rúa va de la mano con la accidentada vida política argentina del último medio siglo. Reconocido universalmente como jurista, fue un dirigente sin carisma pero intelectualmente sólido, que encarnó al radicalismo tradicional (por no llamarlo conservador) que se enfrentaba con la ola socialdemócrata que impulsaba Raúl Alfonsín, un verdadero líder con extraordinarios reflejos para percibir cada momento político. De la mano de Ricardo Balbín, De la Rúa ganó el espacio público al derrotar al justicialista Marcelo Sánchez Sorondo en el balotaje por las bancas de senadores porteños en 1973. Fue la única victoria radical en el año de la vuelta de Juan Domingo Perón. En el escenario, la batalla de Ezeiza, la implosión del camporismo y el asesinato de Rucci.

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La biografía de Fernando de la Rúa va de la mano con la accidentada vida política argentina del último medio siglo. Reconocido universalmente como jurista, fue un dirigente sin carisma pero intelectualmente sólido, que encarnó al radicalismo tradicional (por no llamarlo conservador) que se enfrentaba con la ola socialdemócrata que impulsaba Raúl Alfonsín, un verdadero líder con extraordinarios reflejos para percibir cada momento político. De la mano de Ricardo Balbín, De la Rúa ganó el espacio público al derrotar al justicialista Marcelo Sánchez Sorondo en el balotaje por las bancas de senadores porteños en 1973. Fue la única victoria radical en el año de la vuelta de Juan Domingo Perón. En el escenario, la batalla de Ezeiza, la implosión del camporismo y el asesinato de Rucci.

Candidato de la Convertibilidad. El Pacto de Olivos puso en pausa su sueño presidencial. En 1999 la recesión ya llevaba dos años y hacía crujir a la Convertibilidad. De la Rúa acordó con el Frepaso la conformación de una Alianza y la candidatura con el peronista Chacho Alvarez.

La fórmula pudo derrotar a Eduardo Duhalde, tratando de diferenciarse de Carlos Menem aunque, curiosamente, la Alianza apostaba a mantener la Convertibilidad, mientras que Duhalde anunciaba que saldría del sistema que había tenido éxito en la lucha contra la inflación durante una década. La falacia se derrumbó rápidamente. Álvarez renunció a los pocos meses y la crisis precipitó la salida de De la Rúa, en diciembre de 2001.

Un país en la tormenta. De la Rúa fue un coprotagonista de los temblores institucionales que, finalmente, lo dejaron mal parado. Es ilusorio aún adelantar quién de sus contemporáneos va a quedar mejor parado ante la historia.

Fue un presidente débil. La UCR no había podido reponerse de la hiperinflación y propuso en 1999 un candidato con escaso poder interno. Asimismo, difícilmente un radical hubiera logrado derrotar a un peronismo unido. Duhalde, el derrotado de 1999, asumió en enero de 2001 para eliminar la Convertibilidad. La inflación, en adelante, se haría cargo del gran ajuste justicialista (porque el ajuste, tarde o temprano, se hace, aunque se lo disfrace). Néstor Kirchner, un protagonista importante de los 90, optó por un nuevo relato. La interna entre Menem y Duhalde hizo posible la llegada de la "década ganada", para la que hizo el trabajo más impopular: devaluar.

Hoy el escenario es similar al de 1999: la oposición intentando definirse como la contracara del Gobierno, pero sin que ni unos ni otros, en ambos lados de "la grieta", digan con claridad qué van a hacer de distinto de lo que ya hicieron en sus anteriores experiencias de Gobierno.

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