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Pararon una industria por el trato injusto con una compañera

Todos los trabajadores de Frigorífico Bermejo respaldaron a su colega Silvia Paz. La mujer, en recuperación de cáncer, recibió un telegrama que la dejaba sin sustento.
Jueves, 29 de agosto de 2019 02:17

Ayer, cuando apenas despuntaba la mañana, todos los trabajadores de la planta que el Frigorífico Bermejo tiene en Pichanal, con sus uniformes de trabajo puestos, pararon a cero las actividades de esta industria de la carne. No lo hicieron por dinero, lo hicieron por amor. Sí, en el mundo del trabajo también hay amor del bueno, ese que se manifiesta cuando todos se cruzan de brazos en nombre de la solidaridad, de la humanidad, en desprecio de la injusticia. Lo hicieron por Silvia Paz, una víctima de la falta de empatía con el dolor de algunos miserables que manejan inmerecidas herramientas de poder. 
La trabajadora de 46 años, madre de cinco hijos varones, lleva 22 años de labor en la planta de ese frigorífico en la localidad norteña. El 17 de julio de 2018 le diagnosticaron cáncer de mama con metástasis. Transitó una a una las estaciones de su propio calvario entre cirugías, quimioterapias, rayos, y justo cuando se cumplió un año de aquel diagnóstico, le pidió a su médico volver al trabajo. “Sabía que eso me iba a ayudar”, contó. El doctor le dio una alta provisoria y le prescribió realizar tareas livianas hasta que se vaya recuperando por completo. Y así lo hizo. Volvió y en poco más de un mes se fue sintiendo cada día mejor con el cariño de sus compañeros. Silvia volvió a confiar en sus fuerzas. Pero la semana pasada el gerente de Recursos Humanos de la planta central, ubicada en Salta, le solicitó un certificado de alta definitiva, caso contrario entraría en licencia sin goce de haberes con lo que perdería, además del sueldo, los beneficios de la obra social. Lo consultó con su médico y le dijo que nadie podría darle ese certificado, ya que los pacientes oncológicos obtienen el alta definitiva cinco años después del diagnóstico. 
A contramano de toda lógica y de la ley, el despiadado telegrama le llegó a Silvia con fecha 15 de agosto. Al leer se le vino el mundo abajo, se descompensó y terminó internada por deshidratación. Ahora será sometida a los estudios de rigor por su enfermedad de base, aunque la medida tomada por la empresa quedó luego sin efecto. 
Quebrada por la emoción y el agradecimiento a sus compañeros, Silvia Paz le contó a El Tribuno: “Cuando me llegó la carta documento me deshidraté de los nervios y me tuvieron que internar. Al cumplir un año de licencia por cáncer de mama en julio, me reintegré a trabajar con un certificado de alta provisoria. Yo estaba trabajando en la empresa cuando me llegó la carta documento. Fue un golpe duro, no entendía por qué, me lastimó mucho porque una está muy vulnerable en esta situación. Con cáncer el ser humano cambia y necesita apoyo, no pido que me regalen nada, solo que me dejen trabajar tranquila”. 
Y destacó: “Por suerte, el doctor Martín Medrano, que es el gerente general de la planta central en Salta, fue a ver el problema que había en Pichanal, y ahí los compañeros le explicaron lo que pasó y tomó cartas en el asunto. Me llamó con su amabilidad de siempre, muy educado, y me dio la tranquilidad de que no hay problema con mi trabajo, que cuando me sienta bien vuelva a la planta y que cuando me sienta mal, no vaya. Estoy muy agradecida con el señor Medrano, pero sigo internada porque me descompensé”. 
De su vida contó: “Soy mamá de 5 varones de 21, 19, 13, 11 y 4 años. El más grande está en la universidad, estudiando para Contador Público en la UNSa, y el 19 estaba estudiando Ciencias de la Educación, pero con mi enfermedad se volvió a Pichanal. Me prometió que va a volver el año que viene. Mi esposo es docente, me apoya mucho en este difícil camino. Toda mi familia es mi refugio”.
Y lamentó: “Es bueno que se sepa que lastiman mucho este tipo de actitudes desconsideradas con los trabajadores en recuperación de una enfermedad, es demoledor”. 
Párrafo aparte para los héroes de esta historia: los compañeros de trabajo de Silvia: “Realmente son hermosas personas, los mejores, los más nobles y les agradezco infinitamente el respaldo”. 
 

