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A cualquier precio y con futuro incierto

Jueves, 18 de julio de 2019 00:00

Como esas estrellas apagadas que todavía vemos brillar, el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) se corresponde con un contexto mundial idealizado pero inexistente.

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Como esas estrellas apagadas que todavía vemos brillar, el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) se corresponde con un contexto mundial idealizado pero inexistente.

En el caso del Gobierno nacional, la insuficiente información y debate respecto de los objetivos y efectos esperables del acuerdo no son casuales. Por el contrario, traslucen la postura con la que la administración lleva adelante su política exterior desde 2015. Se trata de una visión cándida respecto de las ventajas de la apertura económica internacional, que tiende a sobrevalorar la gestualidad y desconoce los focos de preocupación respecto de sus consecuencias y efectos concretos.

La UE representa un tercio del comercio mundial, 20 veces el tamaño del Mercosur y posee una marcada especialización en productos industriales (76% de sus exportaciones), que contrasta con la relevancia de los bienes primarios del Mercosur (78% del total).

El producto por habitante de Alemania triplica al de Argentina y sus inversiones en investigación y desarrollo (I+D) medidas como proporción del PBI son 5,7 veces mayores.

Bajo este esquema el bloque europeo se ha provisto históricamente de materias primas indispensables para la fabricación de productos de mayor elaboración, abasteciendo luego al socio con productos industriales y agroindustriales. Cabe preguntarse ¿por qué dejaría de hacerlo, tan gentilmente y con tanto entusiasmo?

Los términos del acuerdo tal como se conocen hasta el momento cargan los mayores esfuerzos sobre el bloque más débil.

Por fuera del comercio de bienes, el Acuerdo establece además límites claros a la aplicación de instrumentos de política necesarios en el marco de una estrategia de desarrollo y diversificación productiva (compras públicas, desarrollo de proveedores de empresas estatales, regulación de propiedad intelectual, etc.).

Sin cambios, este acuerdo convalidará lo que tantos funcionarios y políticos trataron de eludir en la región: la cruda lógica de potencias que "patean la escalera" por la que ascendieron, privando al resto de seguir un camino al desarrollo que cuida el empleo y la producción local como parte de una estrategia sostenible. Los términos del actual acuerdo incrementan las amenazas de primarización y desindustrialización, en una decisión que implicó la resignación de posiciones y avances alcanzados a lo largo de 20 años de intensa negociación.

 

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