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Heber Artaza inauguró una muestra inquietante en la Fundación OSDE

La exposición se denomina “Témporo- espacial” y está compuesta por tres series. “Mensajeras”, “Hábitat” y “Nacimientos” tienen claras referencias pandémicas.
Domingo, 25 de octubre de 2020 00:50

El viernes pasado, a las 20.30, se inauguró a través de las redes sociales del artista Heber Artaza su muestra “Témporo-espacial”, en la Fundación OSDE (Vicente López 585). 
Si bien aún pesa sobre los espacios de arte la restricción para la circulación de personas, tanto instituciones como expositores han decidido honrar compromisos asumidos antes de que acaeciera la pandemia de coronavirus. También se han entrenado los espectadores durante este tiempo para ingresar a las plataformas virtuales o a las transmisiones en vivo y tomar contacto con las propuestas artísticas. De tal manera que este diálogo entre quien crea, el objeto creado y quien lo resignifica a partir de su experiencia y su mirada no ha cesado, sino sufrido transformaciones todavía inmensurables.
“Témporo-espacial” está integrada por 34 obras de las series “Mensajeras” y “Hábitat” y una de “Nacimientos”. 
Desde el título el autor alude al tiempo, magnitud física que permite a los seres humanos ordenar en secuencias los acontecimientos para así establecer un pasado, un presente y un futuro. También al espacio, que puede traducirse en la distancia entre dos cuerpos, la extensión que ocupa cada objeto o la capacidad que tiene para contener algo. La percepción de ambas categorías, que nos llevan a localizar estados, procesos y acciones, sin dudas se puso cabeza abajo en este contexto pandémico. 

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El viernes pasado, a las 20.30, se inauguró a través de las redes sociales del artista Heber Artaza su muestra “Témporo-espacial”, en la Fundación OSDE (Vicente López 585). 
Si bien aún pesa sobre los espacios de arte la restricción para la circulación de personas, tanto instituciones como expositores han decidido honrar compromisos asumidos antes de que acaeciera la pandemia de coronavirus. También se han entrenado los espectadores durante este tiempo para ingresar a las plataformas virtuales o a las transmisiones en vivo y tomar contacto con las propuestas artísticas. De tal manera que este diálogo entre quien crea, el objeto creado y quien lo resignifica a partir de su experiencia y su mirada no ha cesado, sino sufrido transformaciones todavía inmensurables.
“Témporo-espacial” está integrada por 34 obras de las series “Mensajeras” y “Hábitat” y una de “Nacimientos”. 
Desde el título el autor alude al tiempo, magnitud física que permite a los seres humanos ordenar en secuencias los acontecimientos para así establecer un pasado, un presente y un futuro. También al espacio, que puede traducirse en la distancia entre dos cuerpos, la extensión que ocupa cada objeto o la capacidad que tiene para contener algo. La percepción de ambas categorías, que nos llevan a localizar estados, procesos y acciones, sin dudas se puso cabeza abajo en este contexto pandémico. 

Cuadro perteneciente a la serie “Mensajeras”.
En diálogo con El Tribuno Heber comentó que acostumbra trabajar en varias series de manera contigua y que no es extraño que las suspenda para retomarlas luego. Puntualizó que el inicio de “Mensajeras” y “Hábitat” data de hace dos años atrás y que no estaban desarrolladas en su totalidad. “Fue una necesidad y tal vez lo más oportuno trabajar estas series para la muestra, que estaba prevista desde antes de la cuarentena. Fue una cuestión cíclica que me llevó a decidirme por ellas, porque tienen que ver con el contexto”, destacó. 
Al reanudarlas durante toda la cuarentena dijo notar que hubo “una vuelta de rosca a muchas cuestiones que hacían a las series” y que esto le resultó muy interesante dado que el artista siempre crea desde un lugar y desde un tiempo, lo que vuelve inevitable que la obra se impregne de su entorno de producción, “de esa incertidumbre incluso”, puntualizó. “Trasladarlo al lenguaje de la imagen fue muy bueno en el sentido de crear una realidad paralela y poder escaparnos de esta realidad bastante difícil. También lo tomé como un desafío el poder concretar esta muestra, si bien el pronóstico no era el más alentador por no saber cómo o si se llevaría a cabo. Es la postura que tomo ante esta situación”, definió. 

