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"Existe un prejuicio de que las mujeres con discapacidad no podemos desear ni ser deseadas"

Entrevista con Mariana Romano, vocera de los talleres del proyecto Derechos Sexuales en Argentina con inclusión.
Lunes, 07 de diciembre de 2020 00:27

Mariana Romano (27) es vocera de los talleres del proyecto Derechos Sexuales en Argentina (DeSeAr) con inclusión, una iniciativa conjunta de FUSA Asociación Civil y Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) que cuenta con el financiamiento del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para Eliminar la Violencia contra la Mujer.

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Mariana Romano (27) es vocera de los talleres del proyecto Derechos Sexuales en Argentina (DeSeAr) con inclusión, una iniciativa conjunta de FUSA Asociación Civil y Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) que cuenta con el financiamiento del Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para Eliminar la Violencia contra la Mujer.

Desde Tucumán y en representación de sus compañeras del NOA, la joven con discapacidad visual compartió con El Tribuno los temas que surgieron de los encuentros entre mujeres con discapacidad de la región y del país, vinculados sobre todo con los problemas en torno al ejercicio efectivo de los derechos sexuales y reproductivos.

El 25 de noviembre, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se lanzó la campaña audiovisual #SomosDeSeAr, liderada por las participantes de los talleres.

Los spots, que comenzaron a difundirse desde entonces, reivindican el derecho de las mujeres con discapacidad al goce y a vivir plenamente su sexualidad y visibilizan las barreras en el acceso a los servicios de salud.

¿Cómo conociste los talleres del proyecto DeSeAr con inclusión?

Los conocí en el año 2018. En esa época, trabajaba en una revista de Tucumán que se llama Capacitados que trata sobre las personas con discapacidad y otros grupos vulnerables.

Me llegó la noticia de que habría unos talleres de mujeres en los que se trabajarían las problemáticas de discapacidad y sexualidad. Yo fui a cubrir esos talleres y empecé a participar.

¿Qué encontraste ahí?

Fue muy lindo porque conocí a chicas de otras provincias, de Jujuy, Salta y Catamarca. En ese momento se hacían talleres a nivel regional pero después nos juntamos en forma virtual con chicas de otras regiones. Eso era más lindo porque podíamos compartir más experiencias con ellas a pesar de que no nos podíamos juntar de forma presencial.

Nos dimos cuenta de que muchas cosas que nos pasaban en relación con la sexualidad, que pensábamos que solo nos sucedían a nosotras, les pasaban a muchas chicas. No era solo un problema individual sino también colectivo.

Fue lindo darse cuenta de eso y, a partir de ahí, pensamos en qué podíamos hacer con eso que nos dábamos cuenta de que nos pasaba a la mayoría.

Ahí surgió la idea de hacer spots de audio y video y darlos a conocer para que no pasen desapercibidos. Eso implicó planificación y trabajar con las compañeras para la difusión.

¿A qué situaciones te referís cuando hablás de problemas en relación con la sexualidad?

Nos referimos, por ejemplo, a prejuicios que tiene la sociedad: que las mujeres con discapacidad no podemos desear, que nadie nos puede desear o que si alguien tiene relaciones sexuales con nosotras se trata de un abuso, como si nosotras no pudiéramos consentir activamente tener una relación. Trabajamos mucho sobre eso.

Hemos trabajado mucho también sobre la consulta ginecológica. A mí eso personalmente no me pasó, pero muchas compañeras planteaban que, cuando iban al ginecólogo o a la ginecóloga, los profesionales les querían imponer un método anticonceptivo que ellas no querían.

Otras compañeras que ya eran mamás planteaban que habían tenido muchos problemas con el médico porque hay una visión muy negativa sobre la discapacidad y la maternidad, como si una mujer con discapacidad no pudiera ser madre.

¿Perciben que esto atraviesa a todas las clases sociales o en algunas es más marcado que en otras?

Yo creo que es algo que atraviesa a todas las clases sociales, pero creo que hay que tener en cuenta que al ser una persona con discapacidad quizás el factor económico influye más.

La discapacidad está atravesada por otras variables como la económica, la de género, la de ser descendiente de un pueblo indígena... Son muchos los factores que se suman a la discapacidad y que pueden contribuir a que una sufra muchas más discriminaciones.

¿Sufren también abortos forzosos?

Eso también lo hemos trabajado. Hay que tener en cuenta que algunas mujeres con discapacidad sufren violaciones en contextos intrafamiliares y hay que ver cómo se puede trabajar eso, sobre todo en este contexto en el que se vuelve a tratar la interrupción voluntaria del embarazo.