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Ayer, cuando apenas despuntaba la mañana, todos los trabajadores de la planta que el Frigorífico Bermejo tiene en Pichanal, con sus uniformes de trabajo puestos, pararon a cero las actividades de esta industria de la carne. No lo hicieron por dinero, lo hicieron por amor. Sí, en el mundo del trabajo también hay amor del bueno, ese que se manifiesta cuando todos se cruzan de brazos en nombre de la solidaridad, de la humanidad, en desprecio de la injusticia. Lo hicieron por Silvia Paz, una víctima de la falta de empatía con el dolor de algunos miserables que manejan inmerecidas herramientas de poder. 
La trabajadora de 46 años, madre de cinco hijos varones, lleva 22 años de labor en la planta de ese frigorífico en la localidad norteña. El 17 de julio de 2018 le diagnosticaron cáncer de mama con metástasis. Transitó una a una las estaciones de su propio calvario entre cirugías, quimioterapias, rayos, y justo cuando se cumplió un año de aquel diagnóstico, le pidió a su médico volver al trabajo. “Sabía que eso me iba a ayudar”, contó. El doctor le dio una alta provisoria y le prescribió realizar tareas livianas hasta que se vaya recuperando por completo. Y así lo hizo. Volvió y en poco más de un mes se fue sintiendo cada día mejor con el cariño de sus compañeros. Silvia volvió a confiar en sus fuerzas. Pero la semana pasada el gerente de Recursos Humanos de la planta central, ubicada en Salta, le solicitó un certificado de alta definitiva, caso contrario entraría en licencia sin goce de haberes con lo que perdería, además del sueldo, los beneficios de la obra social. Lo consultó con su médico y le dijo que nadie podría darle ese certificado, ya que los pacientes oncológicos obtienen el alta definitiva cinco años después del diagnóstico. 
A contramano de toda lógica y de la ley, el despiadado telegrama le llegó a Silvia con fecha 15 de agosto. Al leer se le vino el mundo abajo, se descompensó y terminó internada por deshidratación. Ahora será sometida a los estudios de rigor por su enfermedad de base, aunque la medida tomada por la empresa quedó luego sin efecto. 
Quebrada por la emoción y el agradecimiento a sus compañeros, Silvia Paz le contó a El Tribuno: “Cuando me llegó la carta documento me deshidraté de los nervios y me tuvieron que internar. Al cumplir un año de licencia por cáncer de mama en julio, me reintegré a trabajar con un certificado de alta provisoria. Yo estaba trabajando en la empresa cuando me llegó la carta documento. Fue un golpe duro, no entendía por qué, me lastimó mucho porque una está muy vulnerable en esta situación. Con cáncer el ser humano cambia y necesita apoyo, no pido que me regalen nada, solo que me dejen trabajar tranquila”. 
Y destacó: “Por suerte, el doctor Martín Medrano, que es el gerente general de la planta central en Salta, fue a ver el problema que había en Pichanal, y ahí los compañeros le explicaron lo que pasó y tomó cartas en el asunto. Me llamó con su amabilidad de siempre, muy educado, y me dio la tranquilidad de que no hay problema con mi trabajo, que cuando me sienta bien vuelva a la planta y que cuando me sienta mal, no vaya. Estoy muy agradecida con el señor Medrano, pero sigo internada porque me descompensé”. 
De su vida contó: “Soy mamá de 5 varones de 21, 19, 13, 11 y 4 años. El más grande está en la universidad, estudiando para Contador Público en la UNSa, y el 19 estaba estudiando Ciencias de la Educación, pero con mi enfermedad se volvió a Pichanal. Me prometió que va a volver el año que viene. Mi esposo es docente, me apoya mucho en este difícil camino. Toda mi familia es mi refugio”.
Y lamentó: “Es bueno que se sepa que lastiman mucho este tipo de actitudes desconsideradas con los trabajadores en recuperación de una enfermedad, es demoledor”. 
Párrafo aparte para los héroes de esta historia: los compañeros de trabajo de Silvia: “Realmente son hermosas personas, los mejores, los más nobles y les agradezco infinitamente el respaldo”. 
 

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