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Muertes jóvenes

Domingo, 04 de octubre de 2020 00:00

Las circunstancias de la muerte de Facundo Astudillo Castro tienen algunas similitudes con la de Santiago Maldonado. La diferencia está en que la primera fue presentada en sociedad, maliciosamente, para construir una mentira: el regreso de los grupos de tareas y de la desaparición de personas como metodología. Sin ninguna prueba, se inventaron testigos y se movilizó a una Corte Interamericana de Derechos Humanos que no logra deslindar derecho e ideología.

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Las circunstancias de la muerte de Facundo Astudillo Castro tienen algunas similitudes con la de Santiago Maldonado. La diferencia está en que la primera fue presentada en sociedad, maliciosamente, para construir una mentira: el regreso de los grupos de tareas y de la desaparición de personas como metodología. Sin ninguna prueba, se inventaron testigos y se movilizó a una Corte Interamericana de Derechos Humanos que no logra deslindar derecho e ideología.

Incluso, la Ctera pedía dar clases alusivas reivindicando al artesano y agraviando al Gobierno de entonces.

La evidencia forense mostró que el joven se había ahogado en un río helado, huyendo tras una refriega violenta con gendarmes, junto a una gavilla violenta que se escuda detrás de los derechos de los pueblos originarios. Curiosamente, la muerte de Rafael Nahuel, en el mismo contexto pero donde las responsabilidades de los hombres de la Prefectura eran más nítidas, no desencadenó reacciones similares de la corriente política de donde abreva la actual ministra Sabina Frederic. De Facundo solo se sabe que murió ahogado; pudo ser accidente, homicidio o suicidio. Hay indicios claros de que tuvo algunos problemas con agentes de la Bonaerense. No se alcanza a descifrar cuáles, pero son muchas las muertes inexplicables a manos de policías. (Con la cuarentena, en la provincia de Axel Kicillof y del electorado duro del cristinismo se produjeron muchos casos de violencia policial con desenlace de muertes). Ahora hubo internas oficialistas pero ningún opositor buscó provecho de la tragedia de toda una familia. Las tragedias humanas son eso, tragedias. A veces, negocio de caranchos. La seguridad es un tema demasiado delicado como para dejarlo en manos de uniformados violentos sin preparación, ni policías sin armas ni protección jurídica, ni de intelectuales más preocupados por el dogma que por los derechos humanos y la vida de las personas.

 

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