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“La familia y los amigos fueron un pilar para nosotros”

Foto: Jan Touzeau
Miércoles, 30 de diciembre de 2020 19:18

Si hay profesiones que resaltar y valorar son aquellas vinculadas a la salud. La pandemia los puso en la línea de fuego, pero siempre se mantuvieron firmes, con una valentía inigualable. En los hospitales se vivieron momentos duros, no solo por los enfermos sino también por compañeros que caían por el virus que golpeó al mundo. 
La primera noticia fuerte fue que el hospital iba a ser cabecera para el tratamiento de los pacientes COVID de la provincia”, relata Ricardo León de la Fuente, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Papa Francisco, los aprestos iniciales cuando la enfermedad ganaba titulares y territorios en el país. El Tribuno dialogó con el médico para entender cómo se vivió la pandemia desde las perspectiva de quienes la trataron, y teniendo en cuenta que más de 14 mil salteños con el virus fueron asistidos en el Papa Francisco y unos 1.500 estuvieron internados allí. Y que 19 médicos perdieron la vida desempeñando su profesión en diversos centros de salud de la provincia.
“Estábamos todo el tiempo capacitándonos, aprendiendo, estudiando, viendo lo que sucedía en otro lado, tratando de dotar al personal de los mejores equipos de protección”, resumió.
Cuando designaron al Papa Francisco centro de referencia, ¿qué sintió?
Ese fue el primer impacto fuerte, sobre todo a nivel personal, y más que miedo te diría incertidumbre, porque si bien la pandemia ya estaba en otros países, en el nuestro no teníamos mucha idea y más aún no sabíamos qué iba a pasar en nuestra provincia. Y toda esa incertidumbre también te genera inquietudes en el cuidado personal, de tus seres queridos, de no ser vos el transmisor de la enfermedad. Yo creo que a la mayoría de los médicos les pasó más que nada eso. Miedo de exponerse por los seres queridos porque uno volvía a su casa. Y estábamos todo el tiempo capacitándonos, aprendiendo, estudiando, viendo lo que sucedía en otro lado, tratando de dotar al personal de los mejores equipos de protección y, de esa manera, tratar de disminuir el riesgo implícito de contagiar. Y a medida que fueron llegando los pacientes fuimos aprendiendo y siempre el conocimiento ayuda a despejar las dudas, a sacar los miedos. Con más de mil quinientos pacientes internados, 14 mil pacientes tratados en nuestra área operativa, te imaginás las anécdotas y muchas también gratificantes. Llevar después la tranquilidad de que el paciente iba saliendo, y que se lo podíamos devolver y mucha gente muy agradecida y es la parte linda de esta historia. 
¿Cambió el hospital?
Por supuesto, hoy, mirando para adelante, siento que el hospital quedó con mejor funcionamiento que antes, operativamente también. Es un hospital del cual estoy orgulloso por cómo nos cuidó, creo que por lejos somos el hospital que menos contagio intranosocomial tuvo y somos, además de haber sido de referencia, el hospital que más pacientes con esta patología hemos tratado. 
¿Pudo hacer un balance?
En esta historia hasta el día de hoy, porque no podemos hablar del final, estoy satisfecho si hago un balance de todo lo acontecido. En medio de las tensiones, surgen un montón de problemas que por suerte los supimos llevar de la mejor manera con el personal propio del hospital y con el que se incorporó, sobre todo gente joven residente o que estaban terminando su residencia en otros hospitales y dijeron sí a la invitación de venir... es de elogiar lo que hicieron.
¿Cómo se vivió el miedo inicial?