En esta serie los interruptores son elementos hechos por la mano humana. 
En “Mensajeras”, el colibrí, la cigüeña, la garza real y el águila volatinera, entre otros, dibujados en birome y acrílico sobre papel, parecen recortados de enciclopedias de ciencias naturales de los 70. Pero afinando la mirada se perciben elementos extraños, un globo con un Hangry Bird impreso, unas zapatillas de lona y estilo adolescente, un fósforo sin usar, una lana enroscada en una rama de árbol, realizados por manos humanas en un intencional rojo furioso. 
Si las aves reconquistaron los cielos y la fauna marina y terrestre sus dominios durante la obligada inacción del hombre en este 2020, cabe preguntarse por qué recogerían los pájaros estos objetos, que se desmigajan en su misión de vida insignificante y consumista ante la magnificencia de las criaturas aladas, cuyos ojos impávidos no develan pistas que el espectador pueda recoger.
Heber apuntó que este trabajo suyo está ligado el realismo y que para llevarlo a cabo se basó en referencias fotográficas. 

Los dibujos están hechos con birome y acrílico sobre papel. 

“A las intervenciones con color rojo, yo les llamo interruptores, que si bien son elementos que están puestos y pensados muy estratégicamente tienen esa función de irrumpir dentro de la obra y cambiar el relato, para, al mismo tiempo, no cerrar la obra a un solo relato. Hablar de un globo te va a llevar a un momento específico y el relacionarlo con un ave te va a llevar a una interpretación personal”, se explayó. Así, precisó que si bien son elementos que están orientados a dar un mensaje no busca con ello que el significado que transmiten sea explícito o cerrado, sino que se abran diferentes lecturas para propiciar que la obra se vuelva autónoma, al salir el espectador al encuentro con ella. En un periodo en que lo recomendable es que la mayor parte de la población permanezca en sus casas para evitar que los casos de Covid-19 positivos hagan colapsar el sistema de salud, sin duda las aves provocan con su libertad de acción, como si las contempláramos directamente en vuelo desde una ventana cerrada. “Hoy nos toca estar del otro lado, en otra postura, y eso cambia la interpretación y el relato. Lo llamativo de estas dos series es que no está representado el ser humano de manera directa, pero sí a través de elementos de su uso exclusivo. Al relacionarlo con la naturaleza cambia ese relato y se abren esas incógnitas de saber qué sucedería o pensar en la utilidad de esos elementos, la relación hombre-naturaleza y las cuestiones a las que les damos valor simbólico”, detalló al revelarnos las bambalinas de su proceso creativo.
 
“Hábitat”

Esta serie está trabajada desde la memoria visual, partiendo desde la imaginación.

