Luego de 49 días en Roma, ayer por la mañana, se presentó ante la Justicia oranense Gustavo Zanchetta; de esta manera cumplió con el requerimiento judicial que lo obligaba volver a la misma ciudad en la que fue obispo durante cuatro años y donde dos seminaristas lo denunciaron por abuso sexual.
El “hijo espiritual del Papa” llegó vestido con cuello clerical minutos antes de las 10, hora fijada por el juez de Garantías N°2, Claudio Parisi. Luego de aproximadamente diez minutos y de entregar su documentación de viaje, se retiró del edificio judicial. En silencio, sin emitir una palabra, con tranquilidad y hasta con alguna sonrisa, caminó hasta un Audi blanco y no quiso hablar con la prensa.
De esta manera, la libertad del obispo nuevamente depende de la Justicia oranense.
Las primeras medidas restrictivas las dictó el juez Parisi en junio, cuando el religioso se presentó espontáneamente para la audiencia de imputación por abuso sexual promovida por dos seminaristas. El juez limitó la libertad de Zanchetta fundamentando que se ponía en riesgo la investigación. Sin embargo, dos semanas después rechazó levantar las medidas restrictivas, aunque paralelamente le otorgó un permiso especial para que regresara al Vaticano a raíz de que había presentado un certificado laboral, lo que llamó la atención ya que cuando El Tribuno destapó el caso, el Vaticano, a través de su vocero Gianotti y luego el papa Francisco, aseguraron que Zanchetta había sido suspendido de sus funciones administrativas en el Vaticano.
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Luego de 49 días en Roma, ayer por la mañana, se presentó ante la Justicia oranense Gustavo Zanchetta; de esta manera cumplió con el requerimiento judicial que lo obligaba volver a la misma ciudad en la que fue obispo durante cuatro años y donde dos seminaristas lo denunciaron por abuso sexual.
El “hijo espiritual del Papa” llegó vestido con cuello clerical minutos antes de las 10, hora fijada por el juez de Garantías N°2, Claudio Parisi. Luego de aproximadamente diez minutos y de entregar su documentación de viaje, se retiró del edificio judicial. En silencio, sin emitir una palabra, con tranquilidad y hasta con alguna sonrisa, caminó hasta un Audi blanco y no quiso hablar con la prensa.
De esta manera, la libertad del obispo nuevamente depende de la Justicia oranense.
Las primeras medidas restrictivas las dictó el juez Parisi en junio, cuando el religioso se presentó espontáneamente para la audiencia de imputación por abuso sexual promovida por dos seminaristas. El juez limitó la libertad de Zanchetta fundamentando que se ponía en riesgo la investigación. Sin embargo, dos semanas después rechazó levantar las medidas restrictivas, aunque paralelamente le otorgó un permiso especial para que regresara al Vaticano a raíz de que había presentado un certificado laboral, lo que llamó la atención ya que cuando El Tribuno destapó el caso, el Vaticano, a través de su vocero Gianotti y luego el papa Francisco, aseguraron que Zanchetta había sido suspendido de sus funciones administrativas en el Vaticano.
Cuestionamientos
La fiscal Soledad Filtrín, a cargo de la causa, también cuestionó el permiso y lo apeló por considerar que “faltaba a la coherencia” al dictar la restricción por un lado y, por otro, otorgar un permiso que “ponía en riesgo la investigación” que encabezó durante meses.
Zanchetta deberá permanecer en Orán, en caso contrario, si se traslada a alguna otra parte del país, deberá notificar a las autoridades judiciales. Mientras, tiene prohibido viajar al extranjero.
El religioso será notificado del requerimiento de elevación a juicio que ya realizó la fiscal Filtrín. Tendrá seis días para oponerse ante el juez Parisi, que si no da a lugar a la oposición, dictará un auto para elevación a juicio, lo que nuevamente puede ser apelado por la defensa. Si sucede esta segunda oposición, el Tribunal de Impugnación deberá decidir si eleva a juicio la causa. En caso de que no haya oposición, el caso pasará al Tribunal de Juicio.
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