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Familias originarias de la ruta 86 piden asistencia

Se trata de asentamientos de aborígenes cerca de Tartagal. Solicitan la misma ayuda que va para Santa Victoria Este.
Domingo, 01 de marzo de 2020 01:19

Las comunidades originarias de la ruta nacional 86 padecen un estado de vulnerabilidad histórico. Son las misiones aborígenes que formaron una urbanización al este de la ciudad de Tartagal. Un corredor humano gigantesco tan olvidado desde siempre por el Estado que no se tiene ni siquiera información oficial.

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Las comunidades originarias de la ruta nacional 86 padecen un estado de vulnerabilidad histórico. Son las misiones aborígenes que formaron una urbanización al este de la ciudad de Tartagal. Un corredor humano gigantesco tan olvidado desde siempre por el Estado que no se tiene ni siquiera información oficial.

La ruta nacional 86 tiene su kilómetro 1 en la intersección con la 34, en el medio de Tartagal. Un semáforo en medio de la ruta abre la posibilidad de ir al centro de la ciudad, al oeste; o ingresar a un territorio desconocido, hacia el este.

El lugar

Una especie rara de suburbio de pueblos originarios que quedaron sin el monte y que fueron desplazados a vivir en un territorio trazado con calles que son senderos de barros que bordean manzanas con lotes de casas sin alambrar. Allí pesan el hambre, las enfermedades y el abandono.

Según datos del equipo técnico territorial de la ruta N´ 86 Tartagal, desde el kilómetro 1 hasta el 9 hay casi 50 comunidades habitadas por integrantes de los pueblos wichi, guaraní, toba, chorote, chulupí, tapiete, chané, weenhayek, vitiche, lantawos, tahuichi y yofwis.

Sin información

No se sabe bien cuántos habitantes son porque el Estado nunca hizo un relevamiento serio a pesar de todos los problemas estructurales que tienen. La desidia de la Municipalidad, de la Provincia y de la Nación son históricos. Piden tener el mismo nivel de ayuda destinada a Santa Victoria Este y Rivadavia Norte y Sur. Remarcan que su zona también está comprendida por la emergencia sociosanitaria.

Pedido

"Jamás le preguntan a nadie qué es lo que necesitamos, cuáles son las urgencias, las familias más vulnerables", dijo la representante del pueblo wichi weenhayek de la ruta nacional 86 Nancy López, en una nota con El Tribuno.

Agua

Desde que comienza la ruta de tierra, que cuando llueve es un jabón que detiene hasta los Unimog, son todas las necesidades condensadas en un pedazo de territorio.

El agua llega a través de una manguera que recorre kilómetros; no hay seguridad para su consumo.

En la comunidad Lapacho I, en el km 3 aproximadamente, está la planta depuradora que debería tratar los desechos cloacales de todo Tartagal. Desde hace más de 20 años que desborda sus líquidos hacía las comunidades, las atraviesa y llega al río Yariguarenda. Los niños juegan en un arroyo de cloacas todos los días.

"Es un boquete por donde salen las cloacas y los de Aguas del Norte dicen que no contamina. Nuestros chicos andan con diarreas, con marcas en la piel y problemas respiratorios", aseguró el cacique Mario Frías en uno de los tantos cortes de ruta que protagonizan porque nadie atiende sus reclamos. Sólo en Lapacho I viven unas 80 familias con unas 400 personas.

Cuando llueve todo se complica. Por la pendiente, Tartagal está más arriba y todas las aguas bajan hacia la zona de la ruta 86. Si es temporal seguro se inundan. Si es lluvia persistente el barro hace imposible el movimiento; nadie entra ni sale.

Quieren canales

"Toda el agua de Tartagal viene de este a este y se lleva todo a su paso. Además se junta con lo que sale de la depuradora y las cloacas entran a las casas, a las huertas. Es un desastre. Son necesarios canales para prevenir las inundaciones, pero yo sé que no nos tienen en cuenta. Es una situación muy trágica la nuestra y ya lo venimos diciendo desde hace mucho tiempo", dijo el cacique de la comunidad Nyat Thaley Loira, Jorge Altamarino.

El Km 6

El asentamiento más grande es el denominado "Km 6", que se distribuye en varias manzanas rodeadas al este y al sur de campos de soja, al oeste con las pista del Aero Club y al norte con las demás comunidades.

Es un gran núcleo de diversas comunidades juntas, donde hay muchos caciques que no se ponen de acuerdo y donde toda la ayuda que pueden mandar no alcanza nunca.

Nancy López habla de la memoria y la historia de los originarios en términos de "avasallamientos". Y el Km 6 parece ser la síntesis de lo que ocurre cuando se quema el monte, se lo siembra o lo llenan de vacas: las familias se convocan en los grande conglomerados suburbanos donde no tienen ningún tipo de asistencia del Estado, ni de servicios ni mucho menos de los derechos elementales.

Viviendas inhabitables

El cacique Jorge Altamarino, de la comunidad Loira, habla con El Tribuno en el patio de su casa armada con silobolsas, palos bobos, pallets y chapas viejas. La casa debe tener más de 30 metros cuadrados y está atada con cuerdas. Es una de las mejores casas de ruta 86. Las demás viviendas están en constante riesgo de ser llevadas por el agua o por el viento. Son muy pequeñas, precarias, sin piso y sin cloacas. Cuando todo se inunda, el monte se vuelve cloaca. Un poste cuesta una fortuna y el cacique tapieté López lo explica: “No hay madera porque no hay monte”.

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