Emprendedores del sur de Salta capital tienen todo preparado para instalar sus gazebos, sus puestos y toda la mercadería que tienen para este miércoles, en la víspera de Navidad. Trabajarán en el predio ubicado frente a la plaza de los Niños y Niñas, entre los barrios El Tribuno e Intersindical.
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Emprendedores del sur de Salta capital tienen todo preparado para instalar sus gazebos, sus puestos y toda la mercadería que tienen para este miércoles, en la víspera de Navidad. Trabajarán en el predio ubicado frente a la plaza de los Niños y Niñas, entre los barrios El Tribuno e Intersindical.
Se trata de al menos 20 puestos de familias salteñas que revenden pocas cosas, pero que tienen su principal fuerte en la producción de artículos artesanales.
Esta feria de emprendedores funciona desde hace algunas semanas todos los sábados y domingos, entre las 11 y las 18, y emergió como una respuesta a la necesidad de generar ingresos familiares en el contexto social de plena pandemia.
Familias sin ingresos fijos que comenzaron a trabajar en sus casas se unieron para vender durante los fines de semana lo que producen de lunes a viernes.
La feria comenzó en otro espacio, pero luego resolvieron trasladarse al frente de la plaza. Desde fines de noviembre están en un espacio verde que estaba descuidado y deben afrontar las variables del clima.
Ofrecen productos hechos con bolsas de arpilleras o madera, además de indumentaria, calzado y todo tipo de productos fabricados por familias salteñas
En los puestos se pueden encontrar plantas, comidas y muchas curiosidades. Es un lugar ideal para ir a ver, tocar, preguntar y tratar de conseguir algún regalo para Navidad. "También hay cosas para que Papá Noel pase a ver", dijo una de las emprendedoras.
La feria nació de una asociación de emprendedores de Salta y siempre tuvo su impronta en el valor local y artesanal de sus productos.
Mariela vende sus almohadones, almohadas, carteras y todo tipo de accesorios realizados con bolsas de arpilleras. Los pinta también y los motivos tienen gran aceptación del público.
"No tengo tantas cosas ahora, solo muestras porque trabajo mucho por pedidos. Tuve una demanda grande del interior de la provincia y es por eso que ahora debo retomar mi producción", contó la artesana que tiene su propia marca, que se llama "Qué Churito".
Muy cerca de ahí está el "Gallego", que es un hombre que trabaja en madera. Es "un autodidacta", según lo define su esposa. Todos fueron aprendiendo y haciendo cosas que ya sabían; se fueron perfeccionando para el gusto de sus clientes.
Tiene mucha demanda una tabla para picadas con forma de guitarra eléctrica, que nació por pedidos de clientes amigos.
La hija de Norma vende pantuflas, salidas de baño, mochilas, riñoneras y cartucheras.
Hay vestidos, sublimaciones, plantas y comidas.Todo está a "precios populares" o que se pueden "charlar". Hay un puesto de comidas, por lo que es ideal para ir en familia a dar un paseo y quizás encontrar algo a gusto y a buen precio.
Una docena de buenas empanadas salteñas cuesta 250 pesos. Las plantas de ají locoto que vende el "Turco" Rajal están a 100 pesos y van con un instructivo.
También se encuentran plantas aromáticas, de interior, de exterior o de huerta. Es un puesto bastante completo.
"Esto es una forma de generar algo de ingresos. Yo tengo mi pequeño vivero en Villa Rebeca, cerca de San Luis. Y vengo acá con gusto porque se vende de otra manera. Acá los clientes vienen con tiempo. Yo ya anduve por otras ferias, pero me vengo a esta porque guarda la magia de ofrecer los productos que los mismos feriantes producen", dijo Rajal.
Son los que antes estaban en Bancario
Todo se produce en un ambiente de cordialidad, aunque lo único que reclaman es por el espacio en el que ahora están.
Los emprendedores de los barrios de la zona sur de Salta capital comenzaron a vender sus productos en el paseo ubicado sobre avenida Excombatientes de Malvinas, frente a los barrios Bancario y San Francisco, entre las calles Las Golondrinas y San Antonio.
Había más de 120 emprendedores artesanos vendiendo lo que podían. Eso ocurrió por algunas semanas en julio de este año. Allí no duraron mucho, pues algunos vecinos levantaron firmas para que se vayan de ahí.
Algunos se manifestaron “molestos” por lo que consideraron la "ocupación del paseo" durante los fines de semana e impulsaron la mudanza. Luego vino el contagio fuerte de coronavirus y muchos decidieron no salir a instalar los puestos.
El nuevo lugar asignado es descampado y los puesteros están sometidos a los fuertes vientos, a las lluvias y el calor que desde octubre viene castigando a los vendedores y a sus productos.
"No podemos tener las cosas limpias. Como es tan abierto, el viento nos ensucia todo. A veces nos da vergüenza ofrecer todo lleno de tierra, pero es lo que nos dejaron los vecinos y una comerciante de barrio Bancario que no quería que estemos allí", dijo una de las feriantes que prefirió no dar su nombre.