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Güemes: la región, fuente  del desarrollo humano    

Sabado, 14 de noviembre de 2020 02:01

Cuando alguien se pregunta sobre la significación del federalismo argentino, doscientos años más tarde, inexorablemente surgen muchos interrogantes. Desde aquel entonces hasta ahora, hay denominadores comunes, pero también hay una mutación de su sentido más profundo. El federalismo de los albores, estuvo impregnado por el afianzamiento de nuestra identidad nacional y la soberanía de cada una de las provincias como constructoras primigenias del Estado Nacional. Imaginarse un nuevo país, fue una empresa formidable que exigió numerosos renunciamientos, no sólo de los conductores, sino de todo un pueblo unido que pugnaba por su libertad. El germen de la libertad comenzó a surgir en modo irrefrenable cuando los habitantes de esta parte de América tomaron plena conciencia de que la ganancia de lo que producían no volvía a ellos, sino que eran expoliados. Se le sumaba la imposibilidad de acceder a cargos públicos, es decir se les negaba la posibilidad de regir sus destinos.

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Cuando alguien se pregunta sobre la significación del federalismo argentino, doscientos años más tarde, inexorablemente surgen muchos interrogantes. Desde aquel entonces hasta ahora, hay denominadores comunes, pero también hay una mutación de su sentido más profundo. El federalismo de los albores, estuvo impregnado por el afianzamiento de nuestra identidad nacional y la soberanía de cada una de las provincias como constructoras primigenias del Estado Nacional. Imaginarse un nuevo país, fue una empresa formidable que exigió numerosos renunciamientos, no sólo de los conductores, sino de todo un pueblo unido que pugnaba por su libertad. El germen de la libertad comenzó a surgir en modo irrefrenable cuando los habitantes de esta parte de América tomaron plena conciencia de que la ganancia de lo que producían no volvía a ellos, sino que eran expoliados. Se le sumaba la imposibilidad de acceder a cargos públicos, es decir se les negaba la posibilidad de regir sus destinos.


Como dijera el gobernador Joaquín Castellanos en el Centenario de la muerte de Martín Miguel de Güemes: fue en su tiempo, el más salteño de los argentinos y el más argentino de los salteños. Esa lograda frase resume el pensamiento político profundo y el accionar consecuente del héroe gaucho. Quería una provincia fuerte, como pilar de un estado federal soberano. Ese ideario, que fue un proyecto geopolítico inconcluso, no se reducía a la mera proyección provincial, sino que tenía un fuerte impacto en la región. La región como espacio vital, como territorio existencial y como fuente del desarrollo humano, es un concepto que necesariamente nos obliga a repensar nuestro futuro inmediato. Sobre todo actualmente, donde próximos a que celebremos los doscientos años del paso a la inmortalidad del general Güemes, su figura a menudo resulta olvidada o postergada, por coyunturas, mezquindades o simplemente incuria. Como sostenía José Ortega y Gasset, la nación es un proyecto sugestivo de vida en común ¿Tenemos ese proyecto de nación? ¿Lo tenemos en la provincia? ¿O acaso llegó la hora de que volvamos a conversar entre todos la construcción de un nuevo contrato social, en que consensos y disensos sumen a la formación de un proyecto definitivo de país? Un país que privilegie las instituciones por sobre las individualidades y se fortalezcan en la convicción plena y eficaz de que las ideas deben sobrevivir a las personas, por largos períodos. Antes, federalismo fue identidad nacional y soberanía. Ambos conceptos fueron indispensables para la construcción de un Estado libre. Hoy, su connotación, sin duda, presupone esos dos postulados, pero también otros. A ellos, indefectiblemente deben añadírseles reparto equitativo e inclusión. Güemes fue un precursor en estos valores con la creación del Fuero Gaucho. Ante la falta de circulante para pagar el salario de sus gauchos, concedió parcelas de tierra para que las trabajasen y se arraigaran con una concepción de independencia y pertenencia que permitió forjar una conciencia identitaria. El caudillo fue el primer nivelador social que tuvo la Argentina. Su holocausto personal, mucho tuvo que ver con ello.
En este tiempo, para que el desarrollo productivo sea armónico y equitativo, no se puede pensar sino en un federalismo de inclusión y reparto a través de las regiones, sin que las provincias pierdan su identidad política. En el desarrollo regional está depositada la esperanza de que nuestro país, salga de su letargo y se lance definitivamente a la faz de la tierra como una nueva y gloriosa Nación. Eso sí con ideas concretas y propósitos irrenunciables a cumplir.
 

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