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Poderoso caballero

Viernes, 16 de octubre de 2020 02:39

Midas, cuyo "tacto dorado" convertía al instante todo en oro y que tanto lo pidió a los dioses, terminó por aborrecerlo, al mismo tiempo que se hundía en la angustia y la desesperación.

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Midas, cuyo "tacto dorado" convertía al instante todo en oro y que tanto lo pidió a los dioses, terminó por aborrecerlo, al mismo tiempo que se hundía en la angustia y la desesperación.

El dinero no es una realidad material; es un constructo psicológico. Funciona al convertir materia en mente. La confianza es la materia bruta a partir de la cual se acuñan todas las formas de dinero. El dinero es el más universal y más eficiente sistema de confianza mutua.

La religión, el dinero, los imperios y la educación masiva han sido las grandes unificadoras de la humanidad. En la época moderna gracias a la creciente confianza de la gente en el futuro promisorio y en expansión se ha creado el milagro del crédito. El crédito es la manifestación económica de la confianza.

Una "moneda estable" es la que tiene un poder adquisitivo constante en relación con el promedio de los productos. El desiderátum es tener una moneda estable y seguridad en el crédito, pero los hombres deseamos hacernos ricos de cualquier modo y a costa de lo que sea; preferimos casi siempre tener mucho tiempo, dinero, poder y placer.

El ciudadano de a pie se queda perplejo, mudo de espanto, cuando le hablan machacona y apocalípticamente de reservas altas o bajas, emisión monetaria, inflación, deflación, estanflación, recesión, estampida del dólar y todo el resto de la jerga.

La economía tiene importancia para cualquier hombre o sociedad, sin embargo se enseña y se divulga en pocos lugares y para minorías; el desconocimiento, la subjetividad, el misterio y la superstición favorecen a los que tienen el poder financiero; muchas veces quienes competencia técnica en economía tienen fines propios e intereses contrarios a la comunidad.

"Uno de los impedimentos para el éxito de la democracia en nuestra época es la complejidad del mundo moderno, que hace cada vez más difícil para el hombre y la mujer comunes formarse una opinión sobre cuestiones políticas y aun decidir quién es la persona cuyo experto juicio merece el mayor respeto" (Bertrand Russell).

El dinero es un producto cultural y social que aumenta constantemente su influencia sobre las conductas humanas y que no da muestras de decadencia. La gente en general ha obliterado el concepto primigenio de instrumento destinado a facilitar los intercambios comerciales; el dinero ha tomado hace tiempo un valor en sí mismo y es admirado y codiciado por su capacidad de reproducción y crecimiento. Se ha transformado en un fin. Aristóteles, en su "Política" distinguía lo económico (oikonomikos), que era lo concerniente a la correcta administración de propiedades hogareñas, de lo crematístico (chrematisike), referido a que los intercambios buscan aumentar la ganancia.

Se pasa prácticamente de usar el dinero para comprar y vender, a que el dinero se compre y se venda a sí mismo como fuente máxima de provecho. El dinero puede convertirse en poder que influye sobre los demás con incalculable desmesura y efectividad; como el dinero el poder es virtualidad pura, es una posibilidad abierta.

Aun en las mejores democracias, la globalización y la eliminación de fronteras permite una gran movilidad de capitales que pueden imponer condiciones para establecerse en un país, a los que se les conceden privilegios en detrimento de las leyes y condiciones que deberían ser igualitarias para todos; los estados democráticos muchas veces se ven supeditados a un estado plutocrático interior. El dinero por sí solo no basta como cimiento de una ciudadanía auténticamente democrática.

Aunque los economistas pueden afirmar que su método es el mejor, la ortodoxia cambia con cada crisis financiera y con cada burbuja del mercado de valores, y se acepta que todavía tiene que decirse la última palabra en economía. Lo que permite que los bancos (y la economía entera) sobrevivan y prosperen es nuestra confianza en el futuro. Esta confianza es el único respaldo del dinero en el mundo. El crédito nos permite construir el presente a expensas del futuro. Se basa en la suposición de que nuestros recursos futuros serán más abundantes que nuestros recursos actuales. La riqueza consiste principalmente en capital humano, conocimientos técnicos y estructuras socioeconómicas complejas como los bancos. En consecuencia, es difícil llevársela o incorporarla al propio territorio ya que un porcentaje minúsculo posee la mitad de las riquezas del mundo.

Compañías de seguros, fondos de pensiones, sistemas de salud y ministerios de economía ya están aterrados por el salto en la esperanza de vida. La gente vive mucho más tiempo de lo que se esperaba, y no hay dinero para pagar las pensiones y los tratamientos médicos. A medida que los setenta años de edad amenazan con convertirse en los nuevos cuarenta, los expertos piden que se aumente la edad de la jubilación y que se reestructure todo el mercado laboral. La esperanza es que la gente se dé cuenta de lo rápidamente que nos precipitamos hacia una insondable hondura de privaciones y tristeza.

 

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