Yo creo que he sido y soy muy estudioso y alejar los miedos es alejar el desconocimiento, y tuvimos la suerte también de que la primera oleada de pacientes que recibimos eran leves o muy poco sintomáticos. Entonces, nos dio tiempo de prepararnos y aprender. Obviamente, cuando después llegó la ola mucho más fuerte a fines de agosto y septiembre, ahí realmente no se saturó el sistema de salud porque se fortalecieron otras estructuras y, a la par, otras instituciones comenzaron a recibir pacientes, lo cual nos alivió bastante. Pero la manera de alivianar todo, sobre todo el miedo fue estudiando y viendo lo que pasaba en otros lados, sabíamos cómo iban tratando, tratamos de hacer las cosas que realmente estaban probadas... Esta enfermedad tiene lo que se conoce como infodemia, que todo el mundo sabe o cree que sabe y así surgieron un montón de cosas y tratamientos alternativos y tratamos de no entrar en esa situación. Y muchas veces ante pacientes críticos, tenemos un principio: “no hacer” muchas veces significa hacer mucho más; no por intentar “hacer algo” vamos a tener mejor resultado. Entonces, tuvimos la prudencia de hacer algo que en otros lados había funcionado. Y, bueno, tuvimos la suerte también de entrenar a muchos colegas que, como pasa siempre en nuestra ciudad y en el país, trabajan en varios lugares, entonces cuando los enfermos fueron recibidos en otros hospitales, todos nuestros médicos tomaron un rol protagonista en esas otras instituciones porque ya venían con el entrenamiento que habían tenido aquí. 
Y en lo personal, ¿cómo fue ese proceso?
En las poquitas horas que tenía libre, trataba de descansar, de relajarme, de no llevar toda esta vorágine de carga a mi casa. Obviamente, no solo los cuidados de higiene y protección, eso lo hemos implementado muy bien en nuestro hospital; sino que trataba de despejarme con otras actividades, con la familia, con amigos y creo que eso también es un pilar muy importante en todo ser humano y más en nosotros, los médicos, y más aún después de haber vivido una etapa tan crítica como esta.
¿Cómo se vive el día a día?
Lo peor es el aislamiento. El paciente entra a un ambiente desconocido, solo y aislado del mundo y de repente viene gente vestida como astronauta a tratarte y mucho del personal de salud estaba lo menos posible, por lo cual esa persona sufre muchísimo, y más aún el ser querido con el que uno se comunica todos los días para tratar de darle el parte de cómo está ese paciente. Yo creo que esa es la parte más dura de la enfermedad. Lamentablemente, el paciente entra solo y se olvida de todo lo demás, y uno llega a ser el nexo con la familia y esa parte es muy dura y creo que es lo que más angustia lleva. Y después cuando se cierra la terapia, se empieza a buscar dónde recibir pacientes, a nosotros nos llamaban de todas partes y teníamos que hacer lo imposible para recibir a todos. Y el recurso humano nuestro por distintas razones, porque había estado en contacto con alguien que dio positivo o porque había tenido un problema personal, a veces no podía dar respuestas a todos los requerimientos. 
Esa etapa fue muy dura, desde la parte de gestionar las camas cuando había gran requerimiento desde toda la provincia. Y los pacientes en sí no es que están sufriendo, cuando entran en insuficiencia respiratoria y entran al respirador, uno les brinda sedación y analgesia, y el paciente se duerme y no siente dolor ni molestia. 
Y al paciente que está con falta de aire y despierto uno lo trata con los servicios de Kinesiología y de Enfermería para brindarle todos los elementos para que esa parte la pase lo menos alterado posible. Y muchas veces esas personas entraban con información y tenían el miedo inminente de morir. Porque en los primeros momentos los portales de los diarios eran cuántos muertos hubo hoy, es decir, asociaban a la COVID con la muerte. En esa situación de estrés era difícil trabajar con los pacientes, darles la tranquilidad, y en algunos casos hemos requerido asistencia y apoyo psicoterapéutico para ellos e inclusive también para colegas...
¿Se sintieron sobrepasados, cansados?
En lo personal, pude aislarme los fines de semana que no trabajaba. Con lo cual tener uno o dos días de descanso era suficiente y hubo otros colegas que sí, por distintos motivos, requirieron no ir a trabajar, y otros que requirieron apoyo pscicoterapéutico para seguir yendo. 
Hubo episodios de protesta en los barrios aledaños...
