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“La pandemia ofició de catalizador de malestares”

Entrevista a Ignacio Álvarez Cardona, médico psiquiatra.
Martes, 22 de diciembre de 2020 01:19

Ignacio Álvarez Cardona es un psiquiatra salteño que trabaja en la capital desde 2014. Es socio de la Fundación Cultura Analítica y forma parte de la unidad de Salud Mental del Hospital Público Materno Infantil. En diálogo con El Tribuno se refirió al panorama que planteó la cuarentena. Ofrece un punto de vista que invita a detenerse, pensar la pandemia y no adelantarse a buscar conclusiones.

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Ignacio Álvarez Cardona es un psiquiatra salteño que trabaja en la capital desde 2014. Es socio de la Fundación Cultura Analítica y forma parte de la unidad de Salud Mental del Hospital Público Materno Infantil. En diálogo con El Tribuno se refirió al panorama que planteó la cuarentena. Ofrece un punto de vista que invita a detenerse, pensar la pandemia y no adelantarse a buscar conclusiones.

Un fuerte mito es que al psiquiatra van los locos, ¿qué podría decir con respecto a eso?

Es algo que se escucha con mucha frecuencia en las consultas. La gente lo expresa y manifiesta su temor a la consulta y al posible resultado. Recientemente se publicó un libro de la Fundación Cultura Analítica en Salta, se llama Voces de la Ciudad en el Psicoanálisis. Allí hay un texto de Germán García que nos enseña que el síntoma es una metáfora. No es algo que se pueda objetivar. Si algunos creen que el psiquiatra le va a decir si está loco o no es un mal camino. Lo que el paciente va a plantear es una autoevaluación que hace de él mismo. La norma, como dice García, es una invención. La regla, la norma, la hace el grupo social donde vive la persona. Es decir que lo normal es una convención, pero si la norma está estipulada por los objetos, en este caso si la norma de la cordura está definida por los que no son locos, este normativismo se transforma en un dogmatismo. Es lo que dice la proposición para todo aquel que va a un profesional psi (psicólogo o psiquiatra): le corresponde ser un loco. Pues bien, la gente tiene una idea poco clara de la locura. Además, como dice Caetano Veloso: “de cerca nadie es normal”. 

La psiquiatría siempre fue considerada un campo enigmático, del cual mucho se habla y poco se sabe. Lo cierto es que cada vez más la población decide consultar a un psiquiatra. ¿En Salta cómo es la situación?

No tengo una estadística precisa sobre si la población consulta hoy más al psiquiatra que antes. Los pacientes llegan porque buscan o son derivados desde otras disciplinas. La pregunta con respecto a lo enigmático puede continuar la anterior. ¿Qué es lo enigmático? ¿La psiquiatría? En principio lo que sigue siendo enigmático es la “locura”, término que en sí mismo no es nosográfico, no describe una enfermedad. Hay autores que se refieren a ese término como aquel que se va modificando con las épocas. Cada una tuvo sus locos: los brujos, los poseídos, los marginales, los delincuentes, etc.

Siempre estigmatizados en relación a un déficit o al exceso. Auguste Compte estableció un principio sociológico que reza así: “El progreso no es más que el desarrollo del orden”, una máxima que nos atraviesa desde todos los frentes en una exigencia inclaudicable hacia “la normalidad”. Como dice J. Lacan: “El progreso no existe. Lo que se gana por un lado se pierde por otro”. La condición misma de progreso requiere que algo se pierda para seguir desarrollándose. Por otra parte, lo que hace enigma es justamente lo que nosotros llamamos síntoma. Aquello por lo que el paciente sufre. Un paciente llega con una pregunta: “¿Por qué me pasa esto?”. También, hace cuando ya ha transitado por muchos especialistas y el estudio del organismo no arroja ninguna alteración médica. Ahí surge otra pregunta: ¿Qué pasa con mi cuerpo? El enigma no es el campo psiquiátrico en sí, sino el sentido de los síntomas en cada sujeto. 

Durante 2020, año atravesando la pandemia y sus avatares, ¿aumentaron las consultas y tratamientos psiquiátricos?

La pandemia, o lo que llegamos a conocer de la pandemia, ofició de catalizador de distintos malestares que presenta nuestra actualidad y la singularidad de cada sujeto. Mucha gente ha perdido familiares, ha visto afectada su economía, su modo de vivir y relacionarse con otros. Sin dudas que eso tiene consecuencias, siempre particulares en cada caso. Estas situaciones sí elevaron la demanda de atención en el campo psi. 

Los niños y adolescentes también llegan al psiquiatra, ¿son necesariamente medicados? ¿O es que también se puede trabajar desde la psiquiatría sin la intervención de la medicalización? Pensando en las infancias...

Hay allí una cuestión interesante a plantear: cómo se piensa a los niños en el campo psi. El infante no es un adulto en potencia, no es válida la idea de que allí reside alguien que va a devenir otra cosa (el adulto). El niño es un sujeto y como tal hay que permitirle formalizar su síntoma. En general, la demanda es de las instituciones, la familia, la escuela, la justicia, etcétera. En el encuentro con el niño es necesario que su demanda esté formulada. Desde la psiquiatría claramente se puede trabajar con esa intención que no necesariamente requiere de la medicación. En otras ocasiones a quien se toma como paciente es a la pareja parental y eso tiene efectos sobre el niño. Con respecto a la medicación, es un recurso que puede utilizarse. No es una generalidad. 

¿Se podría decir que la situación que estamos viviendo de pandemia es suficiente para causar afecciones metales en el presente y en el futuro?

Las modificaciones del entramado social que trae aparejado el fenómeno pandemia tendrán consecuencias que se estudiarán a medida que surjan. No se puede saber cuál será el impacto. Me gustaría citar un pasaje que encontré en el prólogo de un libro de Jacques Clavreul, titulado El orden médico: “La revelación de todos los secretos puede ser increíblemente adivinatoria, pero es terapéuticamente nula”. Traigo esto para no adelantarnos en formulaciones estériles que escuchamos con mucha frecuencia. Si saldremos mejor o peor de esta, no lo sabemos. 
 

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