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La solución no va a venir de afuera

Sabado, 15 de febrero de 2020 23:27

La crisis alimentaria y sanitaria en las comunidades wichis tuvo un efecto fulminante al visibilizar agriamente el fenómeno del subdesarrollo en nuestra provincia.

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La crisis alimentaria y sanitaria en las comunidades wichis tuvo un efecto fulminante al visibilizar agriamente el fenómeno del subdesarrollo en nuestra provincia.

Salta es vulnerable.

La primera tentación es la de buscar culpables. La crisis se produjo un poco más de un mes después del cambio de gobierno provincial. La ministra de Salud, Josefina Medrano, aseguró que “no es de hoy que los chicos mueran en esta época del año”

Una niña se murió estando presente la ministra, que es, además, médica pediatra. Efectivamente, se sabía desde hace mucho que los veranos tropicales son de alto riesgo para niños desnutridos, que viven en ranchos sin agua potable y se vuelven vulnerables a la diarrea y la desnutrición. Y que se producen cuando el gobierno de turno baja la guardia.

Los problemas sociales hay que verlos desde adentro. Desde afuera pueden llegar ayudas para la emergencia, pero la desnutrición continuará si no se realiza un nuevo abordaje, con otro enfoque, que va mucho más allá del asistencialismo.

Hambre y espectáculo

“Hagan algo”, dijo el empresario Marcelo Tinelli. En la foto, él aparecía como integrante de la mesa de emergencia nacional. ¿A quién se dirigía ese pedido?

El gran peligro es el uso de la muerte y la miseria como bandera política. En las semanas previas a la elección presidencial se organizaron campañas por una supuesta hambruna, se crearon centros de emergencia en los estadios de fútbol, se instaló la imagen de una Argentina en llamas.

Y nada cambió desde entonces, salvo el Gobierno nacional, pero ya nadie lleva alimentos no perecederos a la cancha de River. Así pasa en la “política espectáculo”: nunca se sabe cuántos ni quienes son los damnificados y nunca se conoce el destino de la ayuda.

Porque en la Argentina no solo hay pobreza, sino que, desde hace cuatro décadas, la pobreza crece y se multiplica de la mano de la destrucción de la producción y el empleo. Y de poco sirven las ollas populares y los comedores escolares, cuando una cuarta parte de la población está excluida de la educación y el trabajo. Desde el “Rodrigazo” (1975), fecha crucial de esta decadencia, pasaron 13 presidentes, y el actual ya fue jefe de Gabinete. Según se deduciría del tuit de Tinelli, “no hicieron nada”, salvo reproducir pobreza y comedores.

En el caso de Salta, la realidad es que la provincia comparte con el NOA y el NEA demasiados indicadores adversos en materia de productividad y desarrollo humano. Es difícil encontrar una única causa de los males del norte provincial, pero es imprescindible tomar medidas que vayan más allá del asistencialismo. Y es imprescindible porque la gente tiene derecho a vivir mejor sin depender de la ayuda externa. Y en ese vivir mejor se incluye el derecho de criollos y aborígenes a votar sin tener que venderle su voto al jefe territorial.

No cabe la resignación. Y tampoco ilusionarse con espejismos mediáticos.

Los maestros wichis vuelven a reclamar escuelas y profesorados bilingües. La mejor forma de vencer la pobreza estructural no es repartir peces sino cañas de pescar, dice un proverbio chino. Si de algo saben nuestros originarios es de pesca en aguas turbulentas. Un programa sustentable que combine educación, salud pública, comunicaciones y actividades productivas en escala, tal como el que insinuó el ministro Miguel Arroyo, puede ser la solución para aborígenes y criollos.

Ni mezquindades

Claro que en esto no puede haber mezquindades. En una provincia que, además de la crisis humanitaria de Rivadavia, se encuentra castigada por las inundaciones y participa de la incertidumbre nacional, una concejal objetó a la Municipalidad por haber convocado a una campaña solidaria. El argumento: la Nación ya mandó plata. En esta crisis, por cierto, no hay ayuda que alcance, pero para salir adelante, el esfuerzo nos toca a nosotros.

Sin seguir buscando culpables, porque por ese camino podemos llegar a los enfrentamientos precolombinos entre collas y chaquenses, es imprescindible diseñar rápidamente un plan de desarrollo sustentable y ponerlo en manos de personas idóneas, aunque no sean “amigos”.

En política los “amigos” no son recomendables.

La ministra Medrano ya sabía que en nuestro Chaco siempre hay crisis estivales de desnutrición; ahora, el gobierno de Gustavo Sáenz con o sin ayuda de afuera, pero sí con compromiso y profesionalidad, tiene la posibilidad de instalar la pobreza como una cuestión de Estado, que se aborde sin tener en cuenta el calendario electoral, y empezar a cambiar esa historia.

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