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Anécdotas de los griegos que eligieron el norte de Salta para vivir

Jorge Nicolópoulos y Marcos Salustro, insignes inmigrantes griegos, llegaron al norte buscando la paz que la guerra les quitó y un clima cálido para sus dolencias.
Domingo, 27 de diciembre de 2020 00:40

Kristaki, Nicolópoulos, Andreadakis, Anayastópoulos... son solo alguno de los apellidos de aquellos inmigrantes nacidos en la isla de Creta que conforman aquella comunidad de ciudadanos griegos pioneros de Tartagal, y que llegaron al norte de Salta a partir de 1900.

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Kristaki, Nicolópoulos, Andreadakis, Anayastópoulos... son solo alguno de los apellidos de aquellos inmigrantes nacidos en la isla de Creta que conforman aquella comunidad de ciudadanos griegos pioneros de Tartagal, y que llegaron al norte de Salta a partir de 1900.

Para la escasa población de aquel entonces los griegos fueron un grupo importante y quizás sea por eso que una de las características que han heredado las comunidades del norte de la provincia es esa atención permanente a los avatares de la política, tan participativa siempre en las cuestiones de "la polis".

Uno de aquellos griegos fue Jorge Nicolópoulos que llegó a la Argentina siendo un muchacho soltero, muy joven y que como todo inmigrante que llegaba en barco, primero recaló en Buenos Aires donde vivió mucho tiempo trabajando en un frigorífico, aunque el oficio que había aprendido de los suyos era el de peluquero. Pero seguro ya sabía de la presencia de tantos connacionales bien al norte así que eligió Tartagal. Nicolópoulos, como tantos inmigrantes, debió ser demasiado ahorrativo y lo que ganó en esos años trabajando duro en el frigorífico lo usó para comprar al llegar al pueblo de calles de tierra, un hotel que se encontraba donde es hoy la esquina de las calles 20 de febrero y España, casi enfrente a lo que unos años más tarde sería la estación de trenes. Se llamaba Hotel Tartagal y allí se hospedaban los viajeros que iban y volvían hacia y desde Bolivia y que de a poco, con el incremento del comercio entre los dos países, también iban en aumento.

El pionero de la peluquería

Algunos años más tarde decidió vender el hotel a otros inmigrantes para dedicarse a su oficio así que instaló la primera peluquería que hubo en Tartagal, a unos 100 metros del que fuera su hotel. Que sepan entonces los y las peluqueras de hoy en día que el pionero del oficio fue don Nicolópoulos quien unos pocos años más tarde se casó con María Andreadakis quien, por ese apellido, debió ser tan griega como él y con quien tuvo varios niños: Elena, Catina, Celestina, Miro uno de sus hijos varones y cuyo nombre le fue puesto por un Santo muy venerado en Grecia; Juan y Constantino, el menor.

Marcos Salustro fue otro joven nacido en la isla de Creta que llegó años más tarde a la Argentina y que con muchos de los otros griegos se conocían desde chicos. Cuando la guerra terminó -alrededor de 1914- los médicos de su pueblo le daban poco tiempo de vida porque quedó postrado en un hospital. Marcos era el menor de tres hermanos y cuando los militares tuvieron que anotarlos para ir a la guerra, les pusieron la misma edad de modo que todos ellos estuvieran en condiciones de combatir en el frente de batalla.

Marcos Salustro

En busca del clima cálido

Los médicos decían que Marcos, después de la guerra, padecía de varias enfermedades que contrajo por la mala alimentación y los embates del frío invierno que debió soportar. Estando alojado en una sombría sala del hospital se encontró con un amigo de la infancia, quien le recomendó buscar otro destino, un país que gozara de climas más bien cálidos durante la mayor parte del año. Fue por eso que Marcos pensó en la Argentina.

En la localidad de Embarcación y desde hacía algunos años vivían unos primos lejanos de apellido Clinis, una de las primeras familias de inmigrantes griegos que llegaron a la región. Pasados muchos años Marcos solía recordar que el barco que lo trajo hacia Buenos Aires se llamaba El Provenza. Allí en Buenos Aires se encontró con un primo llamado Nikolás y juntos emprendieron el viaje a Embarcación. A los pocos meses Marcos se trasladó a Tartagal.

En ese mismo tiempo otra familia griega de apellido Cristodulis decidió emprender la travesía hacia la Argentina. Como otros griegos que se dedicaban a la agricultura y eran dueños de grandes plantaciones, debieron abandonarlas huyendo de la guerra.

Mientras los Cristodulis viajaban hacia la Argentina, en el pueblo que comenzaba a formarse Marcos Salustro instaló su peluquería -la segunda después de la de Jorge Nicolópoulos- frente a la estación de trenes en la calle 20 de Febrero.

Años más tarde Marcos compró un bar de propiedad de la familia Anayastópoulos ubicado en lo que hoy es la esquin de Rivadavia y San Martín mientras más griegos seguían llegando. La zona estaba llena de dificultades porque ni siquiera se contaba con agua corriente la que solo llegaba por acequias desde el río Tartagal y que seguro habrá producido muchas enfermedades por la falta de potabilización. Ni pensar en contar con electricidad y transitar los caminos de tierra del norte que se hacía a lomo de mula en la mayoría de los casos. Pero los griegos valoraban algo que no podía pagarse ni con todo el oro del mundo: la paz, y eso justificaba el sacrificio.

Marcos Salustro se casó con María, una jovencita hija de Nicolás Kristaki, que vivía en esos años en Embarcación, cuando él tenía 35 años. Regresaron a Tartagal donde juntos vivieron por más de 50 años. Sus tres hijos siguieron sus pasos y se dedicaron todos al oficio de peluqueros, honrando así la memoria de su padre. Hoy en día la peluquería de los Salustro sigue funcionando sobre la calle 20 de Febrero, la primera calle que tuvo el pueblo, una reliquia de la historia de Tartagal.

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