Eso fue al comienzo y por desconocimiento, pensaban que el hospital estaba cerca de ellos y podría contagiarlos, y bueno, al poco tiempo tomamos la escuela y eso también generó cierta resistencia, pero no pasó a mayores y creo que hoy estamos trabajando por volver a la normalidad y sería grato estar nuevamente operativos y trabajar nuevamente como lo hacíamos, dándole solución a esta gran zona operativa que tenemos, y no solo para esta enfermedad sino también para todas las otras. Es el único hospital capitalino que tiene la característica de atender embarazadas, niños y adultos.
¿Vivió antes una situación parecida?
Yo ya era especialista en terapia cuando pasó la pandemia de gripe A, pero esto no tiene parangón con otra cosa y más que nada por esto de la infodemia, se saturó tanto de información que no solo era yo en esta situación, era alterar a mi esposa, a mis hijos, a mi madre, y lo mismo pasaba con los colegas o cuando se enfermaba alguien y todo lo que pasaba. No, no recuerdo otra situación como esta, de tanto estrés y aparte el cambio total de todo, porque era volver a tu casa y vivir una situación totalmente distinta porque tus hijos no iban a la escuela, no salían porque estamos en una situación de aislamiento muy dura. Entonces es un contexto que no he vivido antes. 
Al principio se asociaba al COVID con muerte, ¿sigue siendo así?
El miedo paraliza, el miedo es una sensación muy mala por eso traté de no tener miedo, inquietudes, inseguridades, pero no miedo, porque el miedo no solo te paraliza sino que es un inmunodepresor, es decir que te baja las defensas y te predispone a tener la enfermedad. Entonces, hay que respetar la enfermedad hay que saber que estamos en pandemia, sin duda que la vacunación que ya está probada y ya está en marcha, por lo menos en población de alto riesgo va a atenuar la pandemia, y probablemente terminar con ella. Entonces hay que ser optimistas, no relajarnos y no tener miedo, sino hacer lo que sabemos que tenemos que hacer para prevenir, no transmitir esta enfermedad e ir saliendo de esta situación de pandemia.

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Si hay profesiones que resaltar y valorar son aquellas vinculadas a la salud. La pandemia los puso en la línea de fuego, pero siempre se mantuvieron firmes, con una valentía inigualable. En los hospitales se vivieron momentos duros, no solo por los enfermos sino también por compañeros que caían por el virus que golpeó al mundo. 
La primera noticia fuerte fue que el hospital iba a ser cabecera para el tratamiento de los pacientes COVID de la provincia”, relata Ricardo León de la Fuente, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Papa Francisco, los aprestos iniciales cuando la enfermedad ganaba titulares y territorios en el país. El Tribuno dialogó con el médico para entender cómo se vivió la pandemia desde las perspectiva de quienes la trataron, y teniendo en cuenta que más de 14 mil salteños con el virus fueron asistidos en el Papa Francisco y unos 1.500 estuvieron internados allí. Y que 19 médicos perdieron la vida desempeñando su profesión en diversos centros de salud de la provincia.
“Estábamos todo el tiempo capacitándonos, aprendiendo, estudiando, viendo lo que sucedía en otro lado, tratando de dotar al personal de los mejores equipos de protección”, resumió.
Cuando designaron al Papa Francisco centro de referencia, ¿qué sintió?
Ese fue el primer impacto fuerte, sobre todo a nivel personal, y más que miedo te diría incertidumbre, porque si bien la pandemia ya estaba en otros países, en el nuestro no teníamos mucha idea y más aún no sabíamos qué iba a pasar en nuestra provincia. Y toda esa incertidumbre también te genera inquietudes en el cuidado personal, de tus seres queridos, de no ser vos el transmisor de la enfermedad. Yo creo que a la mayoría de los médicos les pasó más que nada eso. Miedo de exponerse por los seres queridos porque uno volvía a su casa. Y estábamos todo el tiempo capacitándonos, aprendiendo, estudiando, viendo lo que sucedía en otro lado, tratando de dotar al personal de los mejores equipos de protección y, de esa manera, tratar de disminuir el riesgo implícito de contagiar. Y a medida que fueron llegando los pacientes fuimos aprendiendo y siempre el conocimiento ayuda a despejar las dudas, a sacar los miedos. Con más de mil quinientos pacientes internados, 14 mil pacientes tratados en nuestra área operativa, te imaginás las anécdotas y muchas también gratificantes. Llevar después la tranquilidad de que el paciente iba saliendo, y que se lo podíamos devolver y mucha gente muy agradecida y es la parte linda de esta historia. 
