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El narcotráfico crece y amenaza la paz social

Nota editorial
Domingo, 02 de febrero de 2020 00:20

En la noche del lunes al martes pernoctó en el aeropuerto salteño un avión privado; unas horas después sería interceptado en la localidad mexicana de Mahuahual con una tonelada de cocaína que iba a ser descargada en la isla de Cozumel. En la revisación realizada en el aeropuerto Martín Gemes, la Policía Aeronáutica no había detectado ninguna irregularidad, por lo que se supone que posteriormente hubo otra parada clandestina en Bolivia o Perú donde se cargó la cocaína.

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En la noche del lunes al martes pernoctó en el aeropuerto salteño un avión privado; unas horas después sería interceptado en la localidad mexicana de Mahuahual con una tonelada de cocaína que iba a ser descargada en la isla de Cozumel. En la revisación realizada en el aeropuerto Martín Gemes, la Policía Aeronáutica no había detectado ninguna irregularidad, por lo que se supone que posteriormente hubo otra parada clandestina en Bolivia o Perú donde se cargó la cocaína.

Diez días antes, en la localidad paraguaya de Juan Caballero, fronteriza con Brasil, se produjo la fuga de 75 prisioneros, con la probable ayuda de los guardias. Poco después, otros 26 presos se fugaron de una cárcel de Rio Branco, capital del estado de Acre, en la Amazonia brasileña. En ambos casos, un gran número de los fugitivos pertenecen al "Primer Comando Capital", la mayor organización criminal de Brasil, un "ejército" de treinta mil hombres, con fuerte proyección continental. Oriunda de Sao Paulo, está involucrada en el tráfico de drogas y armas. Opera en todo Brasil y en los vecinos Paraguay, Bolivia y Colombia. Además, tiene base en la Triple Frontera, entre Ciudad del Este, Foz de Iguazú y la provincia argentina de Misiones.

En nuestro país se habla de narcotráfico hasta la saturación, pero son pocas las personas que toman el problema en su justa medida.

El episodio ocurrido en nuestro aeropuerto es una luz amarilla, por varias razones. Una de ellas es que la triple frontera está identificada como un punto confluyente y de enorme valor estratégico para el terrorismo internacional y el crimen organizado.

La presencia de la organización libanesa Hezbollah, a la que se atribuyen los dos atentados antisemitas de los años 90, en Buenos Aires, debe ser un llamado de atención. Además, para los especialistas existen muchos indicios de vínculos entre la organización revolucionaria Ejército Popular Paraguayo, el comando paulista y el terrorismo chiíta, aún hoy de decisiva cercanía con el régimen chavista.

El narcotráfico no debería ser una hipótesis de guerra, ni puede ser concebido desde una mirada meramente represiva, pero es un problema de seguridad en el que el gobierno nacional debe encolumnar a todos sus funcionarios. Es necesario que el Estado disponga sus recursos con seriedad, fortaleciendo, y no debilitando, a las policías federal y provinciales, a la gendarmería y a todas las fuerzas capacitadas para disponer su gente y sus recursos al servicio de un peligro que crece a pasos agigantados.

Los ministros del área no deberían sobreactuar como acostumbran - la faz represiva, mostrándose con uniformes de fajina, pero también deberían evitar los discursos ideológicos que niegan el peligro del crimen organizado para la sociedad.

Y ese peligro está a la vista, y los responsables deben recurrir a expertos en seguridad como fenómeno social. Según la Sedronar, entre 2010 y 2017, tomando la población de entre 12 y 65 años, el consumo de marihuana pasó de 3,2% al 7,8% y el de cocaína, de 0,6% a 1,5%. En ese mismo lapso se triplicó el porcentaje de niños y adolescentes que consumieron cocaína, que consideran que no es riesgoso fumar marihuana y el de quienes usaron éxtasis por primera vez. El mismo estudio asevera que resulta muy fácil en nuestro país conseguir drogas ilegales en menos de 24 horas.

El incremento del consumo es el indicio del crecimiento de un mercado violento e ilegal que termina, siempre, generando guerras entre bandas como las que asuelan a Méjico y Brasil y ensangrentaron la historia de Colombia.

Si bien los índices de criminalidad en la Argentina son muy bajos en relación con otros países, el narcotráfico ya hace desastres. Estamos en el corazón de este comercio y debemos evitar que siga creciendo. Es imprescindible, entonces, que los funcionarios lo asuman con realismo y decisión, y actúen con sabiduría.

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