Los propietarios de dos fincas privadas denunciaron a los municipios de Vaqueros y La Caldera por la invasión de sus tierras y la tala del bosque nativos para la apertura de un camino alternativo de acceso a los parajes serranos de Los Yacones, Potrero de Castilla y otros. Se trata de una franja de terreno en las márgenes del río Wierna, donde el monte servía de contención para evitar el avance de las crecidas en la temporada estival.
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Los propietarios de dos fincas privadas denunciaron a los municipios de Vaqueros y La Caldera por la invasión de sus tierras y la tala del bosque nativos para la apertura de un camino alternativo de acceso a los parajes serranos de Los Yacones, Potrero de Castilla y otros. Se trata de una franja de terreno en las márgenes del río Wierna, donde el monte servía de contención para evitar el avance de las crecidas en la temporada estival.
Esas tierras pertenecen a las familias Fernández y Pérez, quienes explicaron a El Tribuno que fueron víctimas de “un atropello” por parte de las citadas intendencias, ya que los trabajos fueron dispuestos de manera inconsulta. Señalaron que la situación se agrava por la destrucción del bosque nativo situado en una región protegida en rojo por el mapa de ordenamiento territorial.
También manifestaron su preocupación por el hecho de que el camino que abrieron puede convertirse en un peligroso canal del río que inundaría sus viviendas, sus plantaciones y los potreros donde pasta la hacienda. Además, los damnificados advirtieron que esto podría afectar las torres de las antenas de alta tensión por donde la empresa Termo Andes transporta energía eléctrica a Chile.
Los Fernández y los Pérez apuntaron que son tantos los perjuicios que no alcanzan a comprender el grado de irresponsabilidad de las autoridades comunales al disponer de manera arbitraria la habilitación de un camino alternativo para acceder a los citados parajes en el otro extremo del río. Contaron que los trabajos invasivos en sus tierras fueron descubiertos el viernes pasado. “Fue uno de nuestros peones quien nos dio la voz de alerta”, explicaron Rosa y Luis Fernández. Dijeron que en el lugar se encontraron con dos topadoras de Vialidad de la Provincia y unos 15 operarios con machetes, hachas y motosierras despejando las ramas y troncos que las topadoras fueron dejando a su paso.
“Lo que hicimos fue impedir el avance de las maquinarias y cerrar el paso por donde abrieron las huellas”, señalaron los hermanos Fernández. Ambos mostraron a este medio la apertura del camino en un tramo de 4 kilómetros por 15 metros de ancho. A un costado quedaron como mudos testigos de la destrucción, las tuscas, alisos, laureles, tipas y otras especie autóctonas. “La mayoría de estos arbustos tienen más de veinte años y esta es una zona que figura en rojo dentro del mapa territorial”, se quejaron.
Esta es la topadora que Vialidad Provincial utilizó para arrancar la vegetación nativa.
Indicaron que cuando hablaron con el chofer de las topadoras les manifestó que recibió órdenes de abrir el camino a como dé lugar. Dijeron que trataron de hablar con los intendentes de La Caldera, Daniel Escalera, y de Vaqueros, Daniel Moreno, pero que no fueron atendidos.
Frente a lo expuesto comentaron que lo primero que hicieron fue una exposición policial y una denuncia en la Secretaría de Medio Ambiente de la Provincia. “Por el momento nadie vino a verificar el daño, ni los intendentes nos dieron ninguna explicación de la invasión a nuestras tierras sin permiso”, expresaron los afectados.
Rosa Pérez, otra de las afectadas por el daño en su propiedad, calificó como “un verdadero avasallamiento lo que hi cieron”.
La mujer no pudo ocultar su fastidio al señalar que “los intendentes de La Caldera y Vaqueros saben bien quienes somos los dueños de estas tierras, y lo mínimo que podrían haber hecho es avisarnos sobre este camino”.
Pérez subrayó que los árboles que destruyeron “servían de contención cuando el río crece y el camino que hicieron se convertirá en un canal para que nos inundemos”.
La damnificada aseguró que van a “exigir la reparación de este daño”, y si es necesario “iniciaremos acciones legales”.
Mientras observaba los arbustos derribados sentenció: “Lo más triste es que sea el propio Estado el que destruya una zona ambiental protegida”.