¿Cambió el hospital?
Por supuesto, hoy, mirando para adelante, siento que el hospital quedó con mejor funcionamiento que antes, operativamente también. Es un hospital del cual estoy orgulloso por cómo nos cuidó, creo que por lejos somos el hospital que menos contagio intranosocomial tuvo y somos, además de haber sido de referencia, el hospital que más pacientes con esta patología hemos tratado. 
¿Pudo hacer un balance?
En esta historia hasta el día de hoy, porque no podemos hablar del final, estoy satisfecho si hago un balance de todo lo acontecido. En medio de las tensiones, surgen un montón de problemas que por suerte los supimos llevar de la mejor manera con el personal propio del hospital y con el que se incorporó, sobre todo gente joven residente o que estaban terminando su residencia en otros hospitales y dijeron sí a la invitación de venir... es de elogiar lo que hicieron.
¿Cómo se vivió el miedo inicial?
Yo creo que he sido y soy muy estudioso y alejar los miedos es alejar el desconocimiento, y tuvimos la suerte también de que la primera oleada de pacientes que recibimos eran leves o muy poco sintomáticos. Entonces, nos dio tiempo de prepararnos y aprender. Obviamente, cuando después llegó la ola mucho más fuerte a fines de agosto y septiembre, ahí realmente no se saturó el sistema de salud porque se fortalecieron otras estructuras y, a la par, otras instituciones comenzaron a recibir pacientes, lo cual nos alivió bastante. Pero la manera de alivianar todo, sobre todo el miedo fue estudiando y viendo lo que pasaba en otros lados, sabíamos cómo iban tratando, tratamos de hacer las cosas que realmente estaban probadas... Esta enfermedad tiene lo que se conoce como infodemia, que todo el mundo sabe o cree que sabe y así surgieron un montón de cosas y tratamientos alternativos y tratamos de no entrar en esa situación. Y muchas veces ante pacientes críticos, tenemos un principio: “no hacer” muchas veces significa hacer mucho más; no por intentar “hacer algo” vamos a tener mejor resultado. Entonces, tuvimos la prudencia de hacer algo que en otros lados había funcionado. Y, bueno, tuvimos la suerte también de entrenar a muchos colegas que, como pasa siempre en nuestra ciudad y en el país, trabajan en varios lugares, entonces cuando los enfermos fueron recibidos en otros hospitales, todos nuestros médicos tomaron un rol protagonista en esas otras instituciones porque ya venían con el entrenamiento que habían tenido aquí. 
Y en lo personal, ¿cómo fue ese proceso?
En las poquitas horas que tenía libre, trataba de descansar, de relajarme, de no llevar toda esta vorágine de carga a mi casa. Obviamente, no solo los cuidados de higiene y protección, eso lo hemos implementado muy bien en nuestro hospital; sino que trataba de despejarme con otras actividades, con la familia, con amigos y creo que eso también es un pilar muy importante en todo ser humano y más en nosotros, los médicos, y más aún después de haber vivido una etapa tan crítica como esta.
¿Cómo se vive el día a día?
Lo peor es el aislamiento. El paciente entra a un ambiente desconocido, solo y aislado del mundo y de repente viene gente vestida como astronauta a tratarte y mucho del personal de salud estaba lo menos posible, por lo cual esa persona sufre muchísimo, y más aún el ser querido con el que uno se comunica todos los días para tratar de darle el parte de cómo está ese paciente. Yo creo que esa es la parte más dura de la enfermedad. Lamentablemente, el paciente entra solo y se olvida de todo lo demás, y uno llega a ser el nexo con la familia y esa parte es muy dura y creo que es lo que más angustia lleva. Y después cuando se cierra la terapia, se empieza a buscar dónde recibir pacientes, a nosotros nos llamaban de todas partes y teníamos que hacer lo imposible para recibir a todos. Y el recurso humano nuestro por distintas razones, porque había estado en contacto con alguien que dio positivo o porque había tenido un problema personal, a veces no podía dar respuestas a todos los requerimientos. 