Hay que trabajar ese tema... ¿Cómo sigue la vida de esa mujer si es forzada y tiene un bebé? No sabemos si esa mujer quiere tener un bebé o no. Son situaciones complicadas.

¿Hay muchos abusos intrafamiliares hacia las mujeres con discapacidad?

Sí, a veces son mujeres que viven en familias numerosas o quizás se da en mujeres que tienen una discapacidad intelectual que capaz no pueden comunicar bien la situación como lo podría hacer una mujer que tiene otra discapacidad. Se dan ese tipo de casos...

¿Qué otras cosas te resonaron de lo que compartieron en los talleres?

Hemos trabajado sobre los lugares de disfrute, como restaurantes u hoteles alojamiento, porque tienen que ver con la inclusión. Por ejemplo, una va a un restaurante que no tiene un menú accesible: no está en Braille ni en macrotipos o un hotel alojamiento quizás tiene muchos escalones, no tiene rampas, tiene una escalera dificultosa o es muy oscuro. Entiendo que eso tiene que ver con la ambientación, pero quizás hay cosas para trabajar un poco en ese sentido.

Una mujer con discapacidad tiene derecho a tener una relación ocasional. Entonces, si decido ir a un hotel alojamiento con alguien, pero el hotel tiene una escalera caracol, no sé si la otra persona a la que no conozco bien me va poder brindar el apoyo que necesito. Eso es algo que me hace sentir incómoda: son pequeños detalles que hacen que la salida no funcione bien. No sé si la gente se pone a pensar en esas cosas, pero nosotras nos damos cuenta de que nos pasan.

¿De qué otros temas hablaron?

Hablamos de muchas cosas: de los lugares de disfrute, de la salud y de la familia, la cual es importante para que nos podamos abrir, conocer gente y tener nuestra autonomía.

A veces, la familia es un poco sobreprotectora... Quizás es más difícil para nosotras conocer gente. Entonces necesitamos que la familia nos acompañe en el sentido de que nos deje liberarnos un poco más.

Esos han sido los puntos principales, muy amplios, que quizás cada uno merece un tratamiento aparte.

¿Qué vieron en relación con la familia?

La familia tendría que permitir que una tenga su espacio propio, dentro de lo posible.

Sabemos que no todos tienen una casa para que cada persona tenga su habitación propia: es muy complicado, pero, en lo posible, sería bueno que la madre no entrara a la habitación de su hija mujer sin pedir permiso, sino que golpee la puerta y pregunte si puede pasar. Son cosas que parecen muy obvias pero con las personas con discapacidad quizás eso no se da. Capaz los padres piensan que pueden pasar porque es su hija y tienen que ver qué hace.

Como si fuera una niña...

Claro, hay como una infantilización. Los padres piensan que pueden entrar porque tienen que ver qué hace, si necesita ayuda... Son muchas cosas que hay que trabajar y todas están relacionadas.

Es importante la intimidad... Leí publicaciones de chicos con discapacidad intelectual a quienes los padres les revisan el celular. Yo no sé hasta qué punto está bien o está mal porque hay que pensar que hay abusadores por internet y los padres quieren saber si sus hijos chatean con alguien que puede ser peligroso, lo que es entendible, pero también está la intimidad de la persona que tiene el derecho de escribir lo que quiere y chatear con quien quiere.

¿A qué conclusiones llegaron?

En los talleres pudimos dar un mensaje coherente de que nosotras tenemos nuestros derechos y necesitamos que los profesionales, en el caso de la salud, nos acompañen y nos ayuden a que nosotras tomemos nuestras decisiones y ellos no nos impongan nada. Si queremos usar un método anticonceptivo, que no nos impongan una decisión, sino que nosotras decidamos por nosotras mismas.

¿Estas situaciones de vulneración de derechos sexuales y reproductivos se ven también en los varones o es más frecuente en las mujeres?

Yo creo que esto también sucede con los varones, pero en las mujeres se ve más por el hecho de ser mujeres.

Los padres protegen más a sus hijas. Les preguntan qué van a hacer, con quién salen... sobre todo en las provincias o, por lo menos, en Tucumán. Está eso de que el padre protege a la hija, más allá de que tenga o no una discapacidad. Si tiene una discapacidad, es peor: al hecho de ser mujer, se le suma el hecho de tener una discapacidad.

En cambio, está la idea de que el varón tiene que salir, tiene que conocer... El varón tiene más libertades porque la sociedad le da ese privilegio. Si tiene una discapacidad, quizás lo cuidan un poco pero está eso de que es varón...

Me parece que las mujeres en ese sentido estamos con una doble presión y, peor, si quizás una tiene problemas económicos o si es descendiente de pueblos originarios: es más la discriminación y la opresión. Son cosas que se van sumando...

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