A la misma hora que fue inhumada Celeste en esta capital, llegaban a Salvador Mazza los restos de María Elizabeth Flores, una jovencita de solo 15 años, ultimada de un balazo en su rostro por un sujeto que permanece aún prófugo.
Cientos de personas esperaron toda la tarde para ver pasar el cuerpo de la joven.
Ya sobre el crepúsculo llegaron finalmente a ese pueblo de frontera los restos mortales de otra víctima de femicidio.
El dolor se hizo visible en decenas de personas y poco después que llegaran los vehículos, los presentes, familiares, vecinos y amistades de la niña cruzaron palabras de todo tipo con las autoridades.
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A la misma hora que fue inhumada Celeste en esta capital, llegaban a Salvador Mazza los restos de María Elizabeth Flores, una jovencita de solo 15 años, ultimada de un balazo en su rostro por un sujeto que permanece aún prófugo.
Cientos de personas esperaron toda la tarde para ver pasar el cuerpo de la joven.
Ya sobre el crepúsculo llegaron finalmente a ese pueblo de frontera los restos mortales de otra víctima de femicidio.
El dolor se hizo visible en decenas de personas y poco después que llegaran los vehículos, los presentes, familiares, vecinos y amistades de la niña cruzaron palabras de todo tipo con las autoridades.
Luego de diversos cabildeos las autoridades entendieron que no podían inhumar el cuerpo de la niña así, sin el último adiós de su familia y sin saber además qué es lo que realmente pasó.
Las autoridades finalmente autorizaron un velatorio para la joven, el que tendrá lugar hoy a partir de las 8.
Consultada una familiar de María Elizabeth, la mujer dijo que hay diversas versiones de los hechos y nada en concreto.
“Hoy solo queríamos que nos autoricen a velar a nuestra niña y seguramente a partir de su inhumación exigiremos las respuestas de la Justicia”, dijo.
La mujer denunció además que el cementerio local es una lágrima y nos hizo llegar fotografías de las tumbas cavadas en él, que se encuentran derrumbadas y llenas de agua.
La joven fue hallada el día lunes en una canal de desagüe en las afueras del pueblo fronterizo. Desde ese día y tal cual le sucedió a Celeste en esta capital, el silencio fue cómplice otra vez de otro femicidio.
El cuerpo fue llevado hacia el hospital de una ciudad vecina y días después devuelto a su comunidad, sin que en ese lapso se haya podido dar luz a una investigación certera.