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Por el mal tiempo se inundó otra vez el comedor Sueños y Esperanzas

La entrada del barrio Santa Ana de la ciudad quedó intransitable y las calles, anegadas. En parajes como Ovando y en la localidad de El Jardín, la lluvia y el viento hicieron desastres.
Martes, 14 de enero de 2020 01:08

Tras una larga tormenta de casi tres horas registrada la tarde del viernes, en Rosario de la Frontera el agua y viento hicieron de las suyas, y el comedor Sueños y Esperanzas, ubicado en El Bajo, quedó otra vez inundado. El patio donde comen los niños quedó convertido en una laguna. Cabe señalar que al lugar asisten treinta chicos, entre los cuales también hay muchos bebés, como en casi todos los comedores y merenderos que hay en la ciudad.

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Tras una larga tormenta de casi tres horas registrada la tarde del viernes, en Rosario de la Frontera el agua y viento hicieron de las suyas, y el comedor Sueños y Esperanzas, ubicado en El Bajo, quedó otra vez inundado. El patio donde comen los niños quedó convertido en una laguna. Cabe señalar que al lugar asisten treinta chicos, entre los cuales también hay muchos bebés, como en casi todos los comedores y merenderos que hay en la ciudad.

La diferencia es que el Sueños y Esperanzas no recibe ayuda ni subsidios de ningún tipo, solo sobrevive por la caridad de algunos vecinos. Es uno de los comedores más humildes de Rosario de la Frontera y los niños que asisten al lugar son de muy bajos recursos.

Un apostolado

Mirta Salvatierra, la encargada de alimentar a los niños, en vista a las necesidades que tenían muchos de ellos, en febrero del 2019 decidió compartir su patio para cocinarles.

A pesar de todas las dificultades y carencias que tiene, tanto en infraestructura como en la mercadería misma, la mujer no se da por vencida, y todos los días sale por las mañanas a pedir carne y verdura, con el objetivo de que los niños no pasen hambre.

De a poco, logró conseguir donaciones de chapas y realizó una especie de galería para subsanar el tema de la lluvia y guarecerse en los días de más calor, dado que durante los primeros meses, los chicos comían bajo los rayos del sol, parados, solo se sentaban los hermanitos que tenían en faldas a los más bebés.

Mediante las publicaciones en este medio, también obtuvo un par de banquetas y algo de cemento para realizar un piso, y evitar, justamente, este tipo de inundaciones, pero no alcanzó.

Carencias por todos lados

Las carencias del Sueños y Esperanzas siguen siendo las mismas: se cocina a leña, falta un piso, no hay paredes laterales ni un techo seguro.

El fin de semana pasado El Tribuno acudió al lugar y Mirta manifestó: "Otra vez nos hemos inundado, el comedor quedó una laguna de nuevo. Tuvimos que improvisar para que no fuera peor, y cavamos una pequeña acequia para que haga de canal derivador, sino esto se convertía en una pileta gigante como para poder nadar".

"Son muchas las necesidades que tenemos a diario, y es duro ver tanta pobreza, pero más duro es escuchar llorar a un niño de hambre; eso sí que no lo puedo soportar", dijo entre lágrimas la mujer.

"Toda ayuda que nos puedan hacer llegar la gente de buen corazón será bienvenida, acá los chiquitos no tan solo no tienen para comer, sino que también muchas veces andan descalzos, y en invierno eso es más duro", lamentó.

Cómo colaborar

Para todos aquellos que puedan colaborar, se necesita azúcar, yerba, harina, arroz, fideo, aceites, maíz (para hacer polenta, anchi, etc.), leche. Para preparar la comida, una cocina y una garrafa, ya que en el barrio no hay red de gas.

Para evitar las inundaciones, se necesita cemento, chapas, hierros, una puerta y ventanas.

Un buen gesto

Un joven dueño de una panadería tuvo conocimiento de las falencias del Sueños y Esperanzas tras la inundación y no dudó en asistir a los pequeños con pan y tortillas para que puedan desayunar y merendar. Por ese gran gesto, desde hace casi un mes, los chicos tienen tres raciones de alimentos por día, de lunes a viernes.

Tormenta eléctrica devastadora en Ovando

Volaron techos y arboles fueron alcanzados por rayos. No hubo víctimas.

El paraje de Ovando, ubicado al sur de Rosario de la Frontera, también se vio afectado por las fuertes tormentas registradas durante el fin de semana. 
En el único establecimiento escolar que hay en la zona, un par de árboles fueron partidos por los rayos, otros se desprendieron de sus raíces, producto de los fuertes vientos.
El camino también quedó prácticamente anegado por la caídas de árboles.
El Tribuno recorrió la zona, con gran dificultad y apartando las ramas. 
A pocos kilómetros de la escuela, los techos del par de familias que viven allí se desprendieron con los vientos. Afortunadamente, no hubo que lamentar heridos.
 
Acostumbrados

“No es la primera vez que vemos este tipo de tormentas, somos gente de campo y nada nos asusta”, expresó a este medio uno de los trabajadores afectados que viven allí.
“Estamos todos bien, y nuestro patrón ya se está haciendo cargo de todo”, concluyeron.
Las lluvias y los vientos también hicieron de las suyas en galpones y casas que, afortunadamente, están deshabitadas. Se desprendieron varios techos y gran cantidad de árboles en dichos terrenos, los cuales están ubicados a la orilla del camino de Ovando. 
Por su parte, el director de Obras Públicas, confirmó: “Estamos trabajando tanto en las casas como en los caminos. Y esta semana estaremos haciendo un trabajo mucho más fuerte y con más cantidad de personal”.
“Desde Acción Social también se está asistiendo a la gente que sufrió inconvenientes, lo mismo que Defensa Civil y Obras Públicas, estamos trabajando en equipo para dejar el camino y los alrededores en las mejores condiciones”, concluyó.
 
El Jardín

En la localidad de El Jardín, por su parte, las fuertes tormentas desbordaron algunos arroyos y ríos, afectando el paso por el puente del río Clarisan que limita con la localidad de El Tala. Personal municipal se hizo presente prácticamente de inmediato, y solucionaron rellenando con ripio las zonas más afectadas para la normal circulación. 
 
 

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