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La crisis de Chubut es un síntoma del país

Domingo, 22 de septiembre de 2019 00:07

Las muertes de las profesoras Jorgelina Ruiz Díaz y María Cristina Aguilar en un accidente, tras participar de un acto sindical, son un símbolo doloroso de la tragedia que sumerge a Chubut en un clima de anarquía, desconcierto y violencia.

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Las muertes de las profesoras Jorgelina Ruiz Díaz y María Cristina Aguilar en un accidente, tras participar de un acto sindical, son un símbolo doloroso de la tragedia que sumerge a Chubut en un clima de anarquía, desconcierto y violencia.

Al margen de las dificultades económicas que atraviesa todo el país, el caso de la provincia patagónica muestra el perfil de vicios estructurales e históricos que, desde hace décadas, llevan al país barranca abajo. Entre ellos cabe señalar el debilitamiento de la autoridad política y el papel decisivo que adquiere el sindicalismo estatal, la subordinación de los deberes de la administración frente a la apetencia política de los gobernantes y la debilidad intrínseca del sistema rentístico, que hace girar la vida de las provincias en torno de la coparticipación y las regalías, y no de la actividad con valor agregado.

Estas malas prácticas, en diverso grado, pueden descubrirse en todas las provincias menos desarrolladas de la Argentina.

Ante la muerte de las docentes, la Ctera convocó a un paro nacional que no tuvo mayor repercusión pero que indica la facilidad con que el sindicalismo estatal encuentra pretextos para suspender la actividad. Las profesoras murieron en un accidente y esa es una tragedia humana, pero no consecuencia de la lucha gremial.

En ese contexto, el dirigente Santiago Goodman, de la Asociación de Trabajadores de la Educación de Chubut, hizo una declaración de contenido nefasto y que impactó en todo el país. Minimizó el daño objetivo que producen los cincuenta días sin clase que padecen las escuelas públicas de la provincia diciendo que "los alumnos aprenden a defender sus derechos y eso es más importante que enseñarles la raíz cuadrada". Ningún docente puede convalidar semejante disparate. La educación es un sistema con currícula, métodos y disciplina, y cada día perdido es irrecuperable. El sindicalismo docente, en general, somete sus decisiones a valores ideológicos y tiende a interferir en los contenidos de la enseñanza. Lo intentó en el caso Maldonado y en el debate por la legalización del aborto. Ahora, la declaración de Goodman exhibe una mirada disolvente que la sociedad no puede tolerar y cuyo futuro cercano es la deriva hacia el autoritarismo.

Pero la anarquía de Chubut no es responsabilidad del sindicalismo sino de décadas de administración irresponsable. Mariano Arcioni asumió como gobernador hace dos años, a la muerte de Mario Das Neves; en junio fue reelecto luego de que firmara una paritaria que incrementó el gasto público un 135%: pasó de $12.018 millones a $28.244. Por supuesto, no lo pudo pagar y en un mes estalló el caos.

Según datos de la Universidad Nacional de la Patagonia, hasta mayo los ingresos provinciales aumentaron el 80% interanual. Chubut es la mayor provincia petrolera y entre enero y julio recibió $9.063 millones en regalías. Pero el 70% de esas regalías se descuenta automáticamente para el pago de deudas en dólares.

Podría decirse que Chubut está hoy pagando una "fiesta" irresponsable de la que el actual gobernador no puede desentenderse. Sin embargo, en medio del caos, con escuelas cerradas, violencia en las calles, rutas cortadas y empresas bloqueadas, no tuvo mejor idea que enviar un proyecto para triplicar su sueldo de casi 90 mil pesos.

Chubut tiene 44 mil empleados estatales dentro de una población de alrededor de 500 mil habitantes. Uno de cada tres empleados en blanco cobra un sueldo del Estado. Su deuda está estimada en $44.000 millones.

Estas condiciones han llegado al extremo, pero son generalizadas entre las provincias argentinas. De no existir un cambio, el país se volverá inviable.

No conviene simplificar asignando las responsabilidades solo en el gobernador, en los sindicatos o en la administración nacional. La crisis de Chubut es un llamado de atención para un país que debe dejar de lado quimeras como la especulación financiera y el gasto público, como si fueran una suerte de "gallina de los huevos de oro". Es hora de poner el rumbo hacia un proyecto de Nación federal, productivo, eficiente y generador de empleo genuino y de calidad de vida.

 

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