Tras dos años de recesión y alta inflación hay muchísimos hogares con inseguridad alimentaria, la situación es muy grave. En este contexto la tarjeta alimentaria como complemento de la AUH es una buena herramienta que, en el corto plazo, permite llegar a muchos de estos hogares. Está bien focalizada.
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Tras dos años de recesión y alta inflación hay muchísimos hogares con inseguridad alimentaria, la situación es muy grave. En este contexto la tarjeta alimentaria como complemento de la AUH es una buena herramienta que, en el corto plazo, permite llegar a muchos de estos hogares. Está bien focalizada.
La tarjeta alimentar llega a hogares que reciben la AUH con niños de 6 años o menos, o con discapacidad con mujeres embarazadas. Parece razonable que lo reciban estas personas que están embarazadas o en pleno proceso de desarrollo. Una alimentación insuficiente lamentablemente tendrá efectos para toda la vida. En un marco de restricciones presupuestarias entiendo que se ha buscado priorizarlos, sin embargo hay otros grupos etarios, como los niños de hasta 12 años, por ejemplo, que también están en una situación vulnerable. Me parece un gran primer paso en la lucha contra el hambre, necesario pero no suficiente.
Con el Programa Argentina contra el Hambre se está intentando lograr seguridad y soberanía alimentaria pero también, redistribuyendo ingresos, reactivar una economía que no logra salir de su letargo. Son objetivos ambiciosos. Me parece que este programa es muy importante y está bien focalizado en un contexto de crisis. Sin embargo la cuestión de fondo es lograr encaminar la macroeconomía: reducir la inflación, que siempre afecta más a los hogares pobres, y generar las condiciones para el crecimiento, y esto sólo se alcanza con políticas consistentes. Por eso la deuda y las cuentas públicas aparecen como urgentes.