En la serie “Hábitat” las aves también están presentes en trazos que emulan a los de gaviota marina en lejanía con que muchos escolares engalanan paisajes. Algunas de las casas, hechas con grafito, tinta y acrílico sobre papel, son más bien cúbicas, otras con paredes y techos solo delineados, muchas con grietas o el revoque saltado como una herida expuesta. Heber comentó que para esta serie trabajó desde la memoria visual, sin usar referencia alguna, sino partiendo desde su imaginación. “Les llamo lugares que aún no recorrí, pero que viven en mí con sus estructuras medio imposibles o elementos que se repiten. Estos elementos se reiteran, pero va cambiando el relato al poderse ver estructuras de palos o cercos, construcciones de adobe, paredes ausentes y siempre están las aves”, puntualizó. 
Añadió que en estas casas habitadas por aves se ve también la ausencia del ser humano. En relación con unas líneas doradas que atraviesan el aire en varios de estos dibujos sostuvo que denota el juego entre lo lineal y lo que no está presente. “Para el dibujante la línea es algo muy propio, es la firma y es algo único. Me hago presente dentro de la obra a través de la línea o represento eso que hoy está resguardado, en cuarentena, en confinamiento, que es la presencia del ser humano en la naturaleza. También la idea de repensar qué es el hábitat: ¿es la estructura que consideramos hogar?, ¿la naturaleza misma?, ¿el mundo?, ¿el universo?, ¿la relación que tenemos con los demás y con la naturaleza”, interrogó.
Así, bajo su perspectiva, las casas representan la vulnerabilidad frente a la pandemia, que confesó que a él lo ha llevado a preguntarse sobre “la sensación de falsa seguridad que tenemos y que se vio fuertemente afectada por la situación misma, porque en un abrir y cerrar de ojos el mundo cambió y todos queremos saber cómo se va a continuar”. 

Única imagen humana de la muestra, de la serie “Nacimientos”.
Por ello, la última imagen que el espectador se llevaría de la muestra si siguiera el recorrido previsto es el retrato de un bebé recién salido de la placenta materna y dando el primer grito de vida, en un acto de desamparo que lo funde profundamente con la naturaleza. Realizado sobre plástico de burbujas de polietileno, “Nacimientos” es una serie que plantea la fragilidad del ser humano en diferentes ámbitos de la vida. 
“La única pintura que representa al ser humano decidí colocarla en la muestra a modo de cierre y de apertura a muchos interrogantes. Pensar, por ejemplo, en el nacimiento de un nuevo ser y en cómo será pospandemia la relación entre nosotros mismos y en cómo vamos a seguir adelante, en qué encontraremos en el futuro”, expresó Heber. 

Ánimo pandémico 

Acerca del remezón que produjo la pandemia en la industria y circulación del arte, ahora mediada por un dispositivo tecnológico, Heber comentó que durante este tiempo se dedicó a interactuar con circuitos artísticos de otras provincias, a acercarse además a sus colegas del ámbito local, apoyando sus iniciativas y la forma como se fue adaptando la presentación de las obras. 
Al respecto de este acercamiento vedado entre público y arte expuesto en lugares cerrados dijo: “Siempre voy a preferir el encuentro presencial entre la obra y el espectador, porque se generan otras pulsiones, otro tipo de lecturas, de impacto también; pero la virtualidad también tiene sus ventajas. A través de ella puede llegarse a la masa, a personas que no conocen tu obra o se puede interactuar de manera más cómoda. Esto requiere tener un conocimiento, ir perfeccionándose uno, estudiar la manera de llevar a cabo la estrategia para ocupar ese espacio, siempre apostando a que la experiencia sea lo más cercana posible a una muestra tradicional”. Por último, hizo hincapié en que jamás dejó de tener en mente al público mientras diseñaba “Témporo-espacial”. “Hay un deseo de que las cosas realmente cambien y se pueda dar apertura a estas actividades porque uno sabe lo provechosas que son”, concluyó. 

El análisis especializado de la muestra

El curador Esteban Drincovich señaló sobre "Témporo-espacial": "(...) El artista elige trabajar sobre papeles de pequeñas dimensiones por cuestiones de intimidad. En ambas series, se percibe la ausencia del ser humano como reflejo del tiempo que transitamos. El tiempo y el espacio son dos cuestiones que se plantean en estos trabajos, algo así como un común denominador. Si bien es obvio pensar que algo existe en un tiempo y en un espacio, justamente este tiempo es desconocido para muchos y el espacio reducido por la situación.

Heber continúa destacándose por el virtuosismo en el dibujo y por las intervenciones que realiza sobre las obras o 'interruptor', según él mismo lo denomina. Intervención que hay que leer como la huella de esta pandemia (...)". 

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