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“Cambio de luces”, un arte plástico esperanzador tras la pandemia

Hasta el 10 de enero Nicolás Picatto expondrá esta serie en la Galería de Arte Mamoré. En sus cuadros da cuenta de un cambio de conciencia volcado a la naturaleza y la ecología. 
Miércoles, 30 de diciembre de 2020 10:43

 

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María de los Ángeles Rojas 
espectaculos@eltribuno .com.ar

™La transmutación es un efecto deseable e ineludible en partes iguales y devenido de la transición pospandémica, y su dosis se derrama desde el nombre en la última serie del artista plástico Nicolás Picatto, “Cambio de luces”, que estará expuesta de forma gratuita y hasta el 10 de enero en Mamoré Galería de Arte (Anzoátegui 441). 
En ella, de nuevo rivalizan los colores cálidos y fríos del quehacer con firma de Picatto, pero aquí desconciertan al observador objetos, animales y personas a los que la realidad mantendrían separados o en otros entornos de pertenencia y que en estas obras aparecen en asociaciones libres e inesperadas, en metáforas desacostumbradas, en imágenes rozando el delirio onírico.
En “La nube naranja” (arriba, a la izquierda) un cadete mira tranquilamente al frente en su fugaz derrotero, un par de mariachis cantan y tocan sin público en un posible afán de atraer clientes a una fonda. Sobre el establecimiento una vaca (animal recurrente en Picatto) descansa echada como después de pastar, tan impertérrita como naturalizados por su presencia lucen los individuos retratados en la imagen. 
En “Karaoke” (arriba, a la derecha), una tríada de personajes reacciona aún presa de la sujeción racional pandémica: el confinamiento silencioso, la diversión sostenida de interpretar una letra sobre una canción de fondo grabada y la llegada con celeridad después de un mandado. 
Cuadros que dialogan con “Un delivery por favor”, otro cadete que parte raudo de un restaurante mientras en el techo, con la misma tranquilidad de la vaca, pero sin su pasividad, un mozo solícito espera comensales en una mesa bien dispuesta, u “Hombre cisterna”, en la que personaje apurado portando un balde con agua entra en una casa (otro símbolo reiterado en este autor), sobre la que espera con expresión parsimoniosa, de brazos cruzados y bajo un sauce llorón, una mujer indemne ante la emergencia. 
“En todas mis series las luces de la creatividad están muy ligadas a las situaciones que nos atraviesan como sociedad, en cuestiones como inmigración, injusticias. Lo que hago en el arte urbano lo ligo mucho a lo social. La serie ‘Mundo corrugado’ hablaba de la soledad y ‘Cambio de luces’ es una apuesta a un cambio de espíritu muy ligado a la naturaleza, a la ecología”, definió Picatto. 

 "Karaoke", una trìada pospandémica en un fuerte contraste de colores.


La serie de collages a la que se refiere, “Mundo corrugado”, iba a salir a la luz el 19 de marzo en el Espacio de Arte OSDE (Vicente López 585), pero decreto presidencial mediante, se dictaminó el aislamiento obligatorio en sus hogares para todos los ciudadanos cuyos servicios no resultaran esenciales en el marco de una emergencia sanitaria. 
Así, nunca llegaron a pender de esas paredes. Días más tarde, Picatto los liberó en las redes y los internautas, con los ojos transidos de encierro, no pudieron dejar de notar que la realidad había sido llana una vez y que ahora lucía llena de resaltos regulares -tan convenientes para asegurar su inmovilidad, y al mismo tiempo, protegerlos- igual de corrugada como ese mundo propuesto. Por eso fue inevitable ligar la serie a un anticipo involuntario de Picatto de la amenaza que se cernería sobre el mundo.
“Cambio de luces”, al contrario, ha surgido bajo otras condiciones de producción. 
“Ha sido gestada bajo el techo del cautiverio pandémico, por decirle de alguna manera. Curiosamente hoy todo florece al aire libre. Esa frase es tan usada hoy en día: ‘las actividades al aire libre’ y no nos damos cuenta de que el aire siempre ha sido libre. Mis obras siempre han sido escenas al aire libre, acciones en el exterior de una casa, en la geografía; pero en esta muestra intento dar cuenta de la necesidad que tenemos de arte y que tal vez el arte sea una nueva apertura a las profundidades del ser, porque ahí tenemos que hacer la apuesta: a la nueva dirección que va a tomar el devenir”, reflexionó Picatto. 
Y justamente este fin de 2020 nos encuentra divorciados de cualquier firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar por la fragilidad de los seres y las cosas que nos ha traído esta experiencia pandémica. 
“Creo que a este año lo vamos a cerrar más que haciendo un balance de proyectos, sacando un almanaque viejo de la pared y poniendo uno nuevo o porque el celular nos va a cambiar el número del año que tenemos. La incertidumbre va a continuar quién sabe por cuánto tiempo más”, señaló Picatto, a quien lo acompaña una única certeza. “El arte está presente e imita al universo en cuanto a su dinámica y si uno decide introducir la punta del pie en esa dinámica, esta nos lleva puestos. Ahí dentro es donde me encuentro con ‘Cambio de luces’”, dijo. 

“Volver a exponer en un espacio físico ha sido maravilloso”


En “Reflejo” (en esta página) un personaje femenino acuna sus pensamientos al vaivén de la hamaca paraguaya donde reposa. El entorno de altos árboles de hojas abundantes y el fondo de cerros naranjas lucen como naturaleza que ha renacido tras una tormenta. Igual impresión de confort transmite otra joven, tranquila aunque tome un baño en plena calle, un ser humano liberado de las represiones personales y sociales. Indudablemente el arte -porque se le cercenaron sus espacios habituales de difusión, circulación y realización- fue uno de los rubros más condicionados por la pandemia, pero curiosamente los artistas, y también las instituciones, probaron montajes y ejecuciones singulares para posibilitar la comunicación con sus interlocutores. ¿El resultado? Proveyeron distracción y conocimiento en los períodos más agresivos del confinamiento y, en el mismo movimiento, instauraron paradigmas que surgieron para quedarse. “Quizás hubiera sido más fácil sumarse al parate mundial y esperar el momento adecuado para seguir, pero el arte empuja, las obras que uno va haciendo empujan, piden salir y uno les va dando con el gusto”, comentó Piccato. Él fue uno de los que se trazó una senda desprovista de la inercia de lo instituido. Incluso en agosto pasado puso una pegatina en la intersección de España y 25 de Mayo, un mural denominado “Que el temporal no se lleve a tu sonrisa”. Una obra para pensar en cuántos significados se pierden en una boca cuya expresión tenemos que adivinar y en cuánto ejercicio tendrá que hacer la memoria para recordar en unos meses cómo los labios consiguen temblar como volados, de ira, de nerviosismo, de contrariedad. 
El arte, además, fue uno de los ámbitos más fecundos para los debates acerca de cómo adecuarse al contexto pandémico, sobre todo porque se reveló que los planteos sobre la relación entre la práctica artística, los espectadores y los espacios que la exhiben no eran para nada nuevos.
“De alguna manera exponer en un espacio fijo es una forma de resistir ante tanta exposición virtual. Los que usamos las redes sociales podemos ver la gran oferta que hay de artistas de todo el mundo presentando su obra, pero me parece que esto hace que el arte se termine fotocopiando o globalizando. Los artistas que son exitosos en las redes, porque hoy todo está pasando por ahí, son imitados por artistas de otros lados que les copian las técnicas. Si uno tiene la oportunidad de ver pareciera que muchas obras son hechas por un mismo artista, por eso no sé cómo continuará todo esto”, describió Picatto. 

 


Cercano a la idea de que el público pueda disfrutar de experiencias más sostenibles y con un concepto no tan espectacularizado del arte, señaló que no empujará al destino a depararle algo predeterminado. 
“En cuanto a los proyectos, creo que algunos aprendimos a no proyectar nada por un buen tiempo y seguir las reglas del azar. Este año se me han dado oportunidades de juntarme con gente por proyectos de diferentes cuestiones artísticas, que luego se suspendían para la semana siguiente y con posterior al mes próximo... Por eso decidí que por un buen tiempo voy a estar más en el instante”, manifestó. Sin embargo, no dejó de señalar que lo sorprendió “la experiencia tan loca de exponer sin público y también por las redes sociales, porque la gente se copó mucho con el nuevo formato y fue positivo”. 
“Dentro de este año vuelvo a exponer en una galería de arte. Haber vivido esas dos experiencias en tan poco tiempo, en un tiempo muy vertiginoso y charlando con Juan Blanco, el director de Mamoré, hemos coincidido en eso, en cómo a la gente este año se le despertó una sensibilidad por el arte. Nos dimos cuenta de que la gente se acercó mucho al arte”, expresó, todavía admirado porque el 2020 volvió más democratizante que nunca el mundo del arte, facilitando el acceso y el interés de todos los públicos. 

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