Comenzó agosto y con él se renuevan un sinfín de prácticas y ritos tradicionales propios de nuestro folclore y cultura andina.
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Comenzó agosto y con él se renuevan un sinfín de prácticas y ritos tradicionales propios de nuestro folclore y cultura andina.
Desde las postales del cielo salteño invadido por el humo de los sahumerios a partir de la madrugada y durante toda la jornada del 1 de agosto, hasta la bien sabida y hasta el hartazgo repetida, casi en tono de súplica, frase: "Hay que pasar agosto", forman parte de las costumbres que trae el mes, que además alterna frío con días de calor y de vientos tan cálidos que terminan por desencadenar incendios de pastizales que muchas veces se salen de control.
Pero sin dudas que el ritual de agradecimiento a la Pachamama representa al más importante y distintivo del mes.
Cada primero de agosto, en San Antonio de los Cobres, como en muchos lugares del norte argentino, se cumple rigurosa pero alegremente con el rito por el cual se agasaja a la Madre Tierra para agradecer por los recursos que nos brinda y pedirle su favor para el próximo año.
El ancestral ritual hermana a descendientes de aborígenes y criollos e incluso turistas que desde hace años participan de la celebración. Costumbres religiosas y paganas se confunden en un sentido ritual para honrar a la Pachamama.
Para ello, se cava un pozo en la tierra en el que se corpacharán (depositarán) las ofrendas de los participantes.
Luego del tradicional "Kusilla (alegría), kusilla, Pachamama", se corpachan bebidas y alimentos en el pozo: cerveza, chicha, vino, licores, locro, maíz, zapallo, hojas de coca, tabaco... todo lo que es posible gracias a la generosidad de la tierra.