Esa etapa fue muy dura, desde la parte de gestionar las camas cuando había gran requerimiento desde toda la provincia. Y los pacientes en sí no es que están sufriendo, cuando entran en insuficiencia respiratoria y entran al respirador, uno les brinda sedación y analgesia, y el paciente se duerme y no siente dolor ni molestia. 
Y al paciente que está con falta de aire y despierto uno lo trata con los servicios de Kinesiología y de Enfermería para brindarle todos los elementos para que esa parte la pase lo menos alterado posible. Y muchas veces esas personas entraban con información y tenían el miedo inminente de morir. Porque en los primeros momentos los portales de los diarios eran cuántos muertos hubo hoy, es decir, asociaban a la COVID con la muerte. En esa situación de estrés era difícil trabajar con los pacientes, darles la tranquilidad, y en algunos casos hemos requerido asistencia y apoyo psicoterapéutico para ellos e inclusive también para colegas...
¿Se sintieron sobrepasados, cansados?
En lo personal, pude aislarme los fines de semana que no trabajaba. Con lo cual tener uno o dos días de descanso era suficiente y hubo otros colegas que sí, por distintos motivos, requirieron no ir a trabajar, y otros que requirieron apoyo pscicoterapéutico para seguir yendo. 
Hubo episodios de protesta en los barrios aledaños...
Eso fue al comienzo y por desconocimiento, pensaban que el hospital estaba cerca de ellos y podría contagiarlos, y bueno, al poco tiempo tomamos la escuela y eso también generó cierta resistencia, pero no pasó a mayores y creo que hoy estamos trabajando por volver a la normalidad y sería grato estar nuevamente operativos y trabajar nuevamente como lo hacíamos, dándole solución a esta gran zona operativa que tenemos, y no solo para esta enfermedad sino también para todas las otras. Es el único hospital capitalino que tiene la característica de atender embarazadas, niños y adultos.
¿Vivió antes una situación parecida?
Yo ya era especialista en terapia cuando pasó la pandemia de gripe A, pero esto no tiene parangón con otra cosa y más que nada por esto de la infodemia, se saturó tanto de información que no solo era yo en esta situación, era alterar a mi esposa, a mis hijos, a mi madre, y lo mismo pasaba con los colegas o cuando se enfermaba alguien y todo lo que pasaba. No, no recuerdo otra situación como esta, de tanto estrés y aparte el cambio total de todo, porque era volver a tu casa y vivir una situación totalmente distinta porque tus hijos no iban a la escuela, no salían porque estamos en una situación de aislamiento muy dura. Entonces es un contexto que no he vivido antes. 
Al principio se asociaba al COVID con muerte, ¿sigue siendo así?
El miedo paraliza, el miedo es una sensación muy mala por eso traté de no tener miedo, inquietudes, inseguridades, pero no miedo, porque el miedo no solo te paraliza sino que es un inmunodepresor, es decir que te baja las defensas y te predispone a tener la enfermedad. Entonces, hay que respetar la enfermedad hay que saber que estamos en pandemia, sin duda que la vacunación que ya está probada y ya está en marcha, por lo menos en población de alto riesgo va a atenuar la pandemia, y probablemente terminar con ella. Entonces hay que ser optimistas, no relajarnos y no tener miedo, sino hacer lo que sabemos que tenemos que hacer para prevenir, no transmitir esta enfermedad e ir saliendo de esta situación de pandemia.

Foto : JAN TOUZEAU
Una de las postales más conmovedoras que dejó este año: los médicos homenajearon a los compañeros que fallecieron por el coronavirus, el pasado 3 de diciembre.  Las autoridades también destacaron a los enfermeros y otros profesionales en el hospital San Bernardo. 

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