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Los duendes, compañeros y custodios de proyectos

En la mayoría de las culturas, relacionan a estos seres mágicos con el cuidado de los elementos. 
Sabado, 10 de octubre de 2020 08:55

Los duendes, término que proviene de la expresión “duen - de casa” o “dueño de casa”, en referencia a su costumbre de entrometerse en los hogares y encantarlos-, han desfilado desde hace siglos por la mitología popular, que los ha caracterizado como seres de aspecto humanoide, de muy baja estatura, piel gris o verdosa y que pueden tener algún poder de tipo sobrenatural. Los duendes son definidos como criaturas pequeñas, de aspecto humanoide pero contrahechas, escurridizas y traviesas.
Debido a su carácter escurridizo, malicioso y festivo, se les atribuyen ser los causantes de todo tipo de daños en el entorno doméstico cuando se les ocurre “visitar” una casa. De ahí su predilección por guardar o esconder joyas o dinero, hacerse invisibles, echar cosas en los platos de comidas y perseguir o asustar a los niños de corta edad. La tradición irlandesa cuenta que San Patricio, patrono de Irlanda, tras fundar su primera iglesia invitó a los paganos celtas a convertirse al cristianismo. Los druidas, los sacerdotes paganos de ese país, temerosos que la fe católica se apoderara de toda la isla, habrían invocado a un grupo de duendes para que fueran a la iglesia de San Patricio a cometer todo tipo de tropelías. El santo, tras llegar al templo, los expulsó diciéndoles: “En nombre de Dios Todopoderoso yo los expulso, espíritus impuros”, cosa que finalmente consiguió. Desde entonces la imagen del santo es utilizada para ahuyentar a estas criaturas.

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Los duendes, término que proviene de la expresión “duen - de casa” o “dueño de casa”, en referencia a su costumbre de entrometerse en los hogares y encantarlos-, han desfilado desde hace siglos por la mitología popular, que los ha caracterizado como seres de aspecto humanoide, de muy baja estatura, piel gris o verdosa y que pueden tener algún poder de tipo sobrenatural. Los duendes son definidos como criaturas pequeñas, de aspecto humanoide pero contrahechas, escurridizas y traviesas.
Debido a su carácter escurridizo, malicioso y festivo, se les atribuyen ser los causantes de todo tipo de daños en el entorno doméstico cuando se les ocurre “visitar” una casa. De ahí su predilección por guardar o esconder joyas o dinero, hacerse invisibles, echar cosas en los platos de comidas y perseguir o asustar a los niños de corta edad. La tradición irlandesa cuenta que San Patricio, patrono de Irlanda, tras fundar su primera iglesia invitó a los paganos celtas a convertirse al cristianismo. Los druidas, los sacerdotes paganos de ese país, temerosos que la fe católica se apoderara de toda la isla, habrían invocado a un grupo de duendes para que fueran a la iglesia de San Patricio a cometer todo tipo de tropelías. El santo, tras llegar al templo, los expulsó diciéndoles: “En nombre de Dios Todopoderoso yo los expulso, espíritus impuros”, cosa que finalmente consiguió. Desde entonces la imagen del santo es utilizada para ahuyentar a estas criaturas.

 

El Duende Amigo

Fabio Pérez Paz, autor del Duende Amigo, le contó a El Tribuno que en Argentina, se relaciona a los duendos con los niños que fallecieron sin la posibilidad de acceder a un bautismo cristiano. “No es que se los vincula con el mal, pero sí con las travesuras que hacen los niños: esconder las cosas, moverlas de su sitio y otras conductas características de los pequeños”, contó Pérez Paz quien se refirió también al temor que solían infundir las abuelas sobre los duendes a los pequeños de la casa, respondió que en realidad, en otras épocas la gente del campo se levantaba muy temprano para trabajar y en la hora de la siesta aprovechaban para descansar. “Entonces les hacían temer a los chicos para que no hagan ruidos”, contó entre risas. 
El autor confesó que esa creencia de que los duendes se llevaban los chicos en la siestas estaba muy arraigada, por lo que cuando creó el Duendo Amigo tuvo en cuenta esta situación, e hizo los personajes con caritas simpáticas para reconciliarse con los personajes. 
“En otros puntos del mundo se los cree custodios de los elementos”, agregó. 
Y así es como los percibe José Martín Aramayo que desde hace 4 años se dedica a la fabricación de duendes. “Antes hacía muñecos infantiles y un día hice un seminario de duendes y comencé a fabricarlos. Se llenó la casa de duendes y les dije que se tenían que ir, qué tenía que vivir de esto?, contó seguro de que sus muñecos no dejan de custodiar su economía y cumplen roles importantes a las viviendas donde los eligen. 
Hoy José cuenta con El Mundo de los Duendes en Facebook y desde allí además de mostrar sus duendes, dicta talleres en forma on line en forma gratuita para que los interesados aprendan a hacerlos. Muchos de sus clientes no se conforman con un duende y compran de a tres o más, los regalan a los amigos o a la familia. “Nunca les tuve miedo, los veo como mis protectores”, expresó y contó que una cliente le aseguró que sus duendes se portan muy bien donde van, porque los hace “con el alma”. 
Verdades, tradiciones, relatos, la realidad es que sus historias, y sus caras, formas y actividades llegaron hasta nuestros días, transitando siglos de cambios, pero ellos - los duendes- siguen inalterables. Para pensarlos no?
 
 

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