Mientras la Unión Europea se debate en la crisis desencadenada por el Brexit y la mayoría de sus miembros afronta el flagelo de la desocupación, Alemania protagoniza un fenómeno inédito: una economía a la búsqueda de trabajadores calificados para atender a una creciente demanda insatisfecha. La tasa de desempleo es del 4,8%, la más baja desde la reunificación nacional en 1990, a pesar que ya hay dos millones y medio de europeos no alemanes trabajando en la economía germana. En diciembre pasado, las cámaras empresarias estimaban que existen 1.359.000 puestos de trabajo vacantes.
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Mientras la Unión Europea se debate en la crisis desencadenada por el Brexit y la mayoría de sus miembros afronta el flagelo de la desocupación, Alemania protagoniza un fenómeno inédito: una economía a la búsqueda de trabajadores calificados para atender a una creciente demanda insatisfecha. La tasa de desempleo es del 4,8%, la más baja desde la reunificación nacional en 1990, a pesar que ya hay dos millones y medio de europeos no alemanes trabajando en la economía germana. En diciembre pasado, las cámaras empresarias estimaban que existen 1.359.000 puestos de trabajo vacantes.
La primera ministra Ángela Merkel se hizo rápidamente eco de esa preocupación empresaria: "Sabemos que muchos empresarios buscan desesperadamente trabajadores calificados. Es necesario que hagamos todos los esfuerzos para reclutar a un número suficiente de especialistas. De lo contrario, las empresas tendrán que emigrar y por supuesto no es eso lo que queremos".
La reacción inmediata del gobierno fue convocar a un acuerdo entre los sectores empresarios, las organizaciones sindicales y los gobiernos locales para impulsar un proyecto de ley a fin de incentivar la inmigración de trabajadores calificados de países de afuera de la Unión Europea. La nueva legislación, respaldada por ese amplio consenso, entraría a regir a partir de marzo. Su contenido flexibiliza fuertemente las reglas de acogida, limitándolas al conocimiento básico del idioma local, la acreditación de un mínimo de formación laboral y la falta de historial delictivo. Con el solo cumplimiento de esos requisitos, la ley autoriza a los inmigrantes no europeos a permanecer en el país durante seis meses sin contrato laboral.
La resistencia a la iniciativa de los grupos nacionalistas, expresados en Alternativa para la Nueva Alemania, cuyo bastión electoral reside paradójicamente en la antigua Alemania Oriental, no tuvo ni por asomo el eco que suele alcanzar esa prédica xenófoba en Francia, Italia y el resto del viejo continente. De hecho, Alemania es el país europeo que menores restricciones impuso al ingreso de la migración proveniente de África y Medio Oriente.
Las cámaras empresarias subrayan que las actividades más afectadas por esta situación son el sector informático, la salud y cuidados personales, la construcción y el transporte. En la rama industrial, la franja más perjudicada es la pequeña y mediana empresa, locomotora de la economía alemana, cuyas plantas que están geográficamente distribuidas en todo el territorio, incluso en poblaciones muy pequeñas, y tropieza con la dificultad de que los trabajadores de las grandes ciudades no quieren mudarse.
El Ministro de Trabajo, Hubertus Heil, sostuvo la necesidad de trazar una estrategia para atraer trabajadores calificados. El gobierno impulsa una página web, "Make in Germany", para promocionar internacionalmente las ofertas de empleo y asesorar en materia de cursos de idioma alemán. Existen conversaciones con Brasil, India y Vietnam orientadas a implementar "proyectos piloto" para capacitar a trabajadores de esos países para que puedan ser contratados en Alemania.
El mundo del revés
Bastian Pauli, portavoz de BITKOM, la cámara que nuclea a las 2.600 empresas alemanas de economía digital, recalca que en el sector hay sin cubrir 124.000 vacantes, una cifra récord en los últimos 20 años. Pauli confiesa un interés especial en atraer programadores de la India, un país que constituye una cantera infinita de profesionales de la actividad. Aclara también que en este caso específico la cuestión del idioma no resulta prioritaria, porque los indios hablan inglés, que es el idioma de internet, y manejan el lenguaje de la computación, que es el código de la industria.
La necesidad obliga a agudizar el ingenio. Así ocurre con el sector de la salud y los cuidados personales, un rubro que tiene un crecimiento acelerado por el cambio demográfico que implica el incremento de la expectativa de vida: 3.400.000 alemanes requieren atención personalizada. La demanda insatisfecha de profesionales asciende a unas 40.000 vacantes. En los hospitales de Berlín, se llega a ofrecer una retribución especial adelantada de 9.000 euros para los enfermeros que deseen emplearse.
Pero la urgencia obliga a ensayar fórmulas aún más creativas: las empresas de salud germanas han celebrado convenios en México con universidades locales para financiar la enseñanza del idioma a los enfermeros que acepten trasladarse a Alemania. Ya hay un centenar de enfermeros aztecas trabajando en los hospitales alemanes y este año se aspira a cuadruplicar esa cantidad.
Algo similar sucede en el terreno del transporte público. Las políticas ambientalistas en auge hacen que en las ciudades alemanas adopten cada vez más medidas restrictivas del uso del automóvil en las áreas urbanas. Esas modificaciones generan un fuerte aumento de la demanda de choferes de ómnibus urbanos e interurbanos. Ber Albrech, vocero de B. Bus, anuncia "un boom del transporte público en Alemania y una demanda que no se puede cubrir en el mercado laboral nacional".
Por ese motivo, las empresas de transporte público también empiezan a impulsar iniciativas para atraer profesionales del exterior. B.Bus Gruppe, la principal compañía de transporte público del estado de Baviera, suscribió un convenio con Autoescuelas Acción, una institución española de