El mundo es espectador del escándalo político en las elecciones de Estados Unidos, con denuncias de fraude de parte del propio presidente Donald Trump, llamados a frenar el conteo de votos, demoras exasperantes, amenazas de recurrir a la Corte Suprema e implícitos llamados a tomar las calles, y hasta un supuesto plan para atacar el centro de conteo de votos en Filadelfia. Sin embargo, la OEA mantiene un silencio llamativo, siendo el principal foro gubernamental político, jurídico y social del hemisferio, que ha intervenido y se ha manifestado con firmeza en casos cercanos, como en las penúltimas elecciones presidenciales en Bolivia que derivaron en la destitución del expresidente Evo Morales; reclamos a Nicaragua para que reforme su sistema electoral y resoluciones sobre los comicios legislativos en Venezuela, por nombrar solo algunos casos.
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El mundo es espectador del escándalo político en las elecciones de Estados Unidos, con denuncias de fraude de parte del propio presidente Donald Trump, llamados a frenar el conteo de votos, demoras exasperantes, amenazas de recurrir a la Corte Suprema e implícitos llamados a tomar las calles, y hasta un supuesto plan para atacar el centro de conteo de votos en Filadelfia. Sin embargo, la OEA mantiene un silencio llamativo, siendo el principal foro gubernamental político, jurídico y social del hemisferio, que ha intervenido y se ha manifestado con firmeza en casos cercanos, como en las penúltimas elecciones presidenciales en Bolivia que derivaron en la destitución del expresidente Evo Morales; reclamos a Nicaragua para que reforme su sistema electoral y resoluciones sobre los comicios legislativos en Venezuela, por nombrar solo algunos casos.
Los últimos anuncios de la OEA sobre el tema EE.UU. fueron a fines de octubre, cuando en su portal web informó el inicio de actividades de una Misión de Observación Electoral en vista de las elecciones del 3 del corriente.
La comitiva, encabezada por el secretario General de la OEA, Luis Almagro, está integrada por 28 expertos y observadores de 13 nacionalidades, desplegados en Iowa, Michigan, Georgia, Maryland y el distrito de Columbia.
Tal vez el organismo pensó que las elecciones en el país del norte serían solo un trámite y nunca vio venir que se debería expedirse al respecto y opinar sobre el país modelo de democracia. La credibilidad es una cuestión en juego, sobre todo la de una entidad que suele manifestarse rápidamente cuando de países latinoamericanos se trata.
Muy posiblemente la “prudencia” esté jugando un rol preponderante a la espera de los resultados finales y, fundamentalmente, de conocer quién será el ganador.