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Un ídolo con los pies de oro y el corazón celeste y blanco

El mundo rinde homenaje al genio de Villa Fiorito que se convirtió en mito y símbolo del país.
Domingo, 29 de noviembre de 2020 10:45

Hace 20 años Tostao, el “Pelé rubio”, uno de los héroes de México 70, opinó sobre la vieja polémica: “Pelé fue el mejor, el más completo y perfecto. Maradona, el más habilidoso, el artista imprevisible. Pelé simbolizó la técnica, la razón y la consciencia. Dentro y fuera del campo. Maradona, el misterio, la pasión y el drama del tango argentino. Ambos son inolvidables y eternos”.
El mismo miércoles, el futbolista e intelectual que corrió al lado de Maradona los 64 metros más recordados de la historia de los mundiales, Jorge Valdano, publicó en El País, de España, una de las descripciones más completas de la personalidad del deificado “diez”, desde su destreza inigualable, sus debilidades y su capacidad de hablar en términos políticos como pocos futbolistas lo han hecho.
El mundo entero evocó en estos días los dos goles del 22 de junio de 1986, el de “la mano de Dios”, al que todos identifican con la picardía y, de inmediato, la obra de arte que nunca fue igualada en un encuentro mundialista. 
Muchas personas reprochan la vida privada de un hombre que no tuvo vida privada, que no tuvo autocontrol, y que recorrió el mundo viendo, a cada paso, que su nombre era sinónimo de Argentina. Un verdadero símbolo extraoficial y nuestra carta de presentación para miles de millones de personas que, aunque nos cueste reconocerlo, apenas saben de nosotros.

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Hace 20 años Tostao, el “Pelé rubio”, uno de los héroes de México 70, opinó sobre la vieja polémica: “Pelé fue el mejor, el más completo y perfecto. Maradona, el más habilidoso, el artista imprevisible. Pelé simbolizó la técnica, la razón y la consciencia. Dentro y fuera del campo. Maradona, el misterio, la pasión y el drama del tango argentino. Ambos son inolvidables y eternos”.
El mismo miércoles, el futbolista e intelectual que corrió al lado de Maradona los 64 metros más recordados de la historia de los mundiales, Jorge Valdano, publicó en El País, de España, una de las descripciones más completas de la personalidad del deificado “diez”, desde su destreza inigualable, sus debilidades y su capacidad de hablar en términos políticos como pocos futbolistas lo han hecho.
El mundo entero evocó en estos días los dos goles del 22 de junio de 1986, el de “la mano de Dios”, al que todos identifican con la picardía y, de inmediato, la obra de arte que nunca fue igualada en un encuentro mundialista. 
Muchas personas reprochan la vida privada de un hombre que no tuvo vida privada, que no tuvo autocontrol, y que recorrió el mundo viendo, a cada paso, que su nombre era sinónimo de Argentina. Un verdadero símbolo extraoficial y nuestra carta de presentación para miles de millones de personas que, aunque nos cueste reconocerlo, apenas saben de nosotros.

 

Eva Perón, "la abanderada de los humildes"


El filósofo Santiago Kovadloff, en diálogo con Marcelo Longobardi, realizó una comparación asombrosa: “Einstein fue un marido golpeador. Borges subestimó un premio Nobel otorgado a un negro. Pascal fue un antisemita... Maradona fue un desmesurado ... Se nos ha ido un hombre que nos trajo la alegría del genio en el despliegue de su talento deportivo. Se nos ha ido ese hombre. El otro no se nos ha ido porque nunca vino.. “Llegó a ser intolerablemente narcisista. ¿Y quién no es así?”.
En una entrevista publicada por El Tribuno, por los 90, el doctor Manuel Sadosky, uno de los más prestigiosos matemáticos argentinos, también hizo una comparación osada: “¿Cuántos Maradona de las matemáticas hay en nuestras villas y no tienen la posibilidad de saberlo y desarrollarse?”
El fenómeno trasciende al futbolista que nos deslumbró en 1979 en Japón, nos hizo llorar de bronca con él en España; en 1982, nos hizo sentir felices, todos juntos, en México 86; llegó a la final de Italia con un tobillo roto, una final que perdimos gracias a un penal dudoso y nos hizo llorar de nuevo cuando la pseudoefedrina nos sacó del Mundial de EEUU.

 

Carlos Gardel, "el zorzal criollo"

 

El tema de Dios

Es interesante analizar el origen del título de L’Equipe. “Dios ha muerto” es una frase de Friedich Nietzsche, un filósofo alemán, que no encierra pretensión sacrílega. Según Martín Heidegger, la frase se refiere a la pérdida de cualquier “mundo ideal” en la modernidad. “ ... los dioses han huido ... y el vacío resultante se colma por medio del análisis histórico y psicológico del mito”, dice Heidegger en su obra Sendas perdidas.
Probablemente, Maradona no supo mucho de ellos. Pero el análisis del mito exige al pensamiento despojarse de prejuicios, militancias y grietas.
En el mito se tensionan la perfección de la belleza y la fuerza de lo irracional; lo apolíneo y lo dionisíaco.
El mito va mezclando la realidad con la fantasía y el deseo, pero siempre termina asociándose con necesidades insatisfechas de la gente. Las muertes trágicas de cantantes populares rápidamente derivan en mitos: Rodrigo y Gilda son los dos casos más cercanos, y la memoria colectiva de algunos sectores de la sociedad los honra, como también al Gauchito Gil, la Difunta Correa y a los “Bandidos Rurales” de León Gieco. Rodrigo y Fito Páez le dedicaron hace mucho temas inolvidables a Diego.
Pero hay dos mitos poderosos en la Argentina que ocupan un sitial cercano al que hoy comienza a pertenecer a Diego Maradona: Carlos Gardel y Eva Perón. 
Además de su voz prodigiosa, su conocimiento musical, su pinta y su éxito en los primeros tiempos del cine sonoro, razones más que suficientes para su proyección en el mundo del espectáculo, el nombre de Gardel quedó asociado al tango, y el tango, referenciado en su nombre. Además de talento, Gardel añadió su muerte trágica en el cénit de su carrera, el misterio que rodeó a su nacimiento y a su vida privada, y su sensibilidad popular. Había nacido y crecido en la pobreza, soportó adversidades en la juventud y nunca, ya convertido en millonario, se olvidó del “arrabal amargo” ni su “Buenos Aires querido”. Su compromiso político con los conservadores no lo divorció del pueblo. A 85 años de su muerte, sigue siendo una figura paradigmática, que parece cantar desde el bronce. 
Eva Perón también es un mito, aunque un mito que arraiga en lo más íntimo de su corta vida. Casada con una de las figuras más notorias de la historia argentina, asumió con los sectores de menos recursos un compromiso que supo sobredimensionar por su condición de actriz. Evita despertó amores y odios, igualmente pasionales. La literatura, el teatro y el cine han hecho se ella, también, un símbolo no oficial de la Argentina. No fue “montonera”, como la imaginaba la JP de los 70; aunque contemporánea de Simone de Beauvoir no fue una líder feminista, ni nada que se le parezca; pero siempre tenía presente el sufrimiento de las mujeres pobres, las madres solteras, las víctimas de violencia de género (que antes se consideraban hechos pasionales) y las vulnerabilidades de los excluidos. 
 Carlitos, Evita y Diego, nacidos en la pobreza, siempre supieron conectarse con los vulnerables. A los tres podrían estar dedicados los versos de Yuyo Montes : “A mi me enseñó el baldío/ a gambetear por la orilla/ que la vida por el centro/ me pone la zancadilla”. Ellos evitaron la zancadilla, pero -especialmente Eva y Diego- no se olvidaron de la orilla.
Los usos que la política haga de estos fenómenos es harina de otro costal. 
Maradona se suma a este Parnaso. Quizá ya lo hizo nace 34 años, el día de los dos goles a Inglaterra. 
Maradona fue un enamorado del fútbol, de la camiseta celeste y blanca y del país, y todo esto se manifestaba en cada una de sus frases ,impactantes y de enorme poder simbólico.
No es casual que todo este idilio haya nacido en un partido contra Inglaterra, el inventor del fútbol, el usurpador de la Islas Malvinas y el país por el que en el nuestro cultiva un sordo recelo (y también mucha admiración). Inglaterra fue nuestro gran rival en la cancha. Las crónicas de estos días recordaban la expulsión de Antonio Rattín y la discutida eliminación en 1966 y el fracaso en España de un equipo, con Maradona y Kempes, durante la guerra del Atlántico Sur, en 1982, como antecedentes que nutrieron de épica la hazaña que se consumó aquella tarde en el Azteca, cuando el genio combinó la magia del deporte con la picardía de la orilla. 
El mito de Diego va a superar la grieta. Su historia personal es suya, y nunca tuvo acceso a la privacidad. Como también dijo Santiago Kovadloff: “Nadie merece ser idealizado porque todos tienen derecho a la contradicción”.
 

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