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De Villa Fiorito para todo el mundo, pero primero, Cebollitas 

Su primeros pasos fueron en el barro para forjar su talento desde muy chico en las divisiones formativas de Argentinos. Una de las primeras postales de Diego Armando Maradona como jugador, en inferiores. 
Sabado, 28 de noviembre de 2020 20:11

Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre, de 1960, en Villa Fiorito, provincia de Buenos Aires, de la relación entre, Don Diego (padre) y Dalma Salvadora Franco (madre).

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Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre, de 1960, en Villa Fiorito, provincia de Buenos Aires, de la relación entre, Don Diego (padre) y Dalma Salvadora Franco (madre).

Nació como el quinto de los ocho hijos de una familia católica romana. Su primer nombre tiene sus orígenes en griego y hebreo. Significa suplantador (para tomar el lugar de otro) o un maestro. Su segundo nombre es Armando, significa “Hombre en el ejército”.

Maradona creció en su empobrecido pero muy unido barrio de Villa Fiorito. Su familia estaba entre las más pobres de la ciudad ya que tienen un número mayor. Su padre, Don Diego, era albañil y trabajaba en una fábrica, que luchaba por mantener a tres niños de gran capacidad, cinco niñas y su esposa Dalma, que se queda en casa.

Sin embargo, la pobreza no fue un impedimento para el éxito. El primer contacto de Maradona con el fútbol se produjo cuando su primo Beto Zárate le regaló su primer balón de fútbol. Esto sucedió en su tercer cumpleaños. El joven Diego durmió con el balón dentro de su camiseta durante casi 6 meses para evitar que se lo robaran. Esta pelota fue a veces aprovechada por su madre que quería que se concentrara en estudios en otras para ser contador profesional. No pasó mucho tiempo antes de que finalmente se diera cuenta de que el fútbol era su vocación.

Se aficionó al fútbol a una edad relativamente joven. A la edad de nueve años, había aprendido a jugar al fútbol. Su primer contacto con un juego de fútbol completo se produjo cuando le dijeron que se uniera al equipo de su pueblo llamado “Cebolla pequeña”. Mientras estuvo con Little Onions, llevó a su equipo a ganar los juegos 140 straight.

Excelente acción de dribleo, asistencias poderosas, pases precisos e impresionante juego de piernas hicieron que Diego Mardona ascendiera a los rangos dentro de un corto período durante su infancia.

Sus habilidades fueron apreciadas por la audiencia que se sorprendió al ver a este niño pequeño pasar corriendo junto a muchos niños más altos con la mayor facilidad. No pasó mucho tiempo antes de que un medio de noticias de fútbol publicara un artículo que decía; “Había un niño con la actitud y el talento de una estrella”, aunque escribieron mal su nombre “Caradona”. 

A los nueve años deslumbraba en un equipo infantil al que se conoció como Los Cebollitas. Su padre, don Diego, alquilaba una cancha y dirigía Estrella Roja, donde el 10 avanzó con su carrera.

“Mi viejo tenía un equipo de fútbol, el Estrella Roja. Y yo hubiese querido jugar siempre para él, porque nunca ganaba! Los rivales eran Chacabuco y el equipo de Carrizo. Jugábamos en el potrero, con tierra que volaba para todos lados, de la mañana hasta que oscurecía. Y después me iba para la casa hecho un desastre. Ahí mi viejo me quería fajar, y yo amagaba y lo esquivaba... Me ayudó a ‘entrenarme‘ en los amagues”, contó en una ocasión Diego.

Tanto fue su amor por el fútbol que incluso Maradona decidió dejar la secundaria. Estudió en el colegio comercial Avellaneda, pero no terminó el primer año del secundario, ya que pasaba las horas haciendo jueguitos con la pelota y pensando sólo en crecer con el fútbol.

Cuando Maradona tenía sólo 10 años, decidió ir a probarse al club Argentinos Juniors. Fue junto con su amigo Goyo Carrizo, compinche de Villa Fiorito. Allí, jugó bajo la atenta mirada de Francisco Cornejo, uno de los entrenadores de las divisiones menores, quien tras ver la habilidad de ese pibe menudito y tímido dio enseguida el visto bueno para que el Bicho lo fichara.
“Una tarde vino Goyo (Carrizo, su amigo de la infancia, y quien empezó con en él en Los Cebollitas) y me dijo: ’Me probé en Argentinos Juniors el sábado pasado y quieren chicos’. Salí corriendo para casa y le conté a mamá. Era un jueves. Me quedé parado en la puerta de casa, contra el alambre, duro como una estatua, esperando a que mi viejo llegara de laburar. ‘¿Me llevás el sábado a probarme?’, le supliqué. No pudo contestarme nada de lo cansado que estaba. Entonces, esperé al día siguiente y le insistí. Fuimos juntos a lo de Carrizo, que quedaba muy lejos, y habló con el papá de Goyo. Cuando volvíamos, ya tarde, los dos solos caminando por el campo, me dijo: ‘Bueno, te llevo’. Me acosté soñando con esa prueba, pero empezó a llover. Le rogué tanto a Dios para que parara esa lluvia! Porque aunque mi viejo me había prometido ir, no podíamos darnos el lujo de gastar en el pasaje de colectivo si el entrenamiento se suspendía. No alcanzaba para los boletos y no exagero. El sábado fuimos al barrio Malvinas, y ahí nos dijeron que se practicaba en el Parque Saavedra. No teníamos cómo ir. Por suerte un tipo nos llevó en una camioneta. Nos probaron. El entrenador me dijo: ’Quedás’. Toqué el cielo con las manos. Volvimos a casa en el 28 pasando el puente La Noria, y después cruzamos el campo a pata, que eran como 20 cuadras, los dos en silencio, pero felices”, recordó El Diego.

La categoría 1960, a la que pertenecía Maradona, recibió el apodo de los Cebollitas. Enseguida, el equipo comenzó a ganar partidos y campeonatos. Los Torneos Evita eran muy reconocidos en esos tiempos, y allí Pelusa comenzó a mostrar su categoría.
Llegó el turno de brillar en las Inferiores del Bicho, tanto en la Novena como en la Octava. Ese equipo estuvo nada menos que 136 partidos invicto, y comenzó a hacerse famoso a pesar de tratarse de un equipo de chicos totalmente amateur. Comenzaba la historia del “10”.

“Profe, tengo un amigo mejor que yo”

Esas fueron las palabras de Gregorio “Goyo” Carrizo, quien era amigo de la infancia de Diego Maradona en Villa Fiorito.

“Profe, tengo un amigo que es mejor que yo. ¿Lo puedo traer la próxima semana?”, le exclamó Goyo Carrizo a Francisco “Francis” Cornejo escuchó atentamente las palabras de Carrizo, uno de los mejores jugadores que tenía en el equipo infantil para menores de 10 años, y asintió con la cabeza. 

Cornejo había publicado recientemente un aviso en un periódico ofreciendo pruebas para buscar nuevos jugadores, pero no se podía imaginar que estaría por presenciar el momento más mágico de su carrera.

“Dicen que por lo menos una vez en la vida todos los hombres asisten a un milagro, pero que la mayoría no se da cuenta. Yo sí”, escribió Cornejo en el libro que público sobre su vida junto al pequeño Pelusa, “Cebollita Maradona”